Faye Dunaway se ha abierto en canal para el documental Faye, proyectado este miércoles en el Festival de Cannes, en el que habla sin tapujos de su bipolaridad, los papeles que han marcado su carrera o el impacto de sus personajes en su vida privada.
Y hasta reconoce que “no es fácil”, algo que corroboran muchos de los testimonios que participan en el documental, que la tildan de “complicada”, “volátil” y “temperamental”, pero también de “incomparable”, “detallista” y de “dedicada a los demás”.
La más dura, Bette Davis, a la que preguntaban en una entrevista que cuál era la actriz o actor más complicada con la que había trabajado y responde sin dudar: “Faye Dunaway”.
En el comienzo del documental se ve claramente el temperamento de la actriz, que da más órdenes que el director y que cambia de posición varias veces en el sofá de su casa hasta que encuentra el encuadre adecuado.
Dunaway presentó el documental con un breve “disfruten mucho” tras una introducción del delegado general de Cannes, Thierry Frémaux, que señaló que la actriz es una figura muy importante del cine.
Pero también del Festival de Cannes, al que ha asistido muchas veces no como actriz sino como espectadora, porque le gustaba mezclarse entre los espectadores para ver películas porque “el cine es su pasión”.
Faye no es el primer trabajo documental de Laurent Bouzereau, un amigo de su hijo Liam, que ha construido un retrato muy personal de la actriz principalmente con el testimonio de la protagonista de Bonnie and Clyde, pero también de amigos como Sharon Stone, Mickey Rourke o James Gray.
Bonnie & Clyde (1967), junto a Warren Beatty; Chinatown (1974), con Jack Nicholson, y Network (1976), con la que se llevó su único Oscar, son los títulos que el documental apunta como más representativos de una actriz que participó en otros como Infierno en la torre (1974), Los tres días del cóndor (1975) o El caso de Thomas Crown (1968).
Ella misma en el documental considera que su caída comenzó con Queridísima mamá (1981), en la que interpretó a otra diva complicada, Joan Crawford.
La actriz reflexiona sobre su lucha contra la bipolaridad que le diagnosticaron ya a edad adulta, o de la historia de su familia, así como sobre la intensidad con la que vivían sus personajes, lo que le pasó factura en su vida privada.
La película comienza con una imagen de la mítica foto que Terry O’Neill tomó de la actriz, sentada al borde de una piscina al día siguiente de recibir el Oscar.
Una foto que fue capturada justo 45 años antes del día en que comenzó el rodaje de este documental, razón por la que el realizador decidió que fuera la imagen de apertura y que la actriz recuerda con cariño.
“Eran las 5 de la madrugada y Terry no quería una foto típica de la actriz sosteniendo el Oscar”, así que la llevó a la piscina del mítico hotel Beverly Hills, donde la inmortalizó con sus pies sobre los periódicos que anunciaban su victoria en los Oscar.
“Es una leyenda, mi inspiración absoluta y una genio”, afirma rotunda Sharon Stone de una estrella que sigue destilando estilo y temperamento.
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