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“Chile tiene mucho que resolver de su presente porque ha sido incapaz de reflexionar sobre su pasado”, opina el realizador chileno Felipe Gálvez, que con su ópera prima, Los colonos, ha sido seleccionado para la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes.
“Al no interesarle su historia, los problemas se van repitiendo en el presente, porque es un país que no va aprendiendo su pasado, sino que lo va borrando constantemente”, lamentó, en una entrevista con EFE un día después del estreno del filme en Cannes.
Gálvez ha llegado hasta la Costa Azul francesa precisamente con una historia basada en hechos reales en su país, las matanzas contra las comunidades originarias en el sur de Chile, donde terratenientes que aún poseen grandes extensiones de campos y sus mercenarios actuaron a su antojo con crueldad y violencia.
La idea de Los colonos, de hecho, partió de la lectura, por parte del realizador, de un titular en un periódico sobre las matanzas de indígenas a principios del siglo XX.
“Era algo que yo no sabía -apuntó-, que no había estudiado en el colegio, que no es parte de nuestra historia oficial. Y comienzo a obsesionarme con la idea de hacer una película”.
Desde entonces pasaron casi 12 años, entre escribir el guion y lograr la financiación para el proyecto -lo que al tratarse del primer largometraje de Gálvez no resultó sencillo- y partir a rodar a la región de Tierra del Fuego.
De aquellos días, los dos actores protagonistas, el británico Mark Stanley y el chileno Camilo Arancibia, se acuerdan bien del frío y de tener que moverse por parajes inhóspitos como si estuvieran haciendo el rally París-Dakar.
Para Arancibia, que interpreta al “chilote mestizo” Segundo, fue “una gran responsabilidad tener que contar una historia sobre un pueblo que ha sufrido tanto”.
“Para nosotros chilenos, es muy importante empezar a hablar de estos personajes no solo como el guía de los cowboys”, agregó, además de mencionar que su personaje también “significa cómo Chile y Latinoamérica se terminó vendiendo y cometiendo las mismas atrocidades que los europeos”.
Stanley, por su parte, da vida al ex militar británico MacLenan, apodado el “chancho colorado” por sus legendarias atrocidades. “Represento a alguien ‘deplorable’, no es bonito tener que conocerlo en tu mente”, afirmó el actor, pero puntualizó que es muy necesario contar el lado perverso de la historia.
Ni Gálvez ni sus dos actores habían venido nunca al Festival de Cannes, que para el realizador chileno es “el más grande del mundo” y una “vitrina (escaparate) muy linda para la película y para la temática”.
De hecho, la cuestión de los pueblos originarios ha estado muy presente en el festival, sobre todo gracias a Killers of the Flower Moon (de Martin Scorsese con Robert De Niro y Leonardo DiCaprio), pero también con varias cintas latinoamericanas como el documental brasileño Crowra o Eureka, del argentino Lisandro Alonso.
“Ha habido algunos paralelismos en la prensa, lo que es un honor. Creo que hicimos esto por dos millones y Scorsese por 200”, bromeó Stanley, mientras que Arancibia recalcó que es muy importante “que no solo hablemos de lo que pasa en Norteamérica”.
“Nosotros en Chile tenemos una nación en resistencia hasta el día de hoy, los mapuches -recalcó-. Tenemos que cuidar esa historia, no tenemos que negarla y hay mucho racismo en Chile y en Latinoamérica. Creemos que no, pero al fin y al cabo caemos en eso. Existe una idea colectiva de que todavía tenemos una tierra por la que pelear y eso genera más odio”.
Y como europeo blanco, Stanley también apuntó que, aunque no sea fácil, “tenemos que tener estas discusiones”, porque el único camino posible es “aprender” y ser conscientes de la historia y de sus atrocidades.
“Yo no causé esos problemas -reflexionó- pero he heredado el privilegio de generaciones de gente que lo hizo. Es difícil vivir con una vergüenza y una culpa que no te pertenecen realmente, pero que has heredado”.
“Es difícil también porque siempre ha habido una nación conquistadora, no importa cómo de atrás mires, un esclavizador”, completó.
Los colonos es una coproducción junto a Argentina y supone la primera cinta chilena seleccionada para la sección Una Cierta Mirada en doce años.
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