Después del éxito que el documental La Danza del Hipocampo (2014) obtuvo al hablar de la naturaleza de la memoria y su importancia, la chiapaneca Gabriela Domínguez Ruvalcaba explora ahora las raíces, las identidades y los territorios, así como su experiencia como documentalista en Formas de atravesar un territorio, cinta que compite en la reciente edición del FICUNAM 14 y con quien Crónica Escenario sostuvo una interesante charla sobre este proyecto.
A través de los testimonios de estas mujeres de diferentes generaciones así como de la bella captura de su trabajo y de la naturaleza que las rodea a través de los sonidos y las imágenes de todo aquel elemento que distingue a sus tierras, Formas de atravesar un territorio crea un viaje que choca el pasado, presente y futuro de estas localidades.
Doña Sebastiana y sus hijas son el centro de un relato que cohabita la humanidad con la sinergia de la naturaleza vista a través del pastoreo y los paisajes que, poco a poco, se han transformado y que han traído cambios en la forma de coexistir de los pueblos originarios residentes de estas comunidades
“Soy de San Cristóbal de las Casas y tengo un recuerdo de siempre observar a las mujeres tzotziles haciendo sus actividades como pastorear borregos y otros. Quise empezar a hacer una cinta con ellas y conocer más su universo. Y me empecé a dar cuenta y preguntarme a mí misma desde dónde estaba contando yo su historia”, expresó.
“Así fue que comencé a tejer no solamente un filme que hablara hacia ellas sino que también, de alguna manera, las preguntas fueran más como una conversación. Un ir y venir para encontrar lo que nos une y hablar sobre lo que afecta también la transformación de nuestros territorios”, mencionó la realizadora sobre el origen de este relato.
En el centro del mismo, podemos ver a cinco mujeres tzotziles que se vuelven la voz de un pueblo y lo que las rodea. “Fueron varios años de conocerlas y convivir con ellas, caminar con ellas y acompañarlas con sus borregos, además de atravesar incluso momentos difíciles”, comentó.
“No había prisa y en todo ese tiempo se tejió esa confianza que creo que es lo que ha permitido que, cuando llegamos con el equipo de rodaje, se sintiera mucho más abierto, todo y ellas más tranquilas. Nos abrieron las puertas de su casa y fueron muy generosas con todos y así fue que logramos. Para mí, las películas son encuentros y en ellos, si uno no deja el corazón ahí y el tiempo, todo se vuelve simple”, confesó Ruvalcaba.
Pero el documental también habla de los inevitables cambios que esta comunidad enfrenta, ya sean para bien o para mal: “Esta transformación se está notando en muchos aspectos, se ve en la ciudad, se ve también en la relación entre la gente de la ciudad y de las comunidades que han llegado a vivir ahí. También en cómo la lengua, que no se está perdiendo afortunadamente, pero sí cada vez son menos personas que hablan tzotzil, que no se habla en las ciudades”, explicó Gabriela.
“Es una transformación que, de alguna manera, me causa un poco como una especie de nostalgia futura. Es algo que se ve muy duro, pero también es una realidad, es algo que se está viendo y Formas de atravesar un territorio era una oportunidad de capturar y guardar este proceso transformativo que recuerde o recupere lo importante de todos estos trabajos y de lo que ellas hacen también”, complementó la oriunda de San Cristóbal de las Casas.
Uno de los temas que más intrigan a Domínguez Ruvalcaba es, sin duda, la memoria: “Siento que lo que hago, que es filmar, retratar, observar, todo eso, es registro y deja memoria. Entonces, creo que ella es inherente a mi trabajo, porque yo misma estoy construyendo memorias y espero que, en quienes puedan ver la película, también lo haga”, dijo.
“También en esa creación de imágenes la memoria está presente y la historia está constantemente en diálogo con este presente. Entonces, me parece muy importante que no perdamos ese hilo de saber de dónde venimos. No solo como individuos sino como sociedades, reconocerlos y no perderlos”, reflexionó.
Formas de atravesar un territorio también le permitió a la directora cuestionarse sobre su labor como documentalista. “No es fácil ponerle la cámara a alguien enfrente. Es una responsabilidad muy grande. Y no solamente es filmar, sino también hablar sobre algo”, afirmó.
“Para mí, es súper importante que la película se sienta, y no solamente en su manufactura, sino en el proceso. Me interesa que se sienta como una conversación y no como la figura de la directora que impone su punto de vista o que no se observa desde dónde está diciendo y mirando. Eso es lo que descubrí con este proyecto”, reveló sobre su aprendizaje en este proyecto.
Algo que también es clave en el cine de Ruvalcaba es el lazo con la naturaleza y la importancia que tiene en este documental. “Ese era uno de mis intereses de retratar porque aparte es imposible no hacerlo con estos personajes. Ellas están vinculadas a su territorio de una manera cíclica, de ida y vuelta. Cuidan a los animales, pero a la vez ellos les dan el abono para su tierra. Son relaciones así que quería expresar en este filme”, comentó.
“Además, soy parte de esta tierra, de este universo y de esta región y me preocupan las cosas que suceden. Y si puedo contarle a alguien más cómo lo veo y esa persona se siente conmovida también y puede pensar en lo que tiene alrededor, pues eso es lo magnífico del cine, que puede contagiar a otras personas de ese amor por la tierra”, declaró.
A pesar de los momentos contemplativos y líricos que conlleva este filme, existe un momento de bella conexión con la matriarca tzotzil, Doña Sebastiana. “No sabía que eso iba a pasar. En ese momento, lo que quería era provocar una conversación entre ellas y la provocación era esta fotografía que les muestro, donde les muestro que esa soy yo y estas son mis cargas también, mis culpas”, señaló la directora.
“Y creo que eso permite que la otra persona también se exprese de manera honesta y sensible de lo que siente. Además de que ellas han atravesado también esa pérdida del padre y el esposo de ella. Todo eso siempre atrae muchas emociones, jugando otro papel de estar en otra sensibilidad”, añadió.
Asimismo, podemos ver el uso de fotografías y otros recursos que la chiapaneca utiliza para su narrativa. “Sigue siendo parte del archivo y la memoria. Hay capas que nos construyen ahora. Las fotografías, los mapas, las fichas taxonómicas, todas estas son capas de archivos que nos dan cuenta del lugar, de su historia y que nos traen al presente. Ese es el hilo que jala para el pasado y para el ahora. Y esa era más o menos la intención de plantear en el documental”, puntualizó.
Un reto que enfrentó Gabriela fue el hecho de mantenerse fiel a la idea original del proyecto, más allá de las experiencias que estas mujeres le platicaron. “Había muchas cosas sucediendo y todas eran de alguna manera interesantes para la película para construir una historia distinta, pero yo tenía la intención de llevarlo hacia otro lugar y dejar que la vida sucediera también. Siempre fue una decisión de llevarlo hacia estas conversaciones más encaminadas al vínculo entre ellas, conmigo y el territorio”, aseveró.
Los territorios y el cambio de los mismos es otra parte en la que la realizadora ahondó, rasgo que cada vez es más frecuente en estas tierras: “Las ciudades están creciendo y se están poblando de las personas que no solamente provienen de comunidades indígenas que llegan a ellas por necesidad de trabajo o la búsqueda de otras oportunidades e ideas que se tienen de la misma, sino también por extranjeros que llegan a estos lugares. Entonces eso obliga a la ciudad a tener que transformarse, de maneras a veces incontrolables”, manifestó.
“Y esa metamorfósis, que me parece está sucediendo en muchas ciudades, está modificando las maneras en las que nos vinculamos con lo natural, con las tradiciones, es algo inevitable. Las ciudades van a crecer inevitablemente, estamos exponenciando a las poblaciones, pero lo relevante es que no se pierda ese vínculo con la tierra y las raíces. Las jóvenes pastoras van a trabajar a la ciudad pero vuelven a su casa y hablan tzotzil, mantiene su tradición. Eso es súper vital para el desarrollo”, agregó la egresada de la UDLAP.
Finalmente, para Domínguez Ruvalcaba, las Formas de atravesar un territorio han sido diferentes como cineasta, pero le han ayudado a cimentar una carrera interesante y reflexiva. “Siempre existe un poco el shock, creo que no existe una necesidad de que haya cosas que en mi pueblo natal existen y acá no o viceversa. Pero siempre hay una relación que ya no se puede romper entre ambas, solo hay que hacerla sustentable y que no sea todo para un solo lado”, concluyó.
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