Escenario

‘Géminis: El planeta oscuro’, un sci fi que se queda a la deriva en el espacio fílmico

CORTE Y QUEDA. Es el segundo largometraje del director ruso Serik Beyseu, quien explota muchos de los clichés existentes en la ciencia ficción americana para trasladarlos a su madre patria

Soldados espaciales con máscaras antigás
Fotograma de 'Geminis: El planeta oscuro'. Fotograma de 'Geminis: El planeta oscuro'. (CORTESIA)

La ciencia ficción es un género donde usualmente el ser humano se enfrenta a las consecuencias que acontecen después de algún evento o logro que involucra a la ciencia. Ya sean viajes al espacio (2001: Odisea del espacio), la aventura de una conquista espacial, la llegada de mutaciones (la saga X Men), la evolución de una inteligencia artificial (la saga de Terminator), la existencia de una raza alienígena y su encuentro cercano con la humanidad (Alien: El octavo pasajero) o, más recientemente, la realidad virtual y sus consecuencias (Possessor). Actualmente, existe una explosión en este tipo de relatos que, inevitablemente, se hilan al miedo que tenemos por el futuro.

Christopher Nolan exploró el enfoque de un planeta a punto de morir y la búsqueda de una última esperanza en el espacio con Interestelar (2014), las plagas, ya no de muertos vivientes, sino de la naturaleza misma que ocasiona una pandemia prácticamente incurable, son vistas de manera atemorizante en The Last of Us (2023- ), incluso la creación de utopías creadas por la ausencia de algún insumo natural donde un gobernante somete a todo un pueblo a voluntad como Mad Max: Furia en el camino (2015), son relatos que buscan mostrar ese temor hacia el camino que puede o no esperarnos.

Sin embargo, estas visiones no son las únicas que existen. Desde Rusia, buscando continuar con el éxito de su más reciente filme de este género, Sputnik: Extraño pasajero (2020), llega ahora Géminis: El planeta oscuro, un filme donde la humanidad es amenazada nuevamente por una plaga que está acabando con toda la naturaleza y vida alrededor. La única esperanza que nos queda es la ciencia. Gracias a algunos elementos tecnológicos de mucha antigüedad dejados en la Tierra por alguna civilización extraterrestre, se decide que un grupo de científicos y astronautas emprendan una búsqueda de la galaxia para usar el misterioso objeto encontrado: una esfera capaz de crear vida y un motor capaz de llevar la nave al infinito y más allá.

Como es de esperarse, la aparentemente sencilla misión se saldrá de control. Es ahí que las diferencias entre el equipo de científicos y astronautas para resolver el problema al que se enfrentan presentarán diversas cuestiones existenciales. ¿Acaso pueden completar la misión o es que la Tierra y sus habitantes, con todo y sus seres queridos, está perdida? ¿Qué tan viable es llevar hasta el último extremo las cosas con tal de conseguir el cometido? Todo eso en medio de un ambiente hostil donde un planeta desconocido y un enemigo nombrado adecuadamente ‘troyano’, llevarán al límite la aventura que, a todas luces, parece que terminará en un desastre inminente.

Géminis: El planeta oscuro es el segundo largometraje del director ruso Serik Beyseu, quien explota muchos de los clichés existentes en la ciencia ficción americana para trasladarlos a su madre patria, tratando de crear un efectivo relato no sólo de ciencia ficción sino de suspenso sin lograr un buen balance. Su labor como editor del filme, que es mayormente a lo que se dedica en su carrera, trata de darle una agilidad e incluso tensión al relato que nunca puede lograr debido a un guión bastante irregular que no encuentra un rumbo definido, perdiéndose en la galaxia creativa del problema inicial.

Si bien el viaje es para encontrar la supervivencia de un mundo que nos hemos agotado, añadiendo un par de flashbacks que nos remiten a esa base existencialista del ser que Tarkovski nos planteó en la clásica Solaris (1972), la verdad es que ni el factor humano ni el tecnológico acaban por tener un balance adecuado. Además, la trama brinca entre una misión de salvación, para pasar a las cuestiones humanas y después a una aventura de ‘space horror’ con un final un tanto cursi que busca conectar de nueva cuenta con la teoría de la ciencia ficción apocalíptica, volviéndose algo lento y sin mucho sentido.

Los personajes secundarios son mal desarrollados, usados como una carne de cañón conveniente para la supuesta creación de la tensión necesaria para el filme. Sin embargo, con todo y sus memorias o conexiones que buscan retratar un poco del egoísmo o la conexión humana, terminan por ser meramente anecdóticas o hasta confusas. En cuanto al protagonista, el Dr. Steven Ross, es quien lleva el mayor peso, pero su apego/romance con su pareja, Emily, le quitan mucho del suspenso que intenta transmitir la historia para terminar en un tono flojo y hasta cursi acerca del origen de nuestra existencia y si vale la pena luchar por ella.

Sin embargo, los buenos intentos quedan en eso, mostrando que la ciencia ficción mal llevada o demasiado ambiciosa se puede perder en un camino de burdo entretenimiento confuso bastante desigual en donde las reflexiones interesantes que suele buscar, ya sea en el cine o en la literatura, pueden quedar varadas en un hoyo negro, perdidas en el espacio. Tristemente, este planeta oscuro es de esos que quedan a la deriva, lleno de buenas intenciones, pero que no funciona ni como cinta de horror y mucho menos como un sci fi efectivo.

Copyright © 2023 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México