Escenario

Ghost: Adoración a la oscuridad como un gran carnaval pagano en busca de consuelo

COBERTURA. La banda sueca ofreció una espectacular presentación la noche del lunes en el Palacio de los Deportes como parte de la gira Re-Imperatour

Ghost en concierto
Ghost en el Palacio de los Deportes. Ghost en el Palacio de los Deportes. (OCESA/Liliana Estrada)

El Palacio de los Deportes fue testigo de la evangelización satánica de heavy metal de la banda sueca Ghost, que es la materialización del sueño de infancia del músico Tobias Forge, quien alguna vez recordó como a los siete años, sin haber crecido en un hogar cristiano, vio la hipocresía de su maestra que profesaba la religión y mostraba sus creencias con autoritarismo.

“Entendí que el satanismo en la cultura rock y pop no se refiere al Mal de la Biblia, sino que tiene que ver con todo lo libertario y progresista, con una tierra redonda y no plana, con el civismo y la tolerancia”, dijo el músico en una entrevista respecto a su concepción del satanismo que representa musicalmente.

En el escenario simulamos una ceremonia: los rituales son reconfortantes, por eso la gente ha perpetuado la iglesia a través de los siglos, aunque les haga sentir como una mierda. Nosotros queremos representar el autoritarismo y la religión de una forma divertida, sin la parte de la culpabilidad”, añadió. Y el espectáculo en escena es inolvidable.

Con la teatralidad del terror en su imagen, la banda llegó para evangelizar con una evolución más de su personaje, el cual comenzó en el 2008 con Papa Emeritus en la creación y desarrollo de presentaciones de su primer disco Opus Eponymous y que ha tenido muertes y reencarnaciones hasta Papa Emeritus IV, que llegó de la mano de su disco Impera con el que dejó atrás al excéntrico Cardinal Copia (de su disco Prequelle).

Así, la banda que deleita con las imágenes oscuras del satanismo, con una estética llamativa, congregó a miles de devotos melómanos que llenaron el Domo de Cobre la noche del martes 18 de septiembre, como parte de la gira Re-Imperatour, en su regreso a tierras mexicanas luego de su presentación en el 2020. Todo un ritual con tintes carnavalescos por el sentido del humor que se esconde en su oscuridad.

Tras la no menos poderosa presentación de la banda sueca Tribulation, que agitó las primeras melenas con su death metal y rock gótico, comenzó a crearse la atmósfera para el intenso show de la banda estelar.

En una época en el que las bandas de metal y heavy metal se centran más en las habilidades técnicas, por encima de la conceptualización de la vieja escuela, el pontífice pagano de Papa Emeritus IV y sus músicos denominados Nameless Ghouls (“Demonios necrófilos vivientes”, según la mitología árabe, más el adjetivo “sin nombre” en inglés), aparecieron para mostrar su rebelión ideológica sin mostrar su rostro.

Detrás de un telar blanco que cubría el escenario apareció la sombra del primer guitarrista que al tocar los primeros acordes de “Kaisarion” acompañó el eufórico grito de sus seguidores. Al sonido del power rock que evocaba los años 80 lo acompañó una explosión impactante de pirotecnia y luego el grito agudo de su vocalista sumó su registro al canto de versos como “We are building our empire / From the ashes of an old” (“Estamos construyendo nuestro imperio / De las cenizas de un viejo”).

Con elegante vestimenta sepulcral oscura cubierta de un saco dorado, Papa Emeritus IV mostró en sus movimientos la efusividad que la máscara en su rostro no puede gesticular. La multitud golpeaba sus puños alegremente mientras sonaba esa canción perfecta llena de riffs caprichosos al estilo Queen que alentaban el tono aventurero que tendría el ritual.

La conexión musical comenzó con ese tema en cuyo canto se hace un llamado a recordar el espíritu de la filósofa Hipatia y su sabiduría, para usarlo como una referencia de lucha ante los momentos difíciles, en una letra que lo mismo habla de la hermandad, fe y franqueza, que denuncia la histórica hidropesía de la iglesia con la quema de templos (“Long ago yet too close to forever”, dice). El primer destello del concierto fue una invitación a encontrar al paraíso perdido “lejos del hedor de los cielos”.

Luego de ese tema, que también forma parte del inicio del álbum Impera (2022), llegó el momento de acercarnos al Prequelle (2018) con “Rats”, en la que el vocalista se pasea por el escenario mostrando detrás de él un escenario que emula vitrales de sus personajes. Con el público entregado canta al mismo grito esa comparación del comportamiento humano con ser tan vorazmente sanguinario y contagioso como los roedores.

Los Nameless Ghouls hacen de las suyas molestando al vocalista hasta que un solo de guitarra emociona a los presentes y esa mezcla de la voz que alterna frenéticamente la voz dulce con la gutural hacen que la canción se sienta como una fantasía adolescente nocturna que se inspira en el viejo Möntley Crue: “Los roedores inmundos todavía vienen por tus almas”. 

En última instancia, la canción enfatiza la necesidad de permanecer fuerte frente a tal adversidad y aceptar el hecho de que el mal nunca puede ser realmente derrotado. Un tema que además tiene el mito creativo de haber sido escrita con dedicatoria para los ex músicos que en su momento revelaron la identidad de Forge, “destruyendo el misterio alrededor de la banda” según sus palabras.

La tercera canción fue un viaje más hacia atrás con “From the pinnacle of the pit”, uno de los temas más furiosos y contundentes perteneciente a Meliora (2015), en el que el bajo se deja sentir por encima de los demás instrumentos para enfatizar la emoción de la letra que habla de la idea del poder y de cómo se puede ganar y perder: “You are cast out from the heavens to the ground”, canta con su voz cursi.

En el puente de la canción aparecen armonías bien arropadas por los teclados que tocan las fibras de los presentes mientras la letra enlista los elementos de caída de aquellos poderosos que caerán sin importar qué tan alto lleguen. Una canción que enfatiza la resiliencia con una melodía densa que cierra con estro estruendo de pirotecnia que suena como cañón.

La primera vuelta a la espiral de sus discos llega con su regreso a Impera con la ejecución de “Spillways”, que cambia la rudeza por el glam rock, que deja sentir su inspiración en Abba (ellos mismos han aceptado la influencia), con pianos entrecortados y líneas vocales altísimas, que ha eliminado la euforia del público y la han cambiado por un baile contenido que va in crescendo.

Y es que el desarrollo de la letra trata sobre la necesidad de una persona de liberar el dolor y las heridas profundas, de luchar contra la oscuridad propia en la metáfora de los “vertederos” donde una persona abrumada por sus emociones necesita escapar, sanar desde la aceptación de identificar lo que daña. Una emotiva carta de presentación para el inicio del ritual.

Durante la velada el ritual pedía del Papa Emeritus IV una serie de cambios. El primero de ellos llegó con “Cirice” (Meliora) y esa presentación digna de las mejores películas de terror con una poderosa guitarra. El cantante apareció con unas alas colgando de sus brazos que provocó el alarido de sus devotos, que unificó en el estribillo de la canción: “Can you hear the rumble?”.

Si en la letra se describe la poderosa conexión entre dos personas, en la que se puede sentir el dolor dentro del corazón del otro y ver las cicatrices de su pasado, alentando a comprender que sin otros estamos verdaderamente perdidos, el Papa Emeritus IV llevó la fuerte conexión a las miles de personas que frente a él cantaban, algunos con disfraces de sus personajes.

“¿Pueden gritar para mí México?”, dijo el cantante para alentar a sus feligreses a cantar el emocionante tema de “Absolution” (Meliora) sobre la lucha universal por encontrar significado y propósito en la vida acompañada por riff afilados, voz casi susurrante del Papa, un estribillo estremecedor y melódico y un teclado que acentúa la emoción que se percibe como una pesadilla abrumadora: “Desde que naciste has estado muriendo / Cada día un poco más has estado muriendo / Muriendo para alcanzar el sol poniente”, que finalmente conducen a el gruñido de “Levanta las manos y alcanza el cielo / ¡Llora por la absolución!”, que se escuchó al unísono en el Domo de Cobre.

El viaje musical llegó a Opus Eponymous (2010), con “Ritual”, un tema que bien evoca al mejor Black Sabbath y cuya letra alude a la celebración de un extraño ritual donde rinden homenaje a su maestro impío mediante el sacrificio de humanos, en el que además el vocalista hizo acto de presencia con su mitra pagana. El protagonista de la canción invita al oyente a unirse a ellos en este acto de adoración y cuenta con la curiosa inclusión de una versión satánica del Padre Nuestro. Al final de la canción un solo de guitarra solitario fue interrumpido con humor hasta que se convirtió en el inicio de la nueva pieza.

Los Nameless Ghouls se toman el tiempo en la instrumentación, para después emocionar con la presentación de “Call me a little sunshine”, uno de los sencillos de Impera que le da una nueva vuelta a la espiral discográfica que estructura la presentación de las canciones. Esta canción sobre el consuelo para aquellos que se sienten solos, es otro lazo emocional del Papa Emeritus IV con su público pues anima al oyente a buscar en ellos fuerza y refugio, eso sí, desde la simbología de la lealtad al señor oscuro: “Call me, call me Mephistopheles / Call me when you feel all alone”.

La oscura ceremonia llegó a la mitad con otra apelación a la memoria al tocar “Con Clavi con Dio” (“Con clavos con Dios”), de su Opus Eponymous, que sugiere una conexión entre la crucifixión de Jesús y la adoración de Satanás. El Papa Emeritus IV se colocó al frente del escenario haciendo de péndulo con un incensario mientras el público cantaba “Sathanas / Somos uno / De tres / Trinidad”, con la que la banda bromea que el vocalista cree que es una de las tres partes de la trinidad de Satanás.

El tono denso de la canción pasada se transforma en festivo con “Watcher in the sky”, que regresa nuevamente al Impera. Con un gorro digno del Sombrerero Loco de Tim Burton el cantante se pasea por el escenario con su canto sobre un salvador o un “observador en el cielo” que sugiere que hay un lugar mejor si uno puede conectarse con esa presencia. En la versión de estudio presenta un clímax fantástico que equilibra las guitarras solistas en duelo y el coro de la canción, pero Papa Emeritus huyó del escenario cuando comenzó ese clímax.

El motivo de su salida era que debía conectar con el siguiente tema. Pues apareció con otra mitra en su cabeza mientras los coros eclesiásticos evocaban a Lucifer al inicio de “Year Zero” (Infestissumam), un tema que hace referencia a un nuevo inicio y crea una metáfora del mal correspondiente al ser humano en referencia al diablo y el cristianismo pues habla de la inutilidad y el valor del hombre. Décadas atrás nadie se podía imaginar que podría haber más de 16 mil almas cantando al unísono “Hell Satan, bienvenido Año Cero” sin rechazo alguno.

El puente de la canción proporciona una advertencia de que las naciones temblarán y los reinos caerán, mientras que la gente sucumbirá a la tentación y sucumbirá al pecado. Para los feligreses melómanos esa era de agitación y oscuridad ya era un hecho en las profundidades del Domo de Cobre, con todo y que Papa Emeritus IV se la pasaba bromeando con el público dándoles bendiciones.

Otro de los grandes momentos de la noche se dio con “He is” (Meliora, 2015), otra balada de nivel adornada con las luces de los celulares de los devotos. Este tema de rock religioso devocional comienza con dos guitarras acústicas armonizantes y eventualmente da paso a un destacado trabajo orquestal y de piano.

Particularmente destaca que es el tema en el que Papa Emeritus tiene el canto más suave haciendo un contraste interesante entre el brillo y oscuridad en una canción de alabanza y adoración a la existencia de un Dios: “Estamos parados aquí junto al abismo / Y el El mundo está en llamas / Dos amantes desventurados se acercan / A la bestia con muchos nombres”, canta hasta llegar al momento de decir que Dios es a quien deben mirar al caer al precipicio.

La canción que continuó fue “Miasma” (Prequelle), la cual ofreció un momento de ligereza y sirvió de tema de exhibición de lujo de los músicos por su calidad de balada instrumental. Contaminación, que es el significado griego del título, se refiere mal aire que era enviado por los dioses y que solo podía ser eliminado con la muerte en sacrificio de lo malo.

Un tema in crescendo que pasó de la contemplación a la gracia cuando parte del staff cargó un ataúd del que salió el Papa Nihil, ese personaje que cantante de otra versión de la banda de décadas pasadas que realmente nunca existió (dentro de la teatralidad del espectáculo). El anciano aparentemente completamente muerto es golpeado con un desfibrilador, vuelve a la vida justo en el tiempo para que le entreguen un saxofón para tocar el solo de saxofón de la canción, en uno de los momentos más divertidos.

La recta final fue sublime. A las primeras notas de “Mary on a cross”, de ese EP llamado Seven inches of satanic panic, el público gritó de euforia. Esa tramposa canción de amor que se esconde en una blasfemia es una metáfora de la libertad y la resiliencia del espíritu humano. El canto toma la imagen de María crucificada, madre de Jesús y figura de fortaleza y esperanza en el cristianismo, y la utiliza para representar la capacidad de las personas para superar los obstáculos y seguir adelante, incluso ante la adversidad. Un momento emocionante que el público agradeció con una ovación.

La espiral de las canciones llegó nuevamente a Meliora para dar vida a “Mummy dust”, una canción, que llevó los decibeles a otro nivel con su hard rock que por momentos recordaba a Velvet Revolver por su tono seductor pero con una canción sobre los peligros de buscar poder, riqueza y posesiones materiales en la búsqueda de la felicidad. El narrador asume el papel de un lobo, una metáfora de la corrupción y la tentación, que se lleva a los vulnerables, quienes luego son asfixiados en “polvo de momia”—una representación poética de las posesiones materiales del hombre—solo para encontrarse vacíos e insatisfechos. En última instancia, el narrador insta al oyente a depositar su fe en Dios, no en sus posesiones terrenales.

Para muchos esta canción es uno de los salmos más pesados de la banda y es que estilísticamente es fascinante y en vivo con su batería de marcha, su cantata escénica y un órgano atravesando las guitarras y el bajo al estilo de Dream Theater, dejó el cuerpo con una vitalidad indescriptible.

“¿Lo están disfrutando? Quiero que se den cuenta de lo genial que lo estamos pasando hoy“, dijo el vocalista. “La primera vez que vinimos fue genial… Ustedes son geniales, apoyan mucho y nos hacen sentir queridos. Muchas gracias“, agregó el cantante sueco para luego tocar “Respite on the Spitalfields”, la última canción de la noche de Impera.

La balada muy al estilo de Scorpions se hizo sonar como un réquiem no demasiado sombrío para una civilización a punto de caer en completa destrucción: “Nos separaremos juntos / Yo seré la sombra / Tú serás la luz / Nada dura jamás”. para siempre / Iremos suavemente hacia la noche”, dice la letra que se resume como un cuento con moraleja sobre la oscuridad que puede existir en el mundo y la importancia de reconocer la verdad frente al engaño y el peligro. Una belleza el melancólico solo de guitarra, que se fundió con los coros de una forma emocionante.

Tradicionalmente en los conciertos ocurre el encore, momento en que los músicos terminan el show pero vuelven a salir para complacer la súplica de sus fans de más música. Ghost no fue la excepción pero ocurrió de una forma más cómica pues Papa Emeritus IV salió para hablar con los fans: “¿qué hacen aquí? El show se acabó…”. Luego de una negociación de cuantas tocar se acordaron tres temas más y fueron el éxtasis del carnaval de oscuridad.

La banda causó euforia al momento de los primeros guitarrazos de “Kiss the go-goat” (Seven inches of satanic panic), toda una oda para abrazar el caos y deshacerse de la monotonía de la vida cotidiana. La letra, que habla de una persona que ha estado buscando algo poderoso y mágico pero nunca le devolvió nada, hizo retumbar el coro de 16 mil personas que acompañó al vocalista mientras este repartía besos al aire frente a su público.

Esta divertida canción de estribillo pegajoso que invita al oyente a abandonar su miedo a lo desconocido y embarcarse en una aventura, al grado que en una parte de la letra quien canta se compara con Satanás y anima a besar una cabra, fue el preámbulo de un final de show que los consolida como una de las bandas más icónicas del momento.

Llegó el turno de bailar al ritmo de su “Dance macabre” (Prequelle), una balada gloriosamente perversa y acelerada que incitó a los devotos a mover el cuerpo al ritmo de la batería y los riffs al estilo AC/DC, o los cantos que recuerdan a Scorpions: “Solo quiero ser / quiero estar contigo / a la luz de la luna / Solo quiero ser / quiero estar contigo / toda la noche”, dice la letra mientras Papa Emeritus IV transmite un poder catártico enfermizamente sensacional.

La canción trata sobre el narrador atraído por una figura desconocida y atractiva en un baile macabro. Anhela permanecer en el momento, saborear el encanto de este extraño baile iluminado por la luna. El coro habla de cómo quiere hechizar y seducir a la figura, cómo quiere sentir el poder de este momento por última vez antes de que todo llegue a su fin. Un tema perfecto para casi cerrar la noche.

Y se dice casi porque aún faltaba el estallido de “Square hammer” (Popestar), que al golpeo de la batería y el jugueteo de los sintetizadores arrancó un grito de todo presente, hasta que la voz cursi de Forge salió de la posesión de Papa Emeritus IV dejó en el éxtasis del público el moralino mensaje de su letra que cuestiona si uno está cumpliendo con sus propias promesas personales y si está dispuesto a jurar ante el diablo que está viviendo con integridad: “¿Estás en el nivel? / ¿Estás listo para jurar aquí y ahora / Ante el diablo?”, reza el cántico.

La letra hace referencia a ir “bajo los cielos desgarrados” y hacer un “ataúd sagrado”, que podría referirse a circunstancias que son difíciles y ponen a prueba los principios de uno. La canción es un llamado a cualquiera para que defienda lo que es correcto y sea honesto consigo mismo para mantenerse fiel a sus propios valores. Así, con esta mezcla de punk metalizado y new wave Ghost se despidió con sus feligreses rendidos en alaridos: “Los amamos, gracias por pasar esta noche con nosotros”, cerró el vocalista.

La fantasía, teatralidad y comedia de la banda no quita lo estimulante de la experiencia. Ghost es una banda que ha pasado en su música de presentar canciones sobre el nacimiento del anticristo desde Opus Eponymous, la percepción de la humanidad y su caída en los siguientes materiales como Infestissumam, hasta discos como Meliora o Impera en los que se ocupa menos de la relación de la humanidad con el Diablo; más bien, la banda destaca cómo la humanidad intenta reconciliarse o resignarse con la ausencia de un dios amoroso y benevolente. Una banda para no perder de vista.

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