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‘God is a woman’, la historia de una promesa incumplida y la responsabilidad del cine

COBERTURA. El documental realizado por el suizo-panameño Andrés Peyrot, ha sido elegido para abrir fuera de concurso la Semana Internacional de la Crítica, evento simultáneo al Festival de Venecia

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Imagen del filme.

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En 1975, el afamado documentalista Pierre-Dominique Gaisseau viajó a Panamá para rodar a los gunas y los ritos sagrados de sus mujeres, aunque la producción acabó en el olvido para disgusto de ese pueblo. Hasta hoy, que la historia de esa película prometida ha sido revelada en el Festival de Venecia.

El documental God is a woman (Dios es una mujer), con el mismo título que el de Gaisseau y realizado por el suizo-panameño Andrés Peyrot, ha sido elegido para abrir fuera de concurso la Semana Internacional de la Crítica, evento simultáneo al Festival de Venecia.

La cinta es la historia de una promesa incumplida. En 1975 Gaisseau, ya célebre porque un decenio antes había ganado el Oscar por el documental Le ciel et la boeu (1962), viajó a Panamá para retratar con su cámara el matriarcado del pueblo amerindio guna.

Su intención era sólida, tanto que vivió un año en las islas del archipiélago de San Blas en medio de esa comunidad, acompañado de su esposa y su hija Akiko.

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Sin embargo, el proyecto acabó fracasando al agotar los fondos y un banco francés procedió a confiscar las cintas que Gaisseau había rodado sobre aquel pueblo milenario.

Pero aquel rodaje quedó grabado indeleblemente en la memoria colectiva de los gunas, que siguen esperando a ver la película y revivir a sus familiares y seres queridos que participaron en ella.

Cincuenta años después se encontró una copia escondida en París y Peyrot decidió cumplir el sueño de los gunas, proyectándola y grabando la reacción emocionada del pueblo.

Peyrot explica en las notas de dirección que su intención al rodar esta historia fue brindar “una descolonización de la mirada cinematográfica y una reflexión sobre el poder de las imágenes”.

Y es que el descubrimiento de la película que fue prometida sirve como forma de preservación y valorización de las tradiciones de este pueblo antiquísimo que considera sagradas a las mujeres.

God is a woman es “una reflexión fascinante sobre la responsabilidad del cine -indicó-, sobre la relación entre pasado y presente, sobre el sentido de pertenencia y comunidad”.