Escenario

‘Guardianes de la Galaxia Vol. 3’: Un cierre de ciclo digno y nostálgico

CORTE Y QUEDA. El cineasta James Gunn se puso a cargo del cierre de la trilogía que reaviva a la franquicia Marvel

Star-Lord, Guardianes de la Galaxia
Fotograma de 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3'. Fotograma de 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3'. (CORTESIA)

En el 2014, James Gunn entraría al gran plan del Universo Cinemático de Marvel, liderando a un grupo de héroes poco conocidos dentro de los cómics llamados los Guardianes de la Galaxia, un grupo de criminales intergalácticos que debían unir sus fuerzas para evitar la destrucción del universo. Comandados por Peter Quill/Star Lord (Chris Pratt), el grupo tendría a Rocket Raccoon (Bradley Cooper), Groot (Vin Diesel), Gamora (Zoe Saldana) y Drax el Destructor (Dave Bautista), un quinteto que sorprendería a propios y extraños por su carisma y química.

Nueve años han pasado, Gunn fue despedido de Disney y el grupo se desbandó sin mayores noticias, siendo partícipe en algunos eventos del UCM, pero parecía que una tercera entrega de este alocado equipo no sería tan fácil de lograr. Sin embargo, James volvió para darle el cierre necesario a este grupo de inadaptados que han sobrevivido chasquidos, desamores y hasta una navidad con Kevin Bacon en Guardianes de la Galaxia Vol. 3, creando un arco final que se erige como una merecida despedida no sólo a ellos, sino a todos los involucrados en este proyecto.

Las cosas han cambiado, la galaxia no es la misma y el corazón roto de Peter Quill no sana. A pesar de ello, la música sigue sonando para estos héroes inesperados que, súbitamente, tendrán que enfrentarse a las consecuencias de todo lo que han cosechado. Este enfrentamiento no será nada sencillo, pues el último baile podrá costarle más de lo esperado a estos amigos que verán sus lazos cuestionados en una misión final que podría costar la vida de uno o varios de ellos ante el sádico perfeccionista conocido como el Alto Evolucionador (Chukwudi Iwuji).

Ante la crisis del cine de superheroes que ha dejado impresiones encontradas a principios de este año con Ant Man y la Avispa: Quantumania o Shazam: La Furia de los Dioses, esta tercera entrega de los Guardianes de la Galaxia baila a su propio ritmo, no dependiendo del universo Marvel alrededor sino simplemente de sus propias historias. Además, siendo el adiós de James Gunn con la compañía, se siente con una libertad creativa que le permite hacer, llevar y desarrollar aspectos que parecían antes limitados, sintiéndose como una cinta con todo su sello, muy al estilo de lo hecho por Raimi con Doctor Strange en el Multiverso de la Locura.

Escabulléndose de los lazos forzosos que el universo Marvel, ya entrado en su quinta fase, podría requerirle, Gunn simplemente proyecta ese cariño y amor por los personajes de buena forma, centrándose no sólo en su propio universo, sino que brinda un arco dramático por demás interesante al exponer la vida del querido Rocket Raccoon (Cooper), ofreciendo a través de él los puntos más dramáticos, de esta tercera entrega. Sin embargo, la aventura del resto también continúa en un guión de Gunn que, como buena sinfonía final, se va orquestando poco a poco hasta su memorable desenlace.

La música no podía faltar en este adiós y es que, desde que los Guardianes surgieron en este mundo de Marvel, se han convertido en la ópera rock de los superheroes, contando con un soundtrack que explotó en sus versiones anteriores muchos éxitos de los 70 y 80. Ahora, gracias al Zune que Yondu le regaló a su ‘hijo’ adoptivo, Peter, las opciones se expanden, por lo que Gunn se da el lujo de incorporar temas de Radiohead, Florence + The Machine, Alice Cooper, Beastie Boys hasta Bruce Springsteen y sus ‘Badlands’, que siempre van acompañados de alguna secuencia interesante además de la composición original de John Murphy, que no es ajeno a las historias de cómics (Kickass, El Escuadrón Suicida, 2021) y saca provecho de lo que puede.

La estética campy característica de la franquicia sigue presente, el humor absurdo y a veces mala leche de Gunn aparece, pero ahora las emociones están a flor de piel, así como los excesos y cierto aire de violencia que demuestra cómo esos vigorosos héroes han resignificado el concepto del hogar, la familia y sobre todo, que aquellas nuevas oportunidades que la vida trae son para abrazarlas de la mejor forma (aunque se muestren de maneras un tanto absurdas de vez en cuando). Todo esto envuelto en una aventura espacial de dos horas y media con dos escenas post créditos que, finalmente, le otorga paz a los queridos protagonistas que siempre estaban en busca de un propósito sin saberlo realmente.

A través de una línea paralela entre los flashbacks de la vida de Rocket y la locura por detener al megalomaníaco villano unidimensional típico de las películas de Marvel, Gunn demuestra el amor por esta gran familia que formó hace años, dándole su momento de brillo a cada uno de ellos, generando una auténtica carta de amor para todos los marginados. Si, el relato tiene sus detalles, como la adición de un Adam Warlock (Will Poulter) que generará sentimientos encontrados por su planteamiento o la sensación de que James quiere abarcar más de lo necesario para su relato.

A pesar de esos detalles, Guardianes de la Galaxia Vol. 3 sobrevive de buena forma ese desencanto que se ha desatado por la fórmula marvelita y de las más recientes adaptaciones cinematográficas de cómics, reafirmando que este realizador tiene una visión clara de lo que quiere y la hace respetar, aunque sea lo último que haga. Es así que Gunn y compañía concluyen su historia con un duelo de baile bastante digno, entregando una montaña rusa de emociones que sólo los Guardianes de la Galaxia podrían dar, rodeados de nostalgia y de un amable recordatorio de que no todo tiene que estar conectado, dándole una conclusión natural con el sello de James Gunn.

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