Escenario

‘Harvest’, una metáfora del origen doliente de la modernidad, intriga en la Mostra

COBERTURA. el filme de la realizadora griega Athina Rachel Tsangari aseguro que “muestra una proto sociedad escondida antes de la civilización y de que el capitalismo lo invadiera todo”

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La realizadora griega Athina Rachel Tsangari en la premiere de ‘Harvest’

La realizadora griega Athina Rachel Tsangari en la premiere de ‘Harvest’

EFE/EPA/FABIO FRUSTACI

El Festival de Venecia tuvo este martes su mañana más distópica con el estreno de Harvest, una reflexión metafórica y de tintes oníricos sobre el advenimiento de la modernidad y del capitalismo que compite por el León de Oro.

La película muestra una comunidad inocente que desconoce ideas como el poder, la culpa, la acción o la venganza, una proto sociedad escondida antes de la civilización y de que el capitalismo lo invadiera todo”, explicó en rueda de prensa la realizadora griega Athina Rachel Tsangari.

En Harvest, adaptación de la novela homónima de Jim Crace, una pequeña comunidad rural alejada de todo, en una época y un lugar indeterminado, afronta sin saberlo su propia extinción.

Sus habitantes, como el protagonista Walter (Caleb Landry Jones), se dedican a cuidar del campo, profesan auténtica veneración a los animales, parecen incapacitados para cometer cualquier maldad y obedecen al benigno señor del lugar (Harry Melling).

Sin embargo, de un día para otro, la aldea empieza a recibir señales, extraños personajes y misteriosos augurios del exterior.

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Primero llega un cartógrafo, luego un inmigrante y por último un banquero. Son, en resumidas cuentas, tres arquetipos con los que la cineasta ha representado el “trauma” de la modernidad, surgida al calor de la Revolución Industrial a principios del siglo XIX.

El futuro no está claro y el pasado nos ha sido arrebatado”, sostuvo la directora en la presentación en la Mostra.

Su idea, explicó, fue rodar una especie de western en el que actúan “humanos en medio de una naturaleza omnipotente a la que tratan de destruir y traicionar”.

Realmente abordamos algo antiguo y que parece tener mucha vida pero que ya está muerto”, apuntó Landry Jones.

La cinta parece una coreografía naturalista y ancestral, rodada en un verde paraje escocés, entre lagos y ríos, porque el deseo de la realizadora para situar su comunidad primitiva era encontrar “un lugar que haya existido desde siempre, no construirlo”.