Escenario

‘El Imperio de la Luz’: La mirada nostálgica de Sam Mendes hacia las enfermedades mentales

COBERTURA. Crónica Escenario estuvo presente en una charla con el cineasta y los actores Toby Jones, Tanya Moodie, Micheal Ward y la ganadora del Premio de la Academia, Olivia Colman

Mujer mirando una película en el cine
Fotograma de 'El imperio de la luz'. Fotograma de 'El imperio de la luz'. (CORTESIA)

Después de su aclamada cinta bélica acerca del dolor y heroísmo vivido en la Primera Guerra Mundial con 1917, Sam Mendes está de vuelta con un relato nostálgico que pone en la mira las enfermedades mentales así como el séptimo arte como un refugio de los problemas sociales en El Imperio de la Luz. Crónica Escenario estuvo presente en una charla con los actores Toby Jones, Tanya Moodie, Micheal Ward y la ganadora del Premio de la Academia, Olivia Colman, así como Mendes, que ofrecieron sus reflexiones acerca de este interesante filme.

Olivia Colman confesó que aceptó el rol de Hilary desde que Sam la invitó a participar en él, incluso antes de leer el guión. “Imagino que hay muchos actores que han hablado con él (Mendes) vía zoom diciendo que no están interesados en su proyecto. Pero en mi caso, fue un sí inmediato. Me mandó la historia y me emocioné porque Hilary es un papel que no he podido interpretar en mi carrera y eso me emocionó. Además del factor de interpretar a alguien de mi edad que tiene un amorío con alguien más joven, eso me daba cierto miedo. Pero afortunadamente, cuando Micheal y yo nos conocimos, me hizo sentir mucho más tranquila al respecto y no tengo más que agradecerle a Sam por considerarme para el rol”.

Micheal Ward, el más novato en experiencia dentro del set, expresó la enriquecedora experiencia que fue el trabajar con tanto talento a su alrededor: “Aprendí muchísimo en el proceso de encarnar a Stepehen, ser capaz de ver cómo cada uno de ellos tiene su manera de procesar las cosas y trabajar, fue grandioso. Pude absorber un poco de sus técnicas y eso terminó por ayudarme a mejorar mi propio proceso. Ahora tengo la capacidad de reconocer qué es lo que funciona y qué no en mi actuación. Cuando los veía a ellos en el set tenía dudas de lo que hacía al respecto pero ahora tengo mucha más seguridad en mis decisiones, confió en mis instintos y agradezco que Sam sea tan abierto para dejarme fluir de esa forma”, dijo.

La cinta de Mendes juega con el factor nostálgico de la experiencia de la sala de cine y esos grandes lugares que se convirtieron en recintos para muchos. Al respecto, el galardonado realizador mencionó: “Me duele mucho saber que las próximas generaciones no tendrán esa sensación latente de nostalgia por los lugares como las salas de cine, de las cabinas de proyección o los puestos de comida. Hay que celebrar esos grandes lugares y mantenerlos vivos en lugar de preocuparnos por nuestro pasado. Son espacios asombrosos que mostraban una sola vez una película y continuaban su corrida. Amo esas estancias donde todos tenían que correr un día cargando botes de películas, proyectarlas y volver a sacarlas”.

Toby Jones se unió a la nostalgia por las grandes salas de cine con una experiencia personal. “Cuando viví en París por unos años mientras entrenaba en mi carrera, ver la cultura cinematográfica alrededor ahí era impresionante porque podías ver cualquier cinta de cualquier era o género cualquier día de la semana. Ahí tuve la oportunidad de mirar muchas películas, esos dos años fueron lindos, con información que podías recoger y la gente con la que podrías asociarte en estos recintos majestuosos”, comentó.

Tanya Moodie, que toma el papel de Delia, recordó un lugar que guarda en su memoria con cariño donde desarrolló su pasión por este arte. “En mi caso, me tocó el apogeo de las salas multiplex, pero sí recuerdo un recinto especial que proyectaba cine de arte que fue importante en mi adolescencia. Estaba siempre rodeado de chicos que íbamos a ver El Show de Terror de Rocky y cantábamos, bailábamos, era lindo sentir la naturaleza de todos nosotros como jóvenes disfrutando de la oscuridad de la sala haciendo nuestras cosas. Era un lugar en que vivías con un sentido de libertad absoluta fuera de la pantalla además de las grandes historias que veíamos en ella”.

Siendo un proyecto tan personal para Mendes, la sensación de familia permeó el set de este filme: “Creo que en cada cinta en la que uno participa se crea un lazo similar a una familia. Nos volvemos muy cercanos. Cuando era joven me era difícil acostumbrarme a los cambios pero me fui dando cuenta que, cuando conectas con algunas personas, se quedan ahí para siempre a pesar de que no los veas por años. Sentí en este oficio que poco a poco encontré a mi tribu, formé esos lazos con la gente que me entendía”, declaró la actriz ganadora del Oscar.

“La colección de excéntricos que se concentra alrededor de hacer cine es muy parecida a los que se juntan cuando asisten a las salas de cine. Somos como unos marginados que encontramos refugio u hogar en este tipo de lugares y es magnífico”, complementó el director.

Hablando de esa índole personal que existe en El Imperio de la Luz, Sam confesó que es algo que, aquí, presenta de una manera diferente: “Crecí solamente al lado de mi madre y mucho de lo que sucede alrededor de esta película es inspirado en las memorias que tengo de haber estado al lado de un único familiar que, además, enfrentaba una enfermedad mental. Mucho de lo que confronté se refleja en el viaje que emprende Hilary (Colman). Curiosamente, si miran mi filmografía, no es que esté llena realmente de familias funcionales, pero en este filme es diferente y se experimenta a través de Stephen, Delia y su mamá”, expresó.

“Pero no escribí el filme pensando en la celebración del cine, sino que el tema central es la enfermedad mental que padece Hilary. Trato de ejemplificar cómo la música, las palabras y el séptimo arte pueden ayudarte a seguir adelante a pesar de ello. Como el niño que creció en este ambiente inestable, el cine era un escape de una forma que tal vez pocos podrían entenderlo. En ese entonces no había películas a través de la televisión, por lo que tenías que ir a una sala y así huir hacia una parte completamente diferente de ti mismo. Quise capturar esa fuga en el filme”, añadió Mendes.

“Asimismo, el personaje de Stephen verbaliza este escape al describir esa sala oscura entre la gente que no sabe cómo luces o quien eres o ni siquiera voltea a verte. Esa es la verdadera fuerza del cine, que es capaz de llenar la gran necesidad de los seres humanos por fugarse a la imaginación”, puntualizó el cineasta británico.

Retomando el hilo de la importancia del séptimo arte en las vidas de todos, Olivia rememoró un papel que marcó para siempre su carrera. “Si bien ya había decidido dedicarme a esta profesión, cuando vi Rompiendo las olas de Lars Von Trier en Bristol, siendo una estudiante de drama, me pareció tan asombrosa que no quise verla de nuevo. Ver lo que había plasmado Emily Watson a través de su personaje fue lo que me hizo aspirar a querer trabajar así de bien, como ella”.

También Mendes tiene clara la memoria de qué filmes fueron los que lo incitaron a seguir este oficio: “En mi caso, se debe a dos cosas. Primero, al niño de nueve años que miró Vive y deja morir del 007 en el Odeon de Camden Town, lo recuerdo muy bien. La magia negra, el vudú, me pareció tan extraño, peligroso y hasta sexy. Después, ya en mi etapa de estudiante, miré Paris, Texas de Wim Wenders, donde surgió en mí la cuestión interna de que tal vez podría ser cineasta. Fue la primera vez que tuve la noción de ver el mundo contemporáneo como un paisaje mítico en lugar de algo pequeño y doméstico”, expresó.

Ward sorprendió al panel con una elección que lo liga a su país natal: “Para mí, fue al ver una cinta jamaicana, Shottas. Me parece que la conexión que tuve con ella fue que no conocía nada de allá. Me mudé cuando era muy joven a Inglaterra con mi familia y a través de esta cinta, que se sentía como un documental, algo muy auténtico, fue que generé esa íntima conexión con Jamaica. Es un filme que me gusta mirar de nuevo de vez en cuando”.

Pero también el cine, como en el caso de El Imperio de la Luz, se convierte en un lugar que ofrece cierta comodidad o consuelo en tiempos difíciles. Por ello, ahondaron un poco en aquellas obras que significan esto para ellos. “El Padrino 2, la he visto una docena de veces. Como cineasta, en tiempos difíciles regresas a esas cintas que me recuerdan cómo hacer mi trabajo. Los pocos recursos, las actuaciones maravillosas, la forma en que cambia de línea temporal constantemente, la hacen una pieza increíble para mí, me brinda un confort interesante como realizador”, aseveró Sam Mendes.

“Aunque me cuesta trabajo volver a ver una película, debo admitir que todos los filmes que hablan sobre Nueva York me producen esa sensación. Hay algo acerca de ese acomodo de los departamentos, en ver a los histriones atravesar esas calles que espero algún día poder caminar por mi cuenta, simplemente observo sus comportamientos. Creo que es esta urbe mi favorita porque, para muchos británicos, es un paisaje que evoca los sueños. Por ello, cineastas como Martin Scorsese o Woody Allen han tenido un efecto profundo en mí”, reconoció Jones.

La dupla que Mendes ha hecho con Roger Deakins es mágica, y en este filme no se podían quedar atrás: “Es un maestro, hay muy pocos que han alcanzado el nivel que tiene en su trabajo. Le admiro, después de trabajar con él por casi 20 años, su negación a repetirse a sí mismo, de entrar en una zona de confort y ese deseo constante de hacer lo mejor para la historia sin andar presumiéndolo. Podemos ver cómo en Fargo, es muy mesurado, casi como un observador de las situaciones pero en Barton Fink saca una vena casi expresionista medio caricaturizada. Y en medio de esos dos tonos tan distintos, tiene un inmenso control del tono y el rango. En cada uno de los proyectos que he hecho a su lado es como si fuera alguien nuevo en el negocio y comenzara desde cero y esa lección es digna de aprender para todos”, meditó el director.

Aparte de esas lecciones profesionales, los proyectos también pueden dejar algunas lecciones de vida, como es el caso de Micheal. “Trabajé mucho con este personaje, vi muchas películas, construimos algo desde el guión para mostrar las cosas que le interesaban a Stephen. Todo eso me hizo darme cuenta, como actor, de todo aquello que otros compañeros y personas han hecho a la fecha para que pueda hacer mi trabajo ahora. Mirar a Richard Pryor con Gene Wilder como los protagonistas, uno de color y otro blanco, es algo que me parece fundamental, por ejemplo”, expresó.

“Me parece bueno que podamos entender cómo eran las cosas antes y cómo son ahora, ser capaces de reconocer todo lo que se ha avanzado y hecho, todas las historias e histriones que han sido agentes de cambio con su oficio. Todo eso me inspira a querer contar más relatos con diversidad de enfoques y todo tipo de experiencias. Y es que Stephen, como yo, se da cuenta de que esa injusticia o racismo al que se enfrenta es real. Es algo difícil de asimilar”, concluyó el joven actor.

La película llegó recientemente a Star+.

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