Sigourney Weaver, que se convirtió en un icono de mujer fuerte por papeles como la teniente Ripley, ahora se siente “entusiasmada” ante la posibilidad de que la candidata demócrata Kamala Harris pueda ser la primera presienta de Estados Unidos, tal y como confesó este miércoles en Venecia antes de recibir el León de Oro por su carrera.
“Pensar por un momento que mi trabajo haya podido tener algo que ver con su ascenso me hace muy feliz”, reconoció la actriz en la rueda de prensa previa a la ceremonia en la que esta noche recibirá el galardón honorífico de la 81 Mostra veneciana, al ser preguntada si creía que sus roles habían estimulado el empoderamiento femenino.
Weaver dio muestras de su sentido del humor haciendo ver que se emocionaba hablando de un eventual triunfo de la candidata demócrata ante Donald Trump: “Perdonen, necesito mi vodka. Todo se hizo más difícil en 2016”, se justificó mientras intentaba abrir una botella de agua, haciendo reír al público.
La actriz neoyorquina ha sido distinguida con el León de Oro veneciano por su dilatada carrera en cine y teatro, pero, sobre todo, por haber acuñado desde los 80 “la imagen de una heroína sin precedentes, capaz de salir victoriosa ante modelos masculinos que habían dominado hasta entonces el género de acción”.
Entre estos papeles destaca el de la inolvidable teniente Ellen Ripley de la saga Alien, ideada por Ridley Scott y continuada por directores como James Cameron, pero también por otros trabajos como Gorilas en la niebla (1988) o el universo de Avatar.
“A lo largo de mi carrera he tenido la suerte de recibir historias en las que quería participar, películas que son más que las personas que aparecen en ellas”, reconoció ante su público.
No obstante, uno de los logros que le suelen endosar es el de haber cambiado o reforzado la imagen de la mujer en el cine con sus papeles, aunque ella prefiere hablar de “mujeres reales”, porque la fortaleza no es patrimonio de género alguno.
“Ridley pensó mi personaje como una persona, no como una mujer. Todas esas ideas son estupendas, porque las mujeres pueden ser todo lo que deseen, pero yo he tenido la posibilidad de hacer a una mujer real”, explicó.
En este sentido, defendió que son las mujeres de todo el mundo quienes están en la línea de frente de las principales crisis, como el cambio climático, y son ellas las que la inspiran.
“Siempre me preguntan por qué interpreto a mujeres fuertes pero esa para mí es una pregunta rara. Yo interpreto a mujeres y las mujeres son fuertes, no renuncian... Porque no pueden”, zanjó.
En su memoria como actriz, brilla el recuerdo de antecesoras de los años treinta y cuarenta, como Bette Davis o Ingrid Bergman, con quien en su juventud compartió meses de gira teatral, pero también de maestros del cine italiano, como Federico Fellini o Vittorio De Sica.
Su legado reforzó su decisión de dedicarse a la interpretación y de estudiar en Yale, gracias también a su voluntad inquebrantable, ya que lo hizo pese a las advertencias de su padre, empresario televisivo, y de su madre, la actriz británica Elizabeth Inglis.
“Mis padres no creían que pudiera tener éxito y siempre hablaban fatal del mundo del espectáculo. Cuando vieron que salía adelante les sorprendió verdaderamente”, aseguró.
Por el momento Weaver, a sus 74 años, no tiene ninguna intención de dejar de trabajar y mucho menos ahora, que la industria ha aceptado aumentar la edad de jubilación de las actrices: “De repente han decidido que las mujeres mayores podían interpretar personajes interesantes porque el público son personas reales”, celebró, sin abandonar cierto tono irónico.
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