La cineasta española Isabel Coixet presentó este jueves en el festival español de cine de San Sebastián el documental El techo amarillo, sobre las mujeres que denunciaron haber sufrido abusos sexuales en el Aula de Teatro de Lérida (noreste español) cuando eran adolescentes.
Cuando sucedieron los hechos, tenían 13, 14 o 15 años y eran incapaces de entender que estaban siendo víctimas de un sistema de “manipulación a través de la seducción”, tal y como explican en la cinta. Cuando por fin se atrevieron a ir a los tribunales, en 2018, el caso había prescrito.
Sus abusadores eran dos profesores del centro, uno de ellos, Antonio Gómez, llegó a ser director. Para sus alumnas era un “referente”, un tipo “transgresor” y “creativo” hacia quien sentían una profunda admiración, que este utilizaba para manipularlas.
Coixet decidió hacer el documental tras leer la investigación que publicó el diario Ara en 2020, según contó la cineasta en rueda de prensa.
“El artículo dejaba entrever unas voces poderosas”, explicó. “Tras hablar con ellas (las víctimas) por primera vez, me pareció increíble que hubiera prescrito: la fiscalía reconocía en su escrito la veracidad de los hechos, pero decía que había prescrito”.
Los hechos, que según el periódico se produjeron durante 20 años, aunque la denuncia comprendía solamente el periodo entre 2001 y 2008, incluían clases muy sexualizadas, con tocamientos en los que participaba el profesor, que se llevaba a las menores a su casa, las citaba los domingos o entraba en el vestuario cuando se cambiaban.
“Te hacía sentir especial porque te elegía a ti”, dice una de ellas en el documental, Goretti Narcis, que a los 15 años mantuvo relaciones con él pensando que era “la única”, al igual que otras de sus compañeras (nueve denunciaron).
En la rueda de prensa, Marta Pachón explicó que la razón de dar la cara es animar a “las que no se han atrevido a hablar”, y Miriam Fuentes añadió que se trata de “que vayamos cambiando la historia y el discurso social que promueve esto, que poco a poco los abusadores se sientan menos libres de hacerlo”.
No obstante, ven muy difícil que el caso se reabra porque para ello tendría que haber nuevas denuncias de un periodo más reciente, y ellas saben lo difícil que es dar el paso.
“El verdadero acto de valentía es reconocer que has sufrido abusos”, subrayó Sonia Palau. Para ellas, la clave ha sido ir de la mano. “Nuestro camino juntas ha sido sanador y hemos aprendido sobre el abuso y sobre la sororidad”.
Coixet se confesó “intrigada” por lo que llama la “trama económica” del caso, porque Gómez recibió una indemnización de casi 60 mil euros cuando fue expulsado del centro. “Esa indemnización es una bofetada en su cara, es algo en lo que me habría gustado ahondar, pero nadie quiere hablar las cosas”.
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