Los delirios de un vagabundo de Buenos Aires inspiraron a Luis Ortega para rodar El Jockey, una exploración surrealista de la identidad, la realidad y de “lo milagroso de la vida” que ha logrado hipnotizar este jueves la carrera por el León de Oro del Festival de Venecia.
“Esta es una película atravesada por muchas preguntas. Cuando uno es más joven piensa que en algún momento va a entender algo pero al final llega a la conclusión de que nunca va a entender nada. Trata de eso, de la posibilidad de que no haya un centro en las personas, que no haya una identidad, y que de todos modos uno pueda observar y pasarla bien”, explicó en rueda de prensa el cineasta.
El Jockey es Remo Manfredini (Nahuel Pérez Biscayart), un legendario jinete de carreras sumido en una vorágine de autodestrucción que amenaza su carrera, su relación con su novia Abril (Úrsula Corberó) y hasta su propia vida.
El día de la carrera más importante de su vida, que podría saldar sus deudas con su peligroso patrón Sirena (Daniel Giménez Cacho), el jockey sufre un accidente que lo postra en la cama de un hospital con heridas y daños cerebrales incompatibles con la vida.
Sin embargo de un día para otro despierta para emprender una auténtica odisea por las calles de la capital argentina, libre de sus recuerdos y de su propia identidad para empezar a descubrir su propio “yo”. Aunque los sicarios de su jefe no olvidan.
Ortega (Buenos Aires, 1980), autor de Dromómanos (2012) o El Ángel (2018), ha arrancado este jueves la carrera por el León de Oro apostando por lo insólito, soltando todas las riendas artísticas posibles y desatando la anarquía en la pantalla.
La inspiración brotó al conocer por las calles de su ciudad a un vagabundo ruso vestido de mujer que solía entrar a las farmacias para subirse a la báscula. El mendigo aseguraba que pesaba cero kilos y que eso le tranquilizaba porque significaba que no existía, tampoco para sus supuestos acosadores, recordó el realizador.
“La paranoia es una gran fuente de inspiración”, disparó el autor, que también aludió como referencia al libro El vagabundo de las estrellas (1915) de Jack London, la historia de un hombre torturado que pierde la capacidad de olvidar.
En su opinión, la vida cotidiana es una puesta en escena e indagar “quién mueve los hilos” una motivación, una “búsqueda religiosa desesperante y psiquiátrica”.
Por eso, la trama de El Jockey gira, cambia cada dos por tres, nada parece sujeto a las reglas de la realidad... porque la idea es ver “la vida como si fuera un milagro sin mucha explicación”, zanjó.
Tal es así que en su escapada, el protagonista va mutando, pasa por varias identidades, al menos aparentemente. “También es una historia de cuántas veces hay que morir para liberarse de uno mismo”, explicó.
El cineasta ha vivido el proceso de creación como una experiencia profunda y, por eso, en la rueda de prensa veneciana agradeció a sus actores no haberle hecho demasiadas preguntas, aunque algunos como Úrsula Corberó, sentada a su lado, le desmentían con una sonrisa.
“Luis es una persona que no solo transmite talento, arte y magia, sino que tiene sensibilidad. Él dice que no le hicimos preguntas, yo le hice varias pero las respuestas fueron completamente inútiles”, prometió la española, estallando enseguida en una carcajada.
La actriz, mundialmente conocida por su papel de Tokio en La casa de papel, aseguró sentirse “muy emocionada” por haber trabajado en El Jockey porque para ella ha supuesto “una búsqueda constante” muy distinta a lo que había hecho hasta la fecha.
Abril es “el personaje más valiente” que ha interpretado en su carrera, un papel menos agresivo de lo que acostumbra, que demuestra que “no hay necesidad de mostrarse segura o valiente o ponerse alguna coraza” porque el coraje reside precisamente en no hacerlo.
“Cuando empezamos los ensayos, me daba mucho miedo eso porque es muy diferente a mi pero a medida que iba haciendo la película me di cuenta de que en realidad no. Eso me ha cambiado bastante, yo también estoy en un momento de transición en la vida”, dijo Corberó.
En el rodaje pudo trabajar por primera vez con la actriz chilena Mariana Di Girolamo, quien agradeció la oportunidad de haber participado de “este viaje a lo desconocido” guiado por Ortega.
“Él es un brujo, un mago”, le describió su amigo de la infancia y protagonista, Pérez Biscayart, que ya trabajó con él en Lulu (2014).
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