El actor estadounidense John Malkovich protagonizó el pasado jueves y el viernes en Madrid un espectáculo singular con orquesta en directo, en el que interpretó a Jack Unterweger, un asesino en serie, aunque deja claro que él “nunca” siente afinidad con los personajes que representa.
“No apruebo ni repruebo mis personajes, no es más que trabajo”, dijo el intérprete, un entusiasta de España, que recibió el Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián en 1998.
Malkovich representó la obra en el festival cultural Veranos de la Villa de la capital de España.
Infernal Comedy. Confesiones de un asesino en serie es un montaje que dirige el austriaco Michael Sturminger, y que se acerca a un personaje real, el austriaco Jack Unterweger (1950-1994), que confesó sus crímenes por escrito, lo que dio lugar a esta obra, representada por primera vez en Viena en 2009.
A Unterweger se le conoció como el “poeta de la cárcel”, pues allí escribió su autobiografía y poemas, que tuvieron buena acogida entre los intelectuales de lengua alemana. Consiguió la libertad vigilada en 1990, hasta que nuevas investigaciones lo llevaron de nuevo a prisión.
Se suicidó en la celda en 1994 horas después de haber sido condenado a cadena perpetua por el asesinato de nueve prostitutas.
“No hay nada malo en interpretar personajes que no son buenos. No apruebo ni repruebo mis personajes, no es más que trabajo”, subrayó Malkovich en la presentación del montaje.
“Una vez que asesinas a alguien, no sé quién puede redimirte, quizás tú puedas redimirte a ti mismo, pero no es algo que Unterweger estuviera realmente interesado en hacer, no lo sé”, ni tampoco los autores de la obra, añadió.
La particularidad de esta obra, que ya ha pasado por escenarios de varios países, reside en la puesta en escena, con una orquesta de cuerda que interpreta música del Barroco y dos sopranos solistas, explicó.
“Esta obra es especial, tiene algo que no tienen las demás y es el componente musical y la potencia que tiene esa música: la sensación que da es como si te golpeara una casa en movimiento”, precisó.
Malkovich, que alcanzó reconocimiento y popularidad con su trabajo en la película Las amistades peligrosas, comentó que se sintió atraído por “la fuerza, la belleza y la alegría” de trabajar con una orquesta y dos sopranos, e intentar ver “cómo podía encajar” él.
A su juicio, el cine y el teatro son como dos instrumentos, “uno sería el piano y el otro el violín”. Ambos son música, pero en la forma de interpretarlos, no están realmente relacionados. “El teatro es efímero y orgánico”, es “algo vivo”; y el cine “perdura para siempre”, dijo.
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