Johnny Depp, que el martes se llevó todos los focos del Festival de San Sebastián a su estela, agradeció al Zinemaldia el apoyo que le dio en “tiempos confusos”, especialmente para él, dijo, cuando el certamen acogió la película que producía en 2021 y, además, le otorgó un Premio Donostia.
“El Festival pensó en lo que podía conllevar posicionarse a mi favor, y aun así lo hicieron. Fueron muy valientes y siempre sentiré una conexión muy especial con San Sebastián”, ha comentado el artista en una charla con un grupo reducido de periodistas, entre los que se encontraba EFE.
Depp hablaba de tres años atrás, cuando su divorcio de la actriz Amber Heard y las acusaciones de abuso que ella llevó a los tribunales le habían convertido en una persona “non grata”.
La actitud del Festival, ha dicho, fue “inspiradora” y desearía que así lo entendieran las nuevas generaciones “por el bien del cine”.
Hoy, Depp visita de nuevo la capital donostiarra, esta vez para presentar en la sección oficial del festival, fuera de concurso, su segundo largometraje Modi. Three days on the wings of madness, realizada 27 años después de la primera, The Brave (1997).
Adorado por el público y temido por los periodistas por sus largos retrasos para atender sus compromisos promocionales, Depp ha apostado por dar alas a sus actores, a los que ha responsabilizado de la mejor parte de su película, una creación apoyada por improvisaciones que “le han hecho crecer”, ha dicho Depp.
Ha reconocido sentir fascinación desde hace años por este personaje bohemio que rechazaba cualquier tipo de compromiso, un artista caótico en su vida y en su arte que enlaza muy bien con el esquema mental de Depp, un director más organizado y comprensivo con los actores que para explicar sus métodos de trabajo.
“Cuando acabé The Brave me dije que nunca más haría otra película. Dios, qué cantidad de matemáticas -se ríe- (...) pero esta ha sido como hacer música, como si la siguiente capa la marcaran la melodía o los coros”, ha dicho el protagonista de la saga de Piratas del Caribe.
“Solo he tenido que sentarme a ver qué hacían los actores, cómo vivían y reaccionaban a la historia, ha sido mucho más fácil (que The Brave), creo, la experiencia ha sido mil veces más positiva”, ha dicho.
Esos Tres días sobre las alas de la locura son los que Depp utiliza para contar quién y cómo era el artista bohemio, (“italiano y judío”) Amedeo Modigliani, al que sus amigos llaman Modi.
Son 72 horas que comienzan con un espectacular número (casi cómico) en uno de los cafés más selectos del París de 1916 donde un descarado joven pintor se busca la vida vendiendo pequeños dibujos de damas exquisitas a las que fascina, no por su arte, sino por su atractivo.
Tras una caótica pelea, huye por las calles de París perseguido por la policía y termina por apelar a su marchante para convencer a un coleccionista americano, Maurice Gangnat (Al Pacino).
Depp utiliza igual tomas en blanco y negro (como si se tratara de una película muda de la época -con su homenaje a Buster Keaton incluido-), con una música contemporánea que rompe esquemas y que incluye a Bob Dylan, Tom Waits o Patti Smith, envolviendo textos de Rimbaud, Dante o Jack Kerouac, en inglés, francés e italiano.
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