Agregándose a las opciones de la cartelera comercial, Sanctorum (2019) por fin se ha estrenado en las salas de cine en México, mostrando el nuevo largometraje del cineasta Joshua Gil, que retrata uno de los mayores males que aquejan a nuestro país, matizado con un realismo mágico inusual en el cine nacional.
Un pequeño pueblo del sur mexicano es manipulado por el narcotráfico, sufriendo los estragos de la guerra que el ejército nacional ha declarado. En medio del huracán de violencia, un joven pierde a su madre, quien busca desesperadamente su regreso, sin darse cuenta que será la propia naturaleza quien le brindará la paz y las respuestas que solicita con absoluta angustia.
Tres años después de su estreno en festivales internacionales, así como en un selecto circuito independiente, Sanctorum llega con fuerza para que el público mexicano pueda disfrutar de uno de los mejores trabajos que la edición 17ª del Festival Internacional de Cine de Morelia proyectó en aquel 2019:
“Es una gran oportunidad el poder llevar la película a las salas comerciales, pero esto se encuentra acompañado por un sentimiento de extrañeza, debido a la batalla de entendimiento y espera tras lo sucedido con la pandemia. Al mismo tiempo, estoy emocionado de por fin llegar al público con está historia”, expresó el director de la cinta.
La sierra oaxaqueña es el punto de origen de una trama cruda en sus bases e interesante en su ejecución, creando una experiencia única para el espectador y que lo retará a ir más allá del propio conflicto planteado en la superficie. Fueron diversos los factores por los que una historia de esta naturaleza tardó en llegar a las pantallas de México, algo que el propio Joshua Gil compartió para Crónica Escenario.
“Una película como Sanctorum, para poderse estrenar en salas, necesariamente requería de un incentivo fiscal como EFICINE, lo cual nos llevó a esperar el momento adecuado para entrar en las convocatorias del IMCINE. De igual manera, la película fue comprada por una agencia de distribución internacional, logrando colocar esta producción en países como Brasil, España, en algunos puntos de Estados Unidos, entre otras”, contó el realizador mexicano.
Si bien la película juega con elementos muy claros de herramientas documentales, para crear una sensación de cercanía con la audiencia, son aquellos tintes fantásticos en el filme los que pueden llegar a ser un factor determinante para su aceptación entre el público mexicano, siendo un interesante trabajo experimental para crear conversación alrededor de este trabajo:
“Cuando hemos tenido la oportunidad de proyectar la película para públicos muy diversos, se ha creado una comunicación efectiva con respecto a la historia presentada. Más allá de las ideas vertidas por la crítica especializada o por nosotros, como gente de cine, la perspectiva de la gente desde la experiencia de la butaca es única, lo cual me gusta mucho”, opinó el director.
“Hay gente que ama la cinta, algunos no la entienden, otros la platican constantemente, y creo que eso es el cine finalmente; nosotros no podemos controlar lo que opina la gente, y eso es maravilloso, porque yo estoy a favor del libre discurso en cuanto a la apreciación de las artes se refiere. Es emocionante esperar la reacción del público mexicano”, agregó el también director de La maldad (2015).
Por otro lado, Joshua Gil compartió todo el desarrollo de la producción, desde la parte de creación hasta su ejecución, la cual llevo a ser demandante en ciertos aspectos muy específicos.
“Hubo una investigación muy profunda para hacer la película, así como una inspiración muy grande para filmarla. Había un importante interés por hablar del campo mexicano, la desigualdad que existe en estas tierras, además de la vulnerabilidad que se encuentra en estos pueblos originarios. La parte de fantasía en la película atiende a un lenguaje cinematográfico cuyo propósito es hacerla disfrutable y lograr una sensibilización ante la problemática de los campesinos en estos territorios, siendo esta la misión principal”, aportó Gil sobre la directriz sobre la cual se filmó esta producción.
Las vistas oníricas son importantes para la construcción metafórica del objetivo de Sanctorum, es decir, guiarnos a través de un camino sensorial y de transformación sobre cómo actuamos ante las fuerzas naturales, así como la propia esencia autodestructiva del ser humano.
Finalmente, Joshua Gil nos comparte información sobre próximos proyectos, después de presentar su reciente cinta en salas mexicanas:
“El siguiente proyecto es un documental en forma, intentando desprenderme de las formas académicas existentes, reservando una exploración de la ficción para el próximo año, con un guion más que listo; me encanta la idea de hacer una película completamente ficcionada, sin perder este interés por los aspectos sociales”, concluyó el realizador.
Ya podemos encontrar en distintas salas del país Sanctorum, que sin duda promete generar espacios de conversación ante una realidad que se mantiene activa en nuestro contexto social.
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