En el año del cuarenta aniversario de la democracia en Argentina, Ulises de la Orden presentó este fin de semana en la Berlinale, El juicio, un documental que condensa en poco menos de 180 minutos 530 horas de imágenes del para el realizador poco conocido juicio de 1985 a las juntas militares de la dictadura.
En entrevista con EFE, el cineasta explica que cuando empezó a trabajar en 2013 en el proyecto, tenía la sensación de que este juicio estaba “un poco olvidado, no muy contado, no desde el cine”, a pesar de ser un “hecho fundacional” de la historia moderna de Argentina, y de su democracia.
“Creo que el juicio a las juntas es la razón por la cual nuestra democracia, a pesar de los enormes problemas que tenemos en la Argentina, es sólida. Y significó un parteaguas en nuestra historia moderna”, dice, al afirmar que esa fue una de las razones que le movieron a hacer la película.
Si bien la recientemente estrenada película Argentina 1985, de Santiago Mitre, con Ricardo Darín y Peter Lanzani, “introdujo el tema”, su documental “va más allá, profundiza”.
El realizador comenzó a trabajar en 2013 en la investigación, en los primero guiones, y después consiguió a través la alianza de organizaciones de derechos humanos argentinas Memoria Abierta las 530 horas del juicio contra Jorge Rafael Videla, Leopoldo Fortunato Galtieri, Roberto Viola, Emilio Massera, Armando Lambruschini, Jorge Anaya, Orlando Agosti, Omar Graffigna y Basilio Lami Dozo.
Con Alberto Ponce, editor, y Gisela Peláez, asistente de dirección, comenzaron la visualización y cada uno produjo su archivo, planillando y catalogando ese material, que les llevó nueves meses de trabajo, explica.
“Si bien nosotros somos personas informadas -conocíamos la historia- escuchar los relatos de primera mano fue estremecedor”, señala.
Precisamente “ese enorme cuerpo de archivo de 530 horas de material prácticamente inédito” fue otra de las razones, está “más de índole cinematográfica” que le movieron a hacer esta película.
“Sumergirme en ese archivo y recorrerlo, planillarlo, investigarlo, conocerlo, estaba seguro que me iban a conducir a una película, a la película que yo quería hacer”, afirma.
En ese trabajo de “profundización de la investigación” y a pesar de haber un guión previo, empezaron a aparecer “algunas de las ideas que iban a ser rectoras en el proceso de montaje”.
“De esas 530 horas, nosotros comenzamos a buscar una estructura dramática que nos permitiera contar lo que sucedió en la sala, que básicamente fue cómo la fiscalía se manejó para probar los delitos de lesa humanidad que se le imputaban a los comandantes acusados, y armar eso de una forma que hubiera un relato, una narración, que se diera una estructura dramática”, precisa.
A partir de ahí, fue “un enorme trabajo de montaje” de más de 24 meses, “arribando a esa estructura, y depurando, llegando a una esencia de lo que queríamos contar”, agrega.
Una de las decisiones previas incluso a mirar el material era que la película no fuera “un catálogo de casos” individuales, sino que hubiera “una estructura dramática”, sin dejar afuera ninguno de los “temas claves” sobre los que la fiscalía se basó para formular la acusación y los jueces su fallo.
“Cada caso de los que se habla en el juicio podría dar para un documental o una película, sin duda”, asegura el realizador, quien agrega que en esas 530 horas de cuerpo de archivo existen “infinidad” de filmes.
Una vez hecho el catalogado, explica, comenzaron a armar una enorme cantidad de temas, más de cuarenta, de media hora cada uno, que finalmente quedaron reducidos a 18 en la película final.
El primer corte de la película, que llevó casi dos años y medio de montaje, tenía más de ocho horas, explica.
Sobre esta base comenzó un proceso de “muchísima concentración”, siempre con la idea de lograr esa estructura dramática “que fuera amena para el público” al que querían llegar, menos formado, adolescentes de 16, 17 años, para que conociera esta historia.
El realizador afirma estar “muy contento de que su documental se estrene en la Berlinale, el más importante de los festivales a los que El juicio podía aspirar”, por lo que su proyección dentro del programa de la sección Forum, dedicado al cine experimental, es “muy buena noticia” para el equipo.
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