Kenya Cuevas, mujer trans que se dedicaba a ser trabajadora sexual, vive un punto de inflexión en su vida a partir del asesinato de una de sus amigas llamada Paola Buenrostro, que fue atacada por un hombre que contrató su servicio dándole tres balazos en el auto que iban. Ante la impotencia de no poder hacer nada para auxiliar a su compañera, Kenya capturó la agonía e impotencia por la falta de ayuda a ella, que finalmente perdió la vida al lado de su agresor, grabando esa cruenta escena en su celular.
En el filme Kenya, ópera prima de Gisela Delgadillo, cuyo fuerte es la fotografía y realización de audiovisuales, demuestra su experiencia en la investigación documental y periodística. Es a través de su lente que, en un proceso de largos años, muestra el nacimiento y crecimiento de una figura como Kenya que va desde la situación de trabajar en la prostitución hasta convertirse en una de las voces más importantes en defensa de los derechos de los transexuales en México.
Ganadora del Premio del Público en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), Delgadillo muestra con gran sensibilidad el camino y lucha de Kenya, misma que la lleva a transitar por los rincones más oscuros del abandono, la violencia, la discriminación y la falta de equidad que viven las mujeres tras en el país. Sin ser su meta principal, ella, a través de sus acciones, va cambiando su destino poco a poco mientras la búsqueda de justicia por el asesinato de su amiga la transforma en una voz para todas ellas que tienen ese constante miedo de terminar sus vidas con un trágico final.
La labor de investigación de Delgadillo trasciende hacia un proyecto que, inicialmente, buscaba hablar de la vida de las mujeres transgénero en la prisión. Curiosamente, todo da un giro cuando, al buscar dar visión a este tipo de problemáticas que enfrentan las transexuales, sucede el acontecimiento de Paola y conoce a Kenya. Desde ese punto, la realizadora se compromete a contar esa historia, a dar vida al testimonio de ella y sus amigas que claman la atención correspondiente en un país donde los trans feminicidios han escalado en sobre manera.
El magnetismo que irradia Kenya funciona como perfecto atractivo de este relato. Es interesante ver cómo a partir de un hecho, su vida cambia drásticamente. Al enfrentar los trabucos habituales en el sistema y tener que vivir de manera indirecta casos de amigas que también fueron víctimas de maltrato, que pasaron situación de calle o que, tristemente, fallecieron ya sea por la falta de atención médica debida o por la violencia de género, es que Kenya pasa a ser una líder para todas en esta lucha social por la equidad de género.
Una de las decisiones por las que este documental destaca es que no suma nada a los estereotipos ni estigmatiza a los transexuales. Esto ayuda para que, mediante cierta intuición, Delgadillo pueda contar ciertas partes de las historias que no se conocen detrás de Kenya y de ella misma. Es así que el foco del relato se aleja completamente de la violencia o el morbo para poner atención a esa lucha constante que llevó día a día, haciendo protestas en la calle hasta la creación de La Casa de las Muñecas Tiresias.
Aunque no es un documental de corte político, definitivamente la fortaleza del relato recae en la voluntad de irrumpir el silencio, de no quedarse callados ante las injusticias de un sistema que claramente muestra sus disfuncionalidades para abrazar, comprender y dar seguimiento a la comunidad transexual. Ahí radica un aire de crítica que busca crear conversación y consciencia, construir a partir de ello. Si bien Kenya logra esto a través de una solidaridad y empatía con los involucrados, tampoco duda en señalar la indignación ante la falta de preparación o de correcta atención ante una problemática que la sociedad y sus redes son incapaces de comprender.
Asimismo, la visión de Delgadillo sitúa a Cuevas como alguien que está fuera de los estereotipos utilizados normalmente para representar a las identidades trans. “Somos personas, hermanas, una gran familia y yo soy como su mamá”, dice en algún momento Cuevas en el filme, lo que resulta fundamental para ejercer la empatía a través de su narrativa, sus experiencias que son tan humanas como las de cualquier otro. Si bien existe cierta vena intelectual que apunta hacia una mayor reflexión del tema, es mediante el ejercicio de mostrar la vida de esta activista por los derechos trans y su evolución dentro de otros contextos lo que abre un mar de posibilidades para que la audiencia se acerque a este tema más allá del margen o etiqueta del género.
Así, Kenya es un documental cuya causa principal trasciende a su protagonista, siendo un canal para mostrar un dilema más en busca del consciente despertar de esta problemática social, dando voz al testimonio de un ser humano que busca un trato justo, sin discriminación. Es esa búsqueda de aceptación la que resuena en su lucha que se mantiene vigente y que sigue ayudando a la comunidad, predicando con el ejemplo para mostrarle al mundo y a sus compañeras trans que es posible vivir y salir adelante siempre y cuando no triunfe nunca el silencio ni la violencia sino la tolerancia y comprensión.
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