La irresoluble e inevitable necesidad de hacer arte, de hacer música y otorgarla al mundo, volvió a emerger desde La Barranca. La banda de rock más creativa, persistente, actual y relevante del país se dio cita con su leal audiencia en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, uno de los escenarios más bellos de México para enaltecer la expresión artística. (Fue sold out).
“Bienvenidos al retablo de la ensoñación (…). Bienvenidos a la eterna predisposición, de asomarse a los espacios restringidos”.
La radiante y rejuvenecida banda dirigida por un cada vez más sabio José Manuel Aguilera, dio una muestra de que todavía se puede roquear duro, con maestría y exactitud y ser, a la vez, sumamente elegante en ello. Actitud, interpretación y estilo haciendo magia la noche del viernes.
“Además de tus misterios qué otra cosa me puedes dar, si es misterio el universo y es misterio tu soledad”.
“Bienvenidos a La Barranca”, dijo Aguilera al público fiel, como lo expresa en cada concierto, recreando una imagen donde el título de la agrupación representa un lugar en el espacio-tiempo al que acudimos a presenciar algo especial.
Y siguió con la bienvenida a la “ciudad más magnética, caótica y chingona del mundo”: “… maldigo a la ciudad, pero jamás he visto un cielo igual (…) Como el sol cuando cae, también tú te irás”.
El concierto del viernes se realiza en conmemoración y presentación del ¡treceavo disco! (LP) de estudio de la banda fundada por Aguilera, Federico Fong y Alfonso André, hace tres décadas.
“Tenemos canciones nuevas que queremos tocar”, dijo el vocalista, compositor y guitarrista sobre “Antimateria”, que se desenvuelve a partir de la canción “Arde”. A un día de la marcha por un funesto aniversario más de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Aguilera dijo sobre la canción: “no la queremos dedicar a nadie en especial, solo recordarla 43 veces”.
Imágenes de los normalistas acompañaron la nueva canción que, como muchas de las letras del compositor, reflejan dolencias o sucesos del pulso actual del país. “Y se levantan muros de histeria, histeria y temor, paranoia fanática convertida en prisión”.
A la noche se sumó el homenaje a “Toña la negra” hecho canción, mientras desfilaban imágenes de la veracruzana ícono del bolero: “…, negra como tu piel, sin tu voz la noche es aún más negra”.
Ernick Romero se ha consolidado como el bajista heredero de la historia del instrumento en la banda, donde tiene momentos protagónicos infalibles: “Eso que llamas realidad, alguna vez también fue sólo un sueño”. Su actitud al interpretar la música de La Barranca es de un verdadero rockstar.
Algunas letras de las canciones de Aguilera fungen como crónicas de nuestros tiempos y entran en temas donde otros músicos y letristas no se atreven. Pero el compositor no teme a cantar sobre inteligencia artificial en un recinto que es casi un museo de historia de la época revolucionaria.
“Para los versos que quiero escribirte, la inteligencia artificial me resulta insustancial”.
“Antimateria” fue grabado con músicos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, quienes hicieron gala en el concierto de rock. “Participan en ‘Antimateria’, vienen a tocar eso, pero por qué no otras cosas…”, dijo el cantante. “Al menos el diablo seguirá, seguirá, toda la vida tentando a la muerte”.
Yann Zaragoza también ha consolidado su lugar en la banda, por lo que en las últimas producciones el piano forma parte de la composición de las canciones. Para la noche del viernes, entre los diferentes teclados y sintetizadores, hizo gala de un piano de cola, acorde a la velada. También fungió como director de orquesta.
“Dame una razón para volver a tu refugio, no quisiera verte suspirar entre sus muros, ya no hay nada que puedan decirnos. Dame una razón para bajar al inframundo”, ¿es acaso esta canción uno de los momentos más bellos en la historia de la banda? Para mí lo fue, al menos, el de esa noche.
Tras el momento conmovedor, llegó la interpretación del primer sencillo del nuevo disco, esa canción que tocaron en vivo sin siquiera existir un disco, lujo de una banda creativa y viva en la formulación de nuevas piezas. “Permanece intacta la imagen que conservo de ti”.
Pero no todo es la novedad, hay saltos a los, ahora clásicos de la banda: “Para presenciar el esplendor, la visión final de la caída, cerca de ti”, y aparecen arreglos especiales para la interpretación en vivo que dan frescura a canciones que han sonado sin parar en todos los escenarios: “alguien se roba la luz, alguien se roba tu perro”.
No sé qué opine la audiencia y fans que conocen la obra de La Barranca y la han escuchado en diversas ocasiones, pero me pareció haber presenciado la interpretación de las canciones clásicas de la banda con otros bríos, con una potencia y maestría notables. “Y vendrá de frente si la ves venir…”
Estas nuevas escalas son anunciadas por los redobles de Abraham Méndez, la potencia y exactitud de sus baquetas en los tambores lo reafirman ("Ten piedad de las almas humanas..."). Una muestra fue la interpretación de la canción que dio origen al nombre de la banda hace décadas: André y “Chema” Arreola estarían entusiasmados de escucharlo. “Ay amor, ay amor, ay amor, amor…”.
Siguieron trepidantes canciones de los últimos cuatro discos de la banda, correspondientes a la última década, que representan su momento actual, una reinvención más que se ha sumado a la larga y fructífera trayectoria de la agrupación, que tiene como eje el talento de Aguilera. A esta última etapa suena La Barranca, que está más viva y en un gran momento, cosechando la identidad forjada en estos diez años.
“Pálida, ingrávida, asimétrica, réplica, de tu máscara de relámpago”. ¿Quién quedó indiferente a uno de los momentos más conmovedores en la discografía de la banda? No mi acompañante, que tiene pocas horas de vuelo en La Barranca, no el Esperanza Iris: “que nunca vuelen acechando sobre ti estos cuervos”.
Inés del Palacio corea nuevas piezas en el disco y, al igual que los músicos de cámara, se sumó a la noche. “Y si estuvieras otra vez aquí conmigo, cuando la noche lo convierte todo en sombras”.
El escenario estuvo entonces rejuvenecido por los jóvenes músicos acompañando la sabiduría musical de Aguilera y Zaragoza. La historia de la banda, donde han desfilado tantos músicos talentosos y vitales en la historia del rock en este país, ahora tiene nuevos rostros, como el de Jorge Chacón, que acompaña a Aguilera en las guitarras. “Lo conozco desde que tenía 10 años y ya tocaba la guitarra”, dijo el líder al presentar a los músicos.
Hay mucha juventud en La Barranca no sólo en la banda: los hijos del “público más chingón del universo” acompañan a sus padres y se asoman a los acordes y letras de otros tiempos, pero también a una agrupación más viva y madura que nunca.
El final se acerca: “Y digo que quiero más, mucho más”, “Qué quedará de mí…” y un poco más de “antimateria”. El epílogo llega con un perfecto final; la embriaguez musical quizá me he hecho perder la objetividad, pero el arte se trata de las emociones: escucho quizá la mejor interpretación en vivo que recuerdo de esta canción primigenia: “quiero beber, de aquel elixir de la vida…”.
La salud creativa, musical y artística quedó manifiesta frente a su público en el Esperanza Iris; el ciclo del arte ha sido cumplido y seguirá: crear, grabar, presentar y repetir. “¡Larga vida a La Barranca!”, gritaba una fan entusiasta aquella noche. Todos estamos de acuerdo.
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