Escenario

‘El libro de piedra’: 55 años de terror grabado en la psique mexicana

CORTE Y QUEDA CLASSICS. El 18 de julio de 1969 se estrenó uno de los grandes clásicos del cine de género en México, obra del maestro Carlos Enrique Taboada>

Cuatro personas sentadas alrededor de una mesa en el jardín
Fotograma del filme. Fotograma del filme. (Cortesía)

El pasado 18 de julio se cumplieron 55 años del estreno en México de una película que marcó un antes y un después en la historia del cine de terror nacional y que a la fecha causa angustia a los que la ven por primera vez: El libro de piedra (1968) del artesano director Carlos Enrique Taboada.

EL JARDÍN DE ESTA CASA NO ES SEGURO POR LAS NOCHES

Una de las características del cine de terror mexicano desde sus inicios con películas como La Llorona (1933) de Ramón Peón o El Fantasma del Convento (1934) de Fernando de Fuentes, es la narrativa de suspenso llevado al extremo; donde lo que se supone viene a continuación para mostrarnos el objeto de la tensión no aparece y por si esto fuera poco, tampoco hay el sobresalto esperado acompañado de un sonido estridente para obligarte a espantarte.

No, el cine mexicano de horror no tenía estas características del recurso del susto burdo, impositivo y previsible. Por el contrario, siempre hizo gala de mantener al espectador en un miedo netamente primitivo contenido al límite.

Y en esto, Don Carlos era un Maestro.

SU MISIÓN ES GUARDAR ESE LIBRO

La maestría de Don Carlos es evidente en la manufactura y creación de las atmósferas lúgubres incluso a plena luz del día, así como de las situaciones inquietantes y del sutil manejo de la “obscuridad en el rincón” donde nunca sabes lo que se esconde en las sombras ni que va a salir lentamente de ahí a la par de los precisos “giros de tuerca” como el accidente de Carlos en la carretera o el inolvidable final de esta película.

Y esto lo deja claro desde el principio de la película que es cuando, a la par del personaje de Marga López llamada Julia Septien, los espectadores conocemos la casa, así como los males que supuestamente padece la niña Silvia (Lucy Buj) y que han hecho que su padre Eugenio Ruvalcaba (Joaquín Cordero) y su madrastra (Norma Lazareno) hayan contratado a la institutriz quien pronto descubre en la niña una personalidad límite y un extraño lazo psíquico con la estatua, en medio de la hacienda, de un tétricamente sonriente niño de nombre Hugo (Pablo Carrillo) leyendo un libro.

Por otro lado, Taboada no deja sobre los hombros de sus protagonistas principales todo el misterio de la trama, sino que se hace acompañar de un reparto secundario que permite al espectador ir descubriendo pequeñas pistas que, lejos de tranquilizarlo, lo involucran y hunden cada vez más en una espiral de hechos sobrenaturales que van escalando en el suspenso y horror aun cuando el personaje de Aldo Monti, Carlos, trate de ser la voz de la razón en medio de situaciones irracionales cuya justificación sea el siniestro comportamiento de Silvia en la voz de los sirvientes interpretados por el siempre confiable Manuel Dondé y Ada Carrasco.

Todo esto se suma a que Carlos Enrique Taboada sabía cómo sacar lo mejor de sus actores y actrices despojándolos de todos los vicios que llevaban cargando en la espalda para ponerlos en situaciones a los que en muchas ocasiones ni ellos mismos sabían o podían prever debido a que el guion solo funcionaba como un camino a recorrer, pero jamás con el pavimento bien aplanado aun cuando algunos ya habían trabajado en su anterior película Hasta El Viento Tiene Miedo (1968). Por lo mismo, muchas de las expresiones y gritos de terror visto en pantalla eran reales.

EL MIEDO PUEDE HACERLO SEÑOR

Otro gran acierto de Taboada era que sabía utilizar la esencia de lo tradicional, del concepto de leyendas e incluso de los mitos mexicanos para crear los contextos y a partir de ahí dejar solo al espectador en un aterrador ambiente donde él manejaba y controlaba el entorno; los miedos eran responsabilidad de la imaginación del público y de los actores en conjunto.

Es por eso que su narrativa está al nivel del cine mundial de fantasmas y terror de directores como Alfred Hitchcock, Roger Corman, Terence Fisher, Masaki Kobayashi, Mario Brava, Robert Wise o Hajime Sato por mencionar a algunos de los más representativos de la espeluznante década de los años sesenta.

NADIE SE VA A LLEVAR A HUGO

El libro de piedra es una de sus indiscutibles obras de arte del horror mexicano que se ha colocado y permanecido inamovible durante estos 55 años (y los que vengan) en la psique de las generaciones nacionales luego de 1969 al manejar de forma precisa y fluida los más profundos terrores del público mexicano al emplear atmósferas y situaciones sutiles donde el temor a lo desconocido llega a flor de piel.

Un terror que NO es gótico, como se le ha erróneamente etiquetado al cine de Don Carlos, sino del más puro linaje de la cinematografía de fantasmas y brujería.

Y así seguirá siendo mientras haya una mente curiosa que quiera conocer el cine de terror mexicano en su máxima expresión.

Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México