Hay una emoción particular cuando ves crecer a un artista que sabes que empezó en un recinto pequeño y hoy prácticamente agota dos fechas en el Pepsi Center. Lorde es el ejemplo perfecto de constancia luego de que en 2014 llenara un Auditorio Blackberry y cuatro años después cerrara uno de los dos escenarios más grandes del Corona Capital del 2018; hoy es capaz de reunir tanta gente que se necesitaron dos Pepsi Center para que sus fans pudieran acompañarla en vivo una vez más.
Es justo en una noche fría del mes de octubre cuando visitamos la colonia Nápoles para ver en vivo la promoción de Solar Power, la más reciente producción de la neozelandesa, que cuenta con una puesta en escena particular dividida en actos que componen la narrativa teatral que Lorde busca en cada show que presenta, ya sea en formato de festival o en formato de show completo.
El acto encargado de abrir tal puesta en escena fue Cautious Clay quien comenzó a amenizar la velada con música R&B con toques de soul que emocionaron a los asistentes en más de una ocasión gracias a un poderoso saxofón que acompañó a los músicos liderados por Joshua Karpeh, quienes ya nos habían visitado hace menos de un año en el Corona Capital del 2021, con ritmos que recuerdan un poco a The 1975 o incluso a Kamasi Washington.
Después de un breve tiempo de espera al fin apreció Lorde en un escenario particular: con una escalera en diagonal encima de un cilindro giratorio, con la banda tocando a los laterales y ella iluminada detrás del círculo central donde comenzó a cantar “Leader of a new regime” con un timbre de voz casi perfecto que dio inicio al primer acto seguido de “Homemade dynamite”, “Buzzcut season”, “Stoned at the nail saloon” y “Fallen fruit” que se rodearon de una atmósfera un tanto oscura gracias a los tonos rojos y negros que adornaban el escenario.
Posteriormente inició el segundo acto con un cambio de vestuario liderado por “The Path” y “California” con los músicos y Lorde en la escalera cantando y poco a poco subiendo la intensidad de la noche hasta llegar a la explosiva “Ribs”, de su primer material Pure heroine del 2013, donde la gente saltó sin parar hasta llegar a “Hard feelings” que puso a todos nostálgicos y reflexivos.
Uno de los puntos más emotivos de la noche fue antes de “Liability” donde la cantante dio un discurso detrás de la historia de esta canción, reconociendo a su público por haber creído en ella desde el inicio e incluso agradeciendo a los fans que desde temprano estaban formados para alcanzar la primera fila del concierto (cabe mencionar que Lorde les mandó churros a todos los que estaban esperando desde las primeras horas del día), dando inicio a los primeros versos de una canción que puso a llorar a varios asistentes que se abrazaban y entendían el sentimiento detrás de esta composición.
El cierre del segundo acto fue comandado por “Secrets from a girl (Who’s seen it all)” que con luces en tonos rosas acompañó el inicio del tercer acto con un nuevo cambio de vestuario para “Mood ring” iniciando con una sola luz iluminando a la cantautora, pero que después fue creciendo nuevamente gracias a “Sober”, “Supercut” y “Perfect places” que dieron lugar a “Solar Power” donde hubo una explosión de papelitos de color amarillo que dejaron todo listo para el éxtasis total rumbo a “Green light” y la posterior calma de “Oceanic feeling”.
El cuarto y último acto inició con el éxito que la llevó a los oídos mundiales, “Royals”, que nos recordó aquel 2014 lleno de música, que continuó con “Teams” y cerró magistralmente de la mano de “A world alone”, concluyendo con broche de oro la primera de dos noches llenas de energía, emotividad y amor mutuo entre la cantautora neozelandesa y su querido público mexicano.
No cabe duda que ver crecer a los artistas siempre te llena de una energía especial y más cuando ese artista entiende la trayectoria que ha recorrido para llegar hasta donde se encuentra hoy en día y reconoce que el público ayudó en gran manera a convertirse en el fenómeno que es hoy. Lorde es el ejemplo perfecto de esto y sin duda esta noche nos regaló una vez más un show etéreo, casi mágico, de esos memorables que pueden convertirse en la fiesta más emotiva o en la reflexión más profunda.
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