Después de haber interpretado en Noche de fuego a Rita, una madre tosca, pero en el fondo amorosa, quien entrena a su hija para que pueda sobrevivir en un entorno en el cual las desapariciones de mujeres por parte del crimen organizado se volvió moneda corriente (papel que le valió el Ariel a Mejor Coactuación Femenina), Mayra Batalla vuelve al cine con Huesera, la ópera prima de Michelle Garza Cervera.
En esta ocasión encarna a Octavia, una chica punk perteneciente a la periferia de la ciudad que provoca en Valeria (Natalia Solián, protagonista de la película) el que se replantee qué planes e inquietudes tuvo que reprimir para poder encajar en un canon social, ello cuando ambas se reencuentran tras varios años que se separaron.
A propósito del próximo estreno de la película de terror psicológico en salas comerciales (tras su exitoso recorrido por festivales, que incluye Tribeca, Sitges y Morelia), conversamos con la actriz acerca de cómo fue el proceso de construcción de su personaje y cómo es el estilo de trabajo de la directora debutante.
Uno de los temas centrales de Huesera es el rol que socialmente se le exige cumplir a la mujer: debe ser madre, sin contar con la posibilidad de tener miedo o dudas respecto a la propia maternidad; estar casada, ser buena hija, trabajar, pero no ser del todo independiente, etcétera. ¿Tú qué opinas de lo que proponen Michelle Garza Cervera y su coguionista Abia Castillo?
Yo llegué a la película por medio de una invitación directa, ya que habían pensado en mí para interpretar a Octavia y me pareció un gran regalo que me involucraran en esa conversación tan pertinente. Sin embargo, debo confesar que cuando leí el guión y me reuní por primera vez con Michelle Garza Cervera y con Paulina Villavicencio, una de las productoras, fue raro porque yo me sentía muy incómoda, definitivamente no es una sensación con la que una quiere empezar un nuevo proyecto y nunca me había sucedido, pero el guión ponía en duda muchas ideas que yo tenía sobre qué es ser mujer, además era retratado desde el género de terror; yo no había hecho una película de ese género, le tenía mucho recelo, en ese momento no conocía ese cine, ya posteriormente, durante la pandemia, formamos un cineclub donde los actores vimos muchísimas películas con Michelle para poder entender sus referencias y la simbología que ella estaba proponiendo.
Entonces, creo que este proyecto inició para mí con muchas preguntas y eso me pareció muy particular, porque resultó que las respuestas a esas preguntas develaban mis prejuicios y la misoginia que también se me ha inculcado. Al principio me descubrí teniendo esos juicios conmigo y con todas las mujeres al decir con rechazo “¿Cómo Valeria puede arrepentirse de ser madre? ¡Qué mujer tan mala!”, pero conforme fui adentrándome en el guión y leyendo varios libros, me fui llenando de argumentos para poder comprender y apoyar esa decisión, específicamente que una mujer tenga la libertad de arrepentirse, el espacio de equivocarse, de decir “Creía que quería esto, pero al final no deseo quedarme aquí”. Recientemente, leí una entrevista que El País le hizo a Mario Vargas Llosa en donde éste afirmaba en algún punto “No me arrepiento de nada”; entiendo aquello que uno es lo que es por sus decisiones, pero yo cuestiono un poco eso: ¿de verdad alguien puede pensar que no hay cosas que pudo haber hecho mejor o cosas que no debió de haber dicho?
¿Recuerdas algunas de las películas y lecturas que sirvieron de referente para adentrarte en este universo?
Como en el proceso de preproducción se atravesó la pandemia y todo se tuvo que retrasar, a Michelle se le ocurrió que la manera en que podíamos continuar trabajando era viendo películas y leyendo libros. De las películas que recuerdo, estuvieron El bebé de Rosemary (Roman Polanski,1968), Babadook (Jennifer Kent, 2014) y Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011), la cual la discutimos durante días y me acuerdo que entre las cosas que más se debatió fue el tema de la complejidad del amor, que es otro gran tema en Huesera: el amor no necesariamente debe de ser idealizado o romántico, también puede ser complicado y no solo a nivel maternal, sino también con respecto a una relación sentimental como la que tienen Valeria y Octavia, que es un amor bastante complejo, duro, que confronta. Octavia para Valeria está ahí siempre, es un espacio seguro donde no será rechazada, pero sí va a ser cuestionada, entonces me gusta que le quita ese halo de amor incondicional, porque en realidad el amor es condicional.
Por su parte, de libros hubo varios, entre ellos Teoría King Kong de Virgine Despentes; Una habitación propia, de Virginia Woolf, y Todos deberíamos ser feministas, de Chimamanda Ngozi Adichie. Ya en lo particular, en una última etapa, me adentré a la cultura punk, yo no conocía nada acerca de la filosofía de vida y la música punk y ahí Michelle me guio porque ella fue vocalista de una banda llamada Especie Fallida.
¿Cómo fue la colaboración con Michelle para la construcción de la personalidad de tu personaje?
Octavia es un personaje que se reescribió mucho, de la descripción que a mí me llegó a lo que terminó siendo, se convirtió en un viaje delicioso. Hubo un constante ir y venir entre lecturas y el trabajo en el guión y aquí me gustaría mencionar lo abierta que fue Michelle para darnos a todos los actores la libertad de cambiar cosas del guión y nutrirlo, no es que no me haya tocado trabajar con directores que permitan la colaboración del actor, pero con ella fue una invitación permanente a participar. Michelle y Abia crearon una historia y dibujaron a los personajes para que una como actriz pudiera construirle una vida a ese personaje, encontrarle los detalles y preguntar “¿Por qué ella dice lo que dice?” o “¿Por qué se describe su departamento de esa manera?”.
Entonces, por ejemplo, la escena en ese gimnasio que está debajo de un puente en Iztapalapa fue una propuesta mía: resulta que leyendo Teoría King Kong, hay una parte donde Virgine Despentes escribe acerca de la violación y es muy interesante porque le quita esa parte moral, lo desmenuza y se pregunta “¿por qué no me educaron para eso? Me enseñaron que había que hablar bien, que tenía que saber cocinar, que tenía que saber cuidar de una casa y de un marido, pero ¿por qué no me enseñaron a defenderme?” y yo pensé “¡Claro! Octavia practica box y lo que le aporta a su comunidad es enseñarle a las mujeres autodefensa”, me clavé mucho en el tema, me puse a entrenar y la escena al final se incluyó.
Otra aportación que hice fue un aspecto de mi personaje, yo no quería caer en el cliché de la chica banda ruda y yo no me imaginaba que ella tomara o se drogara como venía en el guión si era una mujer que entrenaba box y consideraba su cuerpo como su casa y a Michelle le hizo todo el sentido el comentario y me explicó que hay toda una corriente dentro del punk que se llama straight edge, donde sus miembros no toman, no fuman, no se drogan y en muchos casos incluso se vuelven veganos. Así, fue muy padre ir encontrando esas señales y esos detalles, y al final lo que ves en pantalla no es a una actriz que se pintó el cabello, se maquilló y se puso unos tatuajes, sino ves a Octavia, una mujer de carne y hueso que tiene unos ideales y todo eso que ves como espectador se sustenta porque la actriz, la directora y todo el equipo detrás de la película sabe de dónde viene. Creo que Huesera tiene muy bien definido eso, hubo tanto tiempo en profundizar en todos esos puntos que me parece que la hacen única.
Ahora que mencionas que el espectador de la película no verá elementos artificiales por el tiempo que se le dedicó a su desarrollo, ¿de qué manera fuiste trabajando junto con Natalia Solián el aspecto de esa relación entrañable, pero difícil para que ésta se sintiera verosímil?
Además de abordar aquello de la complejidad amorosa, con Natalia y Michelle también fuimos construyendo el tema del placer, fue algo de lo que hablamos muchísimo. Yo nunca había visto en el cine que se hablara del placer que puede tener una mujer embarazada, porque parecería que al convertirse en mamá la mujer se vuelve en una especie de virgen, en una persona inmaculada. En la película su pareja (interpretada por Alfonso Dosal) ni siquiera la quiere tocar y me encantó que fuimos pensando mucho en cómo crear este espacio íntimo donde Valeria tiene la libertad de comportarse y decir lo que quiere, en el cual no escuchará “Pero, ¿cómo, si estás embarazada?”. Fuimos entendiendo que ambas tienen una relación muy fuerte y que aquel que vea la película, quizás no sabrá cuánto tiempo pasó desde que se separaron, pero tendrá muy claro que ahí hay una historia importantísima.
Comentaste la manera en que lo fuiste dotando de características, pero como actriz, ¿qué representa un personaje como Octavia?
Como actriz me parece muy bonito tener e interpretar un personaje en que se pueda ver lo que es la fidelidad a uno mismo, a sus creencias, a sus convicciones. Yo tenía esas referencias cuando en el presente siguen rigiendo en la vida adulta aquellas cosas de filosofía que una leyó en su etapa universitaria. Al final cada quien se vuelve un conglomerado de varias cosas y en el caso de Octavia, es un personaje que tiene claro cuáles son las cosas importantes para ella y sigue un camino, diría que bastante radical, que me gusta y que me parece bastante interesante.
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