Escenario

Mejores películas del 2023 para Saúl Arellano Montoro

ESPECIAL. El parámetro para hacer la selección de las 25 películas nuestro especialista votante de los Globos de Oro se basó en una pregunta simple: ¿Qué títulos del 2023 elegiría para conservar en su videoteca?

Las mejores películas de 2023
Pósters de algunos de los filmes elegidos para el listado. Pósters de algunos de los filmes elegidos para el listado. (CORTESIA)

No hay nada equiparable a esta necedad de conservar las tradiciones. Y bajo esta premisa, me uno a la dinámica anual de nuestra casa editorial Crónica Escenario para presentar un listado de lo que considero lo más representativo y recomendable del 2023.

El parámetro que seguí para hacer la selección de las 25 películas se basó en una pregunta simple: ¿Qué títulos del 2023 elegiría para conservar en mi videoteca? Lo siguiente fue presentarlos por orden alfabético con la idea de no dar preferencia de uno sobre otro debido a que, para mí, su importancia es horizontal.

Así que, sin más preámbulos, esta es la lista que propongo como lo mejor del año aún cuando hay unos cuantos títulos que se estrenan en el 2024 en México:

A fuego lento, de Tran Anh Hung (Francia, 2023)

Existen películas que son una poesía en el tema de la preparación de platillos y el ritual que significa comerlos en cualquier situación sea real, de fiesta o en familia. Películas como El Festín de Babette (1987), Vatel (2000), Deliciosa Martha (2001) o hasta Ratatouille (2007) son solo algunas en las que la trama gira alrededor de la preparación de los alimentos. 

En el caso de la propuesta de Anh Hung, la belleza de la preparación desde la selección de los ingredientes se basa en una fotografía preciosista que se mueve entre las ollas, los platos y las manos de los cocineros que son el chef Dodin Bouffant (Benoît Magimel) y su ayudante e interés amoroso Eugénie (Juliette Binoche). De hecho, la primera parte de la película casi no tiene diálogo porque vemos todo ese fascinante ritual de la preparación hasta la selección de los platos, cubiertos, vasos y vinos para que la comida sea servida de forma correcta no solo para el paladar sino para la vista. Una película que debe verse forzosamente después de haber comido o previo a una cena romántica.

Anatomía de una caída, de Justine Triet (Francia, 2023)

Con un impecable guión de la misma Triet y Arthur Harari, la película resulta un devastador golpe al espectador que es llevado de la mano por los retorcidos caminos de las relaciones de pareja donde la única vía de escape es la muerte. Inteligentemente presentada, Triet nos permite ser un testigo más del juicio a Sandra Voyter (una perfecta Sandra Hüller) por el asesinato de su esposo y donde Daniel, el hijo de ambos, resulta una inesperada y brutal pieza clave del caso. 

Triet maneja de forma soberbia los potentes diálogos durante la secuencia del juicio que deja al descubierto la desgarradora búsqueda de una verdad de la parte acusadora y una inteligencia emocional sublime por parte de la esposa que demuestra que el dolor de la muerte de la pareja tiene partes sentimentalmente irreconciliables con uno mismo al descubrir lo que nunca se dijo pese a la natural intimidad que como matrimonio existe.

American Fiction, de Cord Jefferson (EU, 2023)

No pudo tener un mejor debut en la silla de director el guionista Cord Jefferson al presentar una comedia satírica que da un bofetón con guante blanco a todos aquellos psicópatas de lo correcto y la empatía por pose y no convicción con el personaje del afroamericano burgués y académico “Monk” Ellison quien en un acto de desesperación contra los paladines de lo políticamente correcto, decide escribir a manera de desahogo, una novela urbana y cruda plagada de lugares comunes de cómo se visualiza la comunidad afroamericana en los EU. A partir de ese momento, todo sale de control obligando al mismo “Monk” a replantear la forma de asumirse como parte de una sociedad donde el innombrable racismo es aún más grave entre su misma gente.

Blondi, de Dolores Fonzi (Argentina, 2023)

En medio de tanto cine donde predominan las tendencias del drama desgarrador en ficción o documental, o bien la comedia romántica bobalicona, de pronto aparece en cartelera una propuesta que en su sencillez lleva una hermosura narrativa no solo poco común en estos salvajes tiempos sino necesaria para el espectador que busca romper la realidad con algo que lo ponga contento al menos durante el tiempo que dura la película. 

Me refiero a esta película que marcó el debut como directora de Dolores Fonzi que, sin optimismo patológico o situaciones de pastelazo, cuenta la historia de una mujer cercana a los 40 años que tuvo a su único hijo a los 15 y que lo crio con éxito y sencillez, sin discursos de madres solteras, luchonas con bendiciones o guerreras de la maternidad, ni tampoco un panfleto contra la masculinidad del padre. Una película bellísima, no solo por las mujeres que ahí salen, sino por la luminosidad y envidiable desparpajo de su forma de vida y de cómo se relacionan con su entorno social y familiar. En resumen: Es la película más feliz que he visto en los últimos cinco años.

Dispararon al pianista, de Fernando Trueba (España, 2023)

Repitiendo el estilo de animación que nos fue mostrado en la película Chico y Rita (2010), Trueba y Mariscal retoman la narrativa para contar una historia que lleva dos caminos en paralelo. El primero y con el que inicia la película es mostrar la historia de la música samba desde sus inicios y la repercusión en el resto de mundo; el segundo es el que se da en la medida que el protagonista (en la voz de Jeff Goldblum) descubre el talento del joven pianista Francisco Tenorio Junior y como en una gira por Argentina, es erróneamente levantado por las fuerzas especiales que lo torturan y matan sin dejar huella. 

La película lleva esta doble historia con testimonios reales de gente como Vinicius de Moraes, Chico Buarque, Gilberto Gil y Malena Barretto que van enriqueciendo la investigación. Una propuesta de animación que resulta emotiva por el contexto musical que trascendió las fronteras brasileñas pero desgarradora al exponer a cuadro las atrocidades, usos y costumbres de las dictaduras sudamericanas que se dieron entre la década de los 40 a los 60.

Dream Scenario, de Kristoffer Borgli (EU, 2023)

Una película que navega entre los absurdos comportamientos humanos fuera de control hasta los más profundos cuestionamientos del por qué de la vida y la muerte narrados entre los géneros de la comedia negra, el drama y la ciencia ficción en una montaña rusa de imágenes oníricas donde el protagonista tanto de la película como de los sueños de los personajes de la misma recaen en la persona de Paul Matthews interpretado majestuosamente por un luminoso Nicolas Cage que se mueve cómodamente por las diferentes secuencias donde su personaje va de un lado a otro del espectro emocional sin caer en los lugares comunes y mucho menos recurrir en taras actorales disfrazadas de firma personal. 

Un Cage pleno y sumergido en Paul Matthews que nos mete en su psique para olvidarnos del actor en pantalla. Al ver esta película, no podemos evitar pensar que Borgli (director también de la extravagante Enferma de mí) va en camino de entrar a las grandes ligas de gente cuyos trabajos se describen con los nombres de los Kaufman, Jonze, Anderson, Jarmush o Lynch por mencionar a los más sobresalientes.

El amor según Dalva, de Emmanuelle Nicot (Bélgica, 2022)

Con mano firme y un guión a prueba de pusilánimes, Nicot presenta la historia de la niña Dalva que de los 9 a los 12 años vive en amasiato con su padre hasta que es rescatada contra su voluntad por los servicios sociales de su comunidad. La película está repleta de situaciones fuertes y no por lo visual sino por el daño infringido en la mente y emociones de una niña que vivía como la esposa de su propio padre en todos los sentidos. Pero a su vez, en la medida que la película avanza, se convierte en un esperanzador y emotivo viaje a la sanación donde Dalva abandona a esa “mujer” manipulada por un padre inseguro y abusivo para recuperar a la adolescente con sueños y un mundo por descubrir entre jóvenes de su misma edad.

El conde, de Pablo Larraín (Chile, 2023)

La última propuesta de Larrain toma el camino de la sátira política y social para abordar un tema que aún causa escozor en su natal Chile y naciones alrededor; los tiempos y consecuencias de la dictadura de Augusto Pinochet. Y teniendo en la figura de Pinochet a un metafórico y funesto vampiro, Larrain muestra un país que aún vive a la sombra del dictador que, en una constante imaginaria, vuela sobre los cielos nocturnos de Santiago de Chile donde incluso, en una iconografía siniestra y desgarradora, hace una toma a contra-picada de un Pinochet en su uniforme militar parado sobre el techo del Palacio de la Moneda. 

Una película de diálogos dolorosos por momentos, inteligentes e irónicos el resto del tiempo que nos hace preguntarnos a nosotros mismos “¿Por qué diablos me estoy riendo si lo que se dice es desgarrador?” Y es justamente aquí donde la maestría narrativa de Larrain sobresale al golpear donde más les duele tanto de la derecha conservadora como a la izquierda intolerante. Y no sólo incomoda a la sociedad chilena sino a todos los países donde gobierna el populismo disfrazado de democracia en cualquier extremo del espectro político.

El triángulo de la tristeza, de Ruben Östlund (Suecia, 2022)

Esta es una de esas películas que no genera tibieza en los espectadores que la aman o la odian; no hay más. Y esto debido a que la cinta sueca pone en evidencia los comportamientos más oscuros y absurdos de la psique humana en cada uno de sus personajes y es imposible no mostrar empatía o antipatía en ellos. 

Östlund nos lleva de la mano entre la desgarradora crudeza de la novela El Señor de las Moscas de William Golding, El discreto encanto de la burguesía del Maestro Buñuel y La Isla de Gilligan en sus capítulos más extravagantes y absurdos donde el tema de la lucha de clases, muy recurrida en el cine de Östlund, toma tintes que van más allá de pobres contra ricos; donde el hartazgo, la superficialidad, la apatía y la revancha social no son sino pretextos para sobrevivir en la metáfora de la vida representada en el perímetro de una isla. 

Una historia que golpea lo políticamente correcto a un nivel que nos hace dudar de nosotros mismos al justificar los comportamientos de algunos personajes, así como también hacernos dudar de lo que pensamos es lo correcto frente a situaciones extremas. Una película, como dije al principio, no apta para pusilánimes o moralmente farsantes.

Enferma de mí, de Kristoffer Borgli (Noruega, 2022)

Una vez más, Borgli presenta una película donde se muestran los excesos, insensateces y desatinos del ser humano en el personaje de la necesitada de atención Signe (Kristine Kujath Thorp). Un desgarrador documento fílmico que pone al descubierto a la sociedad contemporánea que es víctima de la voracidad generada por la aceptación en las redes sociales que desarrolla un estado de constante búsqueda de ser el centro de la conversación y miradas donde no hay límites para lograrlo. 

Es decir, una nueva clase de adicción tan peligrosa como la de cualquier droga fuerte que va escalando hasta perder el control y atentar contra la propia vida. Lo interesante de esta película es que pasa del drama psicológico a la comedia negra y al horror más puro de forma tan imperceptible que solo lo notamos cuando se refleja en nuestras sensaciones. Un duro pero afortunado reflejo del hambre de atención gracias a la atinada dirección del noruego.

Flash, de Andrés Muschietti (EU, 2023)

Luego del cochinero que dejó Snyder en el UCDC, la esperanza de recuperación era punto arriba de cero. Sin embargo y de manera sorprendente, llegó el argentino Muschietti con la adaptación de la célebre novela gráfica Flashpoint para inyectar vida al arruinado Universo de DC con un atinado golpe de timón regresando a las películas asombrosas, divertidas, emocionantes y dignas de su origen en papel. 

Película que tuvo la valentía de tomar lo poco rescatable del desastre de Snyder y adherirlo de forma fluida a una historia que entra y sale de Flashpoint para darle el peso específico que tiene este personaje icónico del Partenón de superhéroes de DC con una dosis de acción, emotividad y alto impacto visual. Y, además, Andrés Muschietti tuvo los pantalones para utilizar y mostrar en pantalla los multiversos de DC sin caer en el burdo fan-service y si desarrollarlos en la trama de forma accesible y nada pretenciosa hasta para los desconocedores de las diferentes tramas involucradas. Un digno homenaje al trabajo de todos los anteriores directores que pusieron la vara alta y que Muschietti, humildemente, supo entender y llevar a cabo.

Io capitano, de Matteo Garrone (Italia, 2023)

Estamos muy acostumbrados, como habitantes de este lado del mundo, a mirarnos el ombligo y no ver los problemas similares que ocurren allende nuestras fronteras. Matteo Garrone, conocido mundialmente por la película Gomorra (2008), pone el dedo en la llaga al retomar la temática de la movilización migrante del continente africano a Europa a partir de la historia de dos muchachos senegaleses que deciden ir a Italia para mejorar sus vidas. 

Garrone nos muestra todo el periplo del éxodo de estos jóvenes que, pese a lo precario de su condición, tienen una vida familiar estable con unas madres amorosas preocupadas por ambos y buenas amistades; esto, de entrada, rompe con lo que estamos acostumbrados en el cine del éxodo hasta que comienzan las dificultades que es justamente donde Garrone se da el lujo de ser poéticamente metafórico en secuencias cargadas de una belleza dolorosa sin dejar de lado lo difícil y cruel que resulta para todos los inmigrantes la ruta para llegar vivos al primer destino que es la costa mediterránea y de ahí el último paso que es atravesar el mar en condiciones inhumanas. 

Y justo en las últimas secuencias de la película, el director vuelve a dar un giro de tuerca que lo aleja de los convencionalismos del cine para no permitirnos dar todo por hecho e impactarnos con un final inesperado.

Juegos inocentes, de Eskil Vogt (Noruega, 2021)

Una cinta que no es de terror en el sentido estricto de la palabra pero que tiene situaciones espeluznantes por la inocencia inicial con la que se desarrollan hasta llegar al total e impensable horror. Vogt se decanta por la premisa sencilla en un contexto común y corriente de una historia que gira alrededor de cuatro niños entre los 8 y 12 años que son vecinos en los suburbios noruegos. Y mientras juegan descubren que tiene una conexión psíquica. 

Sin embargo, esa mágica aventura se torna en una situación oscura y aterradora debido a la presencia de eventos sobrenaturales que, si la película hubiera sido desarrollada por Hollywood, se trataría de algo grandilocuente con efectos que resaltasen lo diabólico o heroico; esto Vogt lo evita constantemente transformándolo en una serie de pasajes y secuencias de terror inteligente y sutil, aunque de pronto resaltan escenas de una violencia brutal debido a que todo comienza siendo un juego que de repente se vuelve peligroso, es decir, son niños siendo niños y es justo en este punto que la película no se preocupa por ser políticamente correcta, los niños que son malos son malos y por eso es que es un suspenso que coquetea frecuentemente con el terror.

La ballena, de Darren Aronofsky (EU, 2022)

Teniendo como punto de partida la puesta en escena del dramaturgo Samuel D. Hunter, Aronofsky regresa a su estado más puro desde Requiem for a dream (2000), El Luchador (2008) o El Cisne Negro (2010) al mostrar a Charlie como víctima de una depresión destructiva que lo acorrala, en plena conciencia, de una de las formas mas compulsivas posibles: La comida. Perdiendo completamente el control, Charlie sustituye sus duelos, impotencias, negaciones y frustraciones llevándose a la boca todo tipo de comida con resultados funestos. 

Desde la secuencia inicial se establece de forma brutal lo que nos espera durante los siguientes cinco días en la vida de Charlie al acompañarlo silenciosamente en todos sus momentos que van del esplendor académico a un indolente cuidado de su estado; del enorme y desesperado gozo por recuperar a su hija al doloroso frenesí que lo atrapa en los momentos que se le presentan como única salida a sus frustraciones. Un arco de emociones que no nos deja respirar en ningún momento. 

Y más allá de un impresionante maquillaje y postizos, el trabajo interpretativo de Fraser hace minimizar la obesidad visual para ensimismarnos en el agobiante mundo de un hombre que no puede superar el dolor de la pérdida y que sobrevive navegando entre la comida y la pasión que le representa dar clases por zoom con cámara apagada. Una película retadora que es todo, excepto complaciente.

La niña callada, de Colm Bairéad (Irlanda, 2022)

Ubicada en la Irlanda rural de los años ochenta, la película cuenta la historia de la niña Cáit Que es la menor de tres hermanas hasta que nace su nuevo hermano. Esto es el detonante para que Cáit, que vive bajo la constante humillación, el desprecio y minimización de todos en su familia, sea enviada a la casa de unos tíos quienes la reciben de forma amorosa y atenta. 

Esto representa un choque para la tímida niña quién batalla internamente en no estar acostumbrada a un trato cariñoso y, por otro lado, luchar contra sus limitaciones emocionales que le impiden aceptar su nueva condición, aunque sea, para su desgracia, momentánea. 

Una película que se aleja de los convencionalismos y lugares comunes para mostrarnos el drama crudo en que viven muchos niños alrededor del mundo en situaciones de pobreza y abandono. Historia emotiva, por momentos triste pero esperanzadora y llena de un amor inconmensurado que reblandecerá hasta al más duro corazón.

Los espíritus de la isla, de Martin McDonagh (Reino Unido, 2022)

Una historia que de principio parece ser una inteligente comedia negra, que lo es, pero que a medida que la trama va evolucionando de la mano de Colin Farrell como Padraic y Brendan Gleeason como Colm apoyados en un guión sin desperdicio, se va perfilando como un oscuro drama, que también lo es, que aborda los sentimientos más encontrados de la psique humana navegando entre la confianza, la incertidumbre, el rechazo, la soledad, el abandono, la violencia y la rabia destructiva tanto pasiva como dolorosamente activa. Y sin dejar atrás a Kerry Condon como la solitaria y triste Siobhan cuya fortaleza le permite sobrevivir como el eje central donde giran los problemas de ambos amigos lidiando con sus propias inseguridades y demonios. 

Punto y aparte son Jenny, la burrita de Padraic, y el perro de Colm quienes entran y salen de la historia y definen el final de la película al ser éstos una metáfora de los sentimientos reales de sus respectivos dueños. Una película que navega entre la comedia inteligente, la dulzura más enternecedora, así como la desoladora tristeza y una ira siniestra e imparable

Maestro, de Bradley Cooper (EU, 2023)

Cooper retoma su papel de director para traer a la pantalla la vida del emblemático músico, compositor y conductor de orquesta Leonard Bernstein siendo el mismo el que toma el papel del excéntrico personaje, pero teniendo como protagonista a la talentosa actriz Carey Mulligan en el papel de la esposa del Maestro Felicia Montealegro

De hecho, toda la película es contada desde la mirada de Felicia sin necesidad de una voz en off que nos vaya guiando por los recovecos y claroscuros de la personalidad de un Bernstein necesitado siempre de atención, admiración y reconocimiento en todos los ámbitos siendo la dependencia emocional el tema principal de esta biografía mientras nos lleva de la mano en un recorrido por el cancionero estadounidense y los arrebatos creativos de las interpretaciones de las más grandes obras sinfónicas y corales de la historia de la música bajo la batuta de Bernstein. 

Y no solo eso, Cooper se da el lujo de homenajear visualmente a su industria gracias a una cámara que adornan las secuencias a cuadro y que evoluciona a la par de la paleta de color con el paso de las décadas que les toco vivir a Leonard y Felicia.

Martínez, de Lorena Padilla (México, 2023)

Dice el refranero popular que “las mejores historias son las más sencillas de contar” y en el caso de esta película de la directora Lorena Padilla no pudo ser más acertado. Martínez es un administrador chileno radicado en México desde hace dos décadas con un trabajo burocrático y rutinario que lo hace estar tranquilo en su zona de confort hasta que una vecina suya muere haciéndolo recapacitar en lo que era y se ha convertido su existencia donde, además, se le está presionando para que se jubile. 

Una película con reminiscencias de Ikiru (1952) de Kurosawa y Sostiene Pereira (1995) de Faenza donde la figura cansina y pusilánime del individuo se ve sacudida con un acontecimiento inesperado obligándolo a dar un giro de 180 grados para renacer de sus limitantes auto-impuestas y abrirse a una segunda oportunidad inesperada pero muy a tiempo. Y gran parte de la magnificencia de esta película, más allá de la historia en sí, es la impecable actuación de sus tres protagonistas teniendo como protagónico a Francisco Reyes como el Martínez en cuestión y el complemento de los enormes Martha Claudia Moreno y Humberto Busto.

Oppenheimer, de Christopher Nolan (EU, 2023)

Luego de un periodo de ausencia narrativa que cayó en un momento de reciclarse a sí mismo, Nolan regresa a la grandilocuencia narrativa que maneja de forma precisa y sin contratiempos con la biografía del conocido como el “moderno Prometeo” Robert Oppenheimer

La película está dividida en tres notorios actos siendo el primero el paso de Oppenheimer (interpretado por un espléndido Cillian Murphy) por la Academia para poner en orden todas las ideas y teorías que giran en su cabeza para encontrar el significado de la vida; el segundo y más visible es todo lo que ocurre afuera y adentro del proyecto Manhattan además de las intrigas, los egos desbordados, las negociaciones bajo la mesa y todo el concepto de moralidad que se dejó atrás para lograr el objetivo principal: La construcción de la bomba como un intento de argumento de paz. 

Y por último el juicio y lapidación académica que sufrió Oppenheimer al ser víctima de la persecución Macartista y de venganza personal por parte del decano Doctor Lewis Strauss (en la persona del perfecto Robert Downey). Una pieza fílmica perfecta dirigida de forma clara y a prueba de mediocridades y auto-complacencias que regresan a Nolan al Partenón de los grandes directores de nuestro tiempo.

Perfect days, de Wim Wenders (Japón, 2023)

Wenders es un director que resulta siempre una apuesta segura; su filmografía ampara cualquier duda que se tenga. Y en esta película se demuestra una vez más la maestría narrativa del alemán al contar la historia de Hirayama; un hombre que se dedica a lavar sanitarios públicos por todo Tokio, tomar fotos de árboles, oír música setentera de los EU y leer todos los libros que tiene a su alcance; es decir, es un hombre con una vida sencilla que sonríe por las cosas más simples y que vive la vida como quiere; un nombre que necesita muy poco para sentirse muy satisfecho. 

La película tiene un ritmo lento y con el mínimo de diálogos porque no necesita exabruptos ni grandes secuencias que demuestren algo en Hirayama más allá de, por ejemplo, una toma en plano medio donde lo vemos sentado bajo en un árbol y de pronto esbozar una sonrisa como si se hubiera acordado de algo. 

Y tal como es su sello, Wenders le acerca un variopinto grupo de personas que entran y salen de la vida de Hirayama para permitirnos conocer un poco más de este maravilloso y naturalmente poético hombre feliz. Una de las obras más emotivas y entrañables de Wenders.

Poor things, de Yorgos Lanthimos (Irlanda, 2023)

Una característica que siempre se agradecerá en el cine de Lanthimos es el ser lo más alejado de lo convencional, con una clara tendencia a lo propositivo sin alejarse de lo emotivo, la belleza visual y diálogos no solo brillantes sino contundentes y precisos en el momentum de la secuencia. Y Pobres criaturas tiene todo eso y más al presentar una historia que nos evoca una mezcla del Frankenstein de Shelley con Alicia a través del Espejo de Carroll desde la personalidad de sus protagonistas el Dr. Godwin (el siempre confiable Willem Dafoe) como el incansable, comprensible y soñador creador de vida y Bella (la minuciosa Emma Stone) que es el resultado de una mezcla entre inocencia, sed de conocimiento y libertad al dársele una nueva oportunidad de vivir. 

Una película de secuencias retadoras y extravagantes que da un paso adelante sobre las teorías y discursos del feminismo y eleva la argumentación en un diálogo que enfrenta inteligentemente el debate. Si eres del grupo de cinéfilos que piensan que Barbie es un parámetro de enfrentamiento ideológico; Pobres criaturas la deja a un lado del camino.

The holdovers, de Alexander Payne (EU, 2023)

Uno de los sellos de la filmografía de Payne es la tremenda humanidad que tienen sus personajes; seres humanos regulares en situaciones cotidianas desarrolladas con enorme emotividad, un sentido del humor natural, situaciones dramáticas que fluyen sin desgarradoras secuencias, pero no por eso menos intensas y un manejo preciso del entorno físico y temporal (en este caso un colegio de alcurnia en la temporada navideña) para adherirlo al contexto de los personajes. 

Y con Holdovers o Los que se quedan logra nuevamente esta narrativa simple y hermosa a la que nos tiene acostumbrados y que en esta ocasión es en gran parte gracias al inmaculado trabajo de Paul Giamatti como el quisquilloso profesor Paul Hunham, eje central de la historia que se complementa con las no menos extraordinarias interpretaciones de Da'Vine Joy Randolph y el joven Dominic Sessa. Una película que confirma una vez más a Alexander Payne como uno de los directores más emotivos y brillantes de la industria.

Tótem, de Lila Avilés (México, 2023)

Película que aborda las dinámicas de vida de la familia de la pequeña Sol, protagonista de la historia, durante la preparación de la fiesta de cumpleaños de su papá. El asunto y eje principal de la trama, es que su papá se encuentra desahuciado. Esto, por supuesto afecta a toda la familia lo que hace que todas las frustraciones, planes inconclusos, cariños, arrepentimientos al igual que los más mínimos pretextos y omisiones que se han ido acumulando sirvan para echar en cara a la menor provocación. 

Lo que la hace extraordinaria es que toda la película es contada bajo la mirada de Sol quién no termina de dimensionar lo que ocurre en su familia y por otro lado, el acercamiento forzado con el tema de la muerte de su padre que la enfrenta con el hecho de que tal vez los deseos no siempre se cumplen. Una película de temática fuerte que nos acerca al tema de la familia, la muerte y el doloroso paso a la madurez.

Wonka, de Paul King (EU, 2023)

Varias afortunadas situaciones se presentaron en Wonka. La primera y más notoria fue haber logrado una historia que funcionase como una autentica precuela de la original Willy Wonka y la Fábrica de Chocolates (1971) donde además la narrativa, la paleta de color y el diseño de arte resultaron una reminiscencia directa de lo presentado por el director Mel Stuart

Lo segundo fue la selección de Timothée Chalamet como un joven y soñador Willy Wonka quien estudió y adaptó el lenguaje corporal, modos y dicción de lo que vimos en la personificación del original Willy, el entrañable Gene Wilder. Y, por último, pero no por eso menos impactante fue la banda sonora de Joby Talbot que nos hizo erizar la piel a varios que consideramos insuperable la original; sobretodo después de oír en un contexto absolutamente emotivo la versión "Pure Imagination" de Chalamet justo al final y que une a la perfección ambas películas. 

Una película que hace sentir despreocupado y feliz al espectador no solo durante las casi dos horas que dura sino también cuando la recuerdas o escuchas la banda sonora en cualquier momento del día; ahí radica su magia.

Zona de interés, de Jonathan Glazer (Reino Unido, 2023)

Basada en la historia real de Rudolf Höss, que era el comandante del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, Glazer muestra en pantalla la idílica vida de la familia Höss en una casa rodeada por bosques, ríos y veredas donde los niños juegan felices y los adultos se reúnen alrededor de la alberca para comer o bien organizar un picnic los fines de semana. 

Todo esto mientras oímos el ruido de los trenes al llegar a la zona que se encuentra en la parte trasera de la casa, los ecos de las órdenes que dan los soldados a la gente que de pronto grita y es silenciada por ráfagas de disparos de metralleta o bien los sonidos de calderas y puertas corredizas que abren y cierran de forma violentas mientras se escuchan llantos y ladridos de perros a la distancia. 

Un contexto sonoro y visual que resulta brutal ante la normalidad de la vida de una familia donde el padre simplemente cumple con el trabajo que le fue encomendado y que como soldado debe ejercer de forma sistemática y sin fallos. Película que no pierde el tiempo en sentimentalismos ni inducciones dramáticas, sino que se centra en presentar las cosas con un dejo documentalista que se agradece y que nos sacude sin elementos extras al ver la naturaleza de la barbarie como fue. Una película fuerte pero necesaria de ver.

Así pues, esta es mi lista.

Hubo algunos títulos que dolorosamente dejé afuera, pero los que quedaron son, para mí y de forma segura, lo que recomendaría a amigos y que conservaría en mi videoteca personal. Y estoy seguro que varios de estos títulos coincidirán en las listas de varios colegas de la crítica mexicana porque sin duda, fue un buen año para la cinematografía alrededor del mundo y que pudimos y podremos disfrutar en las siguientes semanas.

Así pues ¡que sea un 2024 pletórico de buenos momentos para todos ustedes!

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