Con tres Oscar en su haber y 21 nominaciones, cualquier actriz que no fuera Meryl Streep se habría convertido en una diva caprichosa, pero no es el caso de esta gran intérprete que no ha dudado en meterse en proyectos a priori menores, como Mamma Mia! o El diablo viste a la moda.
Streep, a sus 73 años, sigue sorprendiendo con sus elecciones, como Don’t look up (2021), una comedia en la que encarna a una alocada presidenta de Estados Unidos, o aceptando pequeñas colaboraciones como la que realizó para la exitosa serie Only Murders in the Building.
Papeles que demuestran su capacidad camaleónica para meterse en la piel de cualquier personaje, sin importar si es drama o comedia, si es principal o secundario o si ninguna otra actriz de su nivel se rebajaría a aceptarlo.
La lista de las películas en las que ha participado es sencillamente apabullante, desde su debut en el cine en The Deer Hunter (1977), pasando por Kramer vs. Kramer (1979), Sophie's Choice (1982), Out of Africa (1985), Postcards from the Edge (1990), The Bridges of Madison County (1995), Hours (2002), The Devil Wears Prada (2006), Mamma Mia! (2008), Doubt (2008), The Iron Lady (2011) o Florence Foster Jenkins (2016).
Sin olvidar la magnífica serie con la que se dio a conocer, Holocaust (1978), en la que interpretó a una mujer judía, Inga Helms-Weiss, en la Alemania nazi. Un papel por el que ganó su primer Emmy -tiene tres- en un proyecto que fue un bombazo en su momento.
Fue el primer premio importante de una actriz que siempre se ha caracterizado por su humildad y por anteponer su vida personal al glamour de Hollywood.
“Nunca he estado sola en cada una de las películas que he rodado, todos mis colegas de profesión me han dado mi carrera”, dijo Streep en 2008 al recoger el Premio Donostia del Festival de San Sebastián en España por una carrera que ya entonces era memorable.
Y sobre su familia, reconoció en una entrevista con EFE en 2015 que ser actriz le ha permitido pasar tiempo en casa con su familia, “mucho más que si fuese arquitecta, planificadora urbana, trabajadora social o cualquier otro trabajo que te da dos semanas libres en agosto”.
Porque Streep se ha volcado en su faceta de madre de los cuatro hijos nacidos de su matrimonio con el escultor Don Gummer, una boda que llegó menos de un año después de que falleciera su anterior pareja, John Cazale.
Con él trabajó en su primera película importante, The Deer Hunter, un título clave en su carrera tanto a nivel profesional como personal.
Cazale, un reconocido actor de carácter, trabajó hasta el último día, pero falleció antes de finalizar el rodaje, a causa de un cáncer.
Tras su muerte, una rota Streep se volcó en el trabajo, hasta que su hermano Harry quiso presentarle a uno de sus mejores amigos, Don Gummer.
Desde entonces, la estabilidad ha marcado su vida y a sus hijos se les ha conocido más ya de adultos, cuando las tres chicas, Mamie, Grace y Louisa, decidieron seguir los pasos de su madre en la actuación, mientras que el hijo, Henry Wolfe, está más volcado en su faceta de cantante.
Tienen difícil llegar al nivel de su madre, conocida por su mítica capacidad de transformación y su versatilidad, que le permiten encarnar personajes de cualquier edad.
Sin olvidar su habilidad para los acentos, demostrado en su impecable inglés británico cuando encarnó a Margaret Thatcher en The Iron Lady o el acento danés de la escritora Karen Blixen, a quien dio vida en Out of Africa.
Por su papel de Thatcher se hizo con el Oscar, un premio que también consiguió, como secundaria, por Kramer vs. Kramer, y como protagonista por Sophie's Choice.
Se le resiste el cuarto Oscar con el que alcanzaría a otra actriz mítica, Katherine Hepburn. Aunque gana por oleada en cuanto a nominaciones. Acumula 21 y es la intérprete con más candidaturas, por delante de Hepburn y Jack Nicholson, con 12.
Además de los Oscar, tiene dos BAFTA del cine británico, ocho Globos de Oro, un Oso de Oro de Berlín y un premio a la mejor actriz en Cannes, por citar solo algunos de los cientos de reconocimientos logrados a lo largo de una carrera impecable.
Y eso que tuvo una época complicada a finales de los ochenta de la que le rescató Clint Eastwood, al darle el papel de Francesca Johnson in The Bridges of Madison County.
Uno de esos papeles de mujer normal que demuestran el nivel de una actriz que brilla donde nadie más puede hacerlo y a la que no le importa lo más mínimo su apariencia, o el hecho de no ser una cantante para deslumbrar en papeles como el de Mamma mía.
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