México perdió una generación de niños y jóvenes que vieron en las armas y la violencia una forma de sobresalir ante la falta de esperanza, afirmó el director mexicano Everardo González en entrevista en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).
“México ha perdido una generación completa, han pasado unos 25 años de que se fue degradando socialmente el país de la mano de la sociedad de hiperconsumo, la ruptura de valores morales y que eso quizás en otras sociedades no hace tanto estrago, pero en una tan violenta como la mexicana, termina por reventarle todo”, dijo a EFE.
El realizador estrenó su séptimo largometraje documental, Una jauría llamada Ernesto, en la edición 38 del FICG como parte de la sección oficial en competencia en la categoría de Mejor Documental Mexicano.
Sin revelar su rostro, el documental muestra testimonios de niños y adolescentes que trabajan para cárteles del narcotráfico y de adultos, incluidos miembros de fuerzas policiales y del extinto Estado Mayor Presidencial, que les venden o alquilan las armas.
Los jóvenes aparecen reunidos con los amigos, con diferentes armas, narrando cómo los cárteles los enseñan a matar, cómo asesinaron a un rival o qué le dicen a alguien cuando lo encañonan para robarle.
“Así como nosotros ponemos las drogas en la frontera y las mafias gringas se encargan de distribuirlas a sus consumidores, lo mismo pasa con las armas, los gringos las ponen en la frontera y son nuestros mecanismos corruptos quienes las ponen en manos de los jóvenes”, expresó González.
“Son las policías municipales y estatales, las federales, el Estado Mayor Presidencial, la Secretaría de la Defensa, las pandillas”, denunció.
Una de las escenas más impactantes es cuando uno de los jóvenes afirma que al tener un arma pasa de ser una víctima para tomar el poder y convertirse en victimario, un indicio de que el sistema socioeconómico no les da esperanza, declaró el director.
“Ellos son víctimas de un sistema y una vez que jalan el gatillo son los verdugos, son esta dualidad: víctimas y victimarios en un mismo cuerpo, en una misma vida que no llega a los 20 años. Es duro, son los hijos de la guerra, lo que pasa es que lo que se pelea aquí no es la soberanía, sino el poder, el territorio y a veces el poder político”, aseguró.
La línea que atraviesa a estos jóvenes es la desigualdad, la desesperanza y una vida desechable.
“No hay proyección a futuro y él (uno de los testimoniales) lo dice muy bien: no estamos pensando en ganar una lana (dinero) para construir una casa o pensando en el futuro de mis hijos. Como dicen: genero y gasto”, explicó.
González ya había abordado la violencia en México mostrando a sus víctimas y victimarios en el documental La libertad del diablo, que le mereció premios en festivales fílmicos como el de Berlín, el de Valladolid y el de Guadalajara.
Este trabajo le ayudó a acercarse más a miembros del crimen organizado, una experiencia que para este nuevo documental se nutrió además de la colaboración de periodistas como Daniela Rea, Lydiette Carrión y Oscar Balderas, cuyos trabajos han ganado premios nacionales e internacionales.
Para salvaguardar la identidad de los menores de edad y que mostraran el ambiente en el que se desarrollan, el equipo de producción ideó una especie de grúa que ellos llevaban todo el tiempo a sus espaldas y para la que tuvieron una capacitación breve.
El resultado fueron escenas tan íntimas como fuertes por su contenido, además de que este ejercicio sembró en ellos la mirada al audiovisual como una forma de expresarse.
“Fue muy interesante ver cómo cuando le ofreces la cultura y el arte como juego a los jóvenes, se van a entusiasmar de jugarlo: la música del documental la hicieron ellos. Pero claro que cambia en ellos muchas cosas”, concluyó.
La película llegará a las universidades a partir de octubre y tendrá en noviembre su estreno en cines y en la plataforma ViX de TelevisaUnivision.
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