Y entonces Andrea Palma enciende un cigarro, esperando la llegada de un cliente nuevo, suena el tema “Vendo placer” de Lina Boytler, vemos su rostro cansado, el paso fantasmal de las personas que caminan fingiendo no verla, una tarde más en su vida. Y así nacería una de las imágenes más poderosas del cine mexicano en la década de 1930, con la cinta La mujer del puerto (1934), codirigida por Raphael J. Sevilla y Arcady Boytler.
Basada en el cuento Le Port de Guy de Maupassant, La mujer del puerto es un drama arriesgado no sólo para la época, sino para la actualidad, la historia de una mujer dedicada a la prostitución que descubre que uno de sus clientes es su hermano, lo que le conduce, por lo menos en dos de sus versiones fílmicas a un trágico final.
El cine mexicano tenía poco que había aprendido a hablar, la censura no era tan férrea, tan cerrada, había aún posibilidades de realizar historias complicadas y que incomodaran a las buenas costumbres, no podía ser de otra forma cuando la primera cinta sonora había sido Santa que narraba las vicisitudes de una mujer que, por azares del destino, porque siempre tenía que ser por malas decisiones y no por deseos expresos, se dedicaba a la prostitución. La mujer del puerto sólo elevaba la vara a otros niveles al meter en la receta uno de los horrores sociales más grandes, el incesto, aunque sea de forma casual y no consciente.
La primera versión de La mujer del puerto contaría con la visión de Sevilla en las partes técnicas (además de la adaptación del cuento a un libreto cinematográfico) y de Boytler en la artística, siendo ésta la que más pesa en toda la película, ya que es la sensibilidad del ruso la que hace este trabajo interesante, llevando al espectador del espectáculo de una buena chica provinciana caída en desgracia a una trabajadora sexual que descubre horrorizada lo que su profesión le ha llevado a cometer. Esta versión sería interpretada por la ya citada Palma y Domingo Soler, quien como el marinero que llega al puerto daría la contraparte perfecta al drama se vive en pantalla.
Hay que destacar que Arcady Boytler se quedaría en México desarrollando una carrera como director, la cual abandonaría por la administración de salas de cine, siendo el extinto cine Arcadia uno de los que poseía. Y no hay que olvidar que le gustaba recorrer la ciudad a bordo de su Cadillac que llamaba el Arcadillac.
La segunda versión de la cinta se dio en 1949, la cual tendría mucha mayor producción que la anterior, que llevaría en el papel protagónico a María Antonieta Pons, quien había conseguido fama en el cine nacional dentro del cine de rumberas, teniendo como compañero a Tito Junco bajo la dirección de Emilio Gómez Muriel. Esta versión si bien respetaría en esencia la anterior, resultaría inferior ya que la dirección no logra amalgamar todos los elementos.
En 1991, Arturo Ripstein dirigiría una nueva versión del cuento, con guión de Paz Alicia Garciadiego y que se atrevería a imprimirle su estilo y llevar la historia a sus terrenos, donde lo sórdido sobresale y todo se torna aún más turbio, una película que escandaliza por el tratamiento y los cambios realiza, los cuales provocan un malestar y una provocación que podría, de alguna forma, emular el impacto tuvo en sus momentos la primera.
La versión de Ripstein es estelarizada por la gran Evangelina Sosa, quien daría una dimensión distinta a la joven prostituta, Damián Alcázar interpreta al marinero “El Marro” (y cuando en pantalla vemos cómo se ganó el apodo, resulta brutal) y el papel de la madre de la protagonista recae en Patricia Reyes Spíndola.
La cinta de Ripstein atravesó una serie de dificultades que hicieron imposible su estrenó en México en su momento, en 1995 formó parte de la Muestra Internacional de Cine de Guadalajara, y en 1996 se estrenó de manera limitada en España y Francia, un año más tarde en el Festival de cine de Tesalónica en Grecia y finalmente en 1998 en Argentina. En la ciudad de México tendría un pase a finales de la década de 1990, en una función especial en la Cineteca Nacional. Ahora, 32 años después se podrá por fin ver en pantalla grande y masiva, en una versión remasterizada.
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