A sus 21 años, con diez discos bajo el brazo y un género musical propio, el "corrido tumbado", lo de joven promesa queda lejos de Natanael Cano, que debuta este fin de semana en Coachella como uno de los renovadores de la música mexicana.
"Siempre fue esa la meta", apunta el músico en una entrevista con Efe en Los Ángeles, donde ha preparado su debut en el conocido festival, tan solo una semana después de publicar Natakong, su décimo álbum de estudio en tres años.
Desde que comenzó a editar sus primeros trabajos de estudio en 2019, Cano emergió como el abanderado de una nueva generación de artistas mexicanos que mezcla la tradición de su país con los sonidos y las letras propias del hip-hop estadounidense.
"Cuando llega la inspiración, la capto y no la suelto, y pues así salen los discos", resume el cantante de Hermosillo, en Sonora (México).
El público de Coachella conocerá en directo la propuesta de este músico camaleónico, emblema de la generación Z, que ha llamado la atención de Bad Bunny, Alejandro Fernández, Snoop Dogg y, más recientemente, Steve Aoki, con quien firma un tema en su nuevo álbum.
A todos ellos ha cautivado con la misma fórmula: Por un lado, es un apasionado del trap que canta sobre bases electrónicas, y por el otro, un renovador de los corridos tradicionales del regional mexicano.
"Yo creo que fui el primer mexicano, o el primer joven, en poner los corridos donde están ahorita", presume Cano.
Suyo es el concepto que ha revolucionado el género y que acumula millones de reproducciones en las plataformas digitales, con canciones que se inspiran en la música de los abuelos pero incorporan letras de su generación y adornos de otros estilos urbanos.
Aunque, antes de que su idea pise el escenario de uno de los festivales más importantes del mundo, Cano tuvo que enfrentarse a comentarios que asociaban el género con "los narcos y los buchones".
"Los corridos son los corridos, es un género ¿me entiendes? -señaló-. Eso fue lo que logramos nosotros, que los chicos puedan ver este género como otra puerta más para salir adelante".
Tan orgulloso está de su creación que acaba de comenzar su propia disquera, Los CT, con la que ha editado su último trabajo tras decir adiós al sello en el que creció, Rancho Humilde, una marca que está definiendo la nueva generación de la música latina.
En "NataKong", Cano reivindica su independencia desde la primera canción, el trap "FreeNata", donde recuerda que ha crecido en la industria, gana dinero y, acostumbrado al éxito, a veces "no siente lo mismo que sentía al empezar".
También demuestra su dominio de la guitarra en "Madrid", un corrido clásico sobre una ruptura sentimental.
La capital española no es la única ciudad que da nombre a una canción. "Toronto", que ocupa la mitad del largo, se llama así porque la grabó tras recibir una invitación para trabajar con varios productores en la casa de Drake en Canadá.
Abierto a experimentar nuevos sonidos, Cano cierra su disco con "Nataaoki", que como deja intuir el título, es una colaboración el mago de la música electrónica, Steve Aoki.
"No es como que yo iba a hacer un corrido con él, o algo así loco. Le dije 'bro vamos a trabajar, qué haces tú', me dice 'electrónica', pues hagamos electrónica, vámonos", recuerda.
Y así, con esa actitud, cierra su décimo disco y se consagra en Coachella.
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