Pablo Larraín ha abierto este jueves la competición por el León de Oro de Venecia con el trágico y delicado canto de María Callas en la voz y el cuerpo de Angelina Jolie, que revive los últimos y solitarios días de la soprano griega en su casa de París.
“La cultura crea la ilusión de que esta gente tenía vidas extraordinarias pero, de puertas hacia adentro, cada alma tiene los mismos problemas existenciales”, dijo en rueda de prensa el director chileno, un habitual de la Mostra que el año pasado visitó el Lido con El Conde, sobre Pinochet.
Con María, cuyos derechos de explotación ha adquirido Netflix, Larraín cierra una trilogía de mujeres que parecían tenerlo todo: amor, éxito y belleza, pero que estaban rotas por dentro, una trilogía que empezó con Jackie (2016), sobre Jackie Kennedy, y siguió con Spencer (2021), en torno a Diana de Gales.
El chileno imagina cómo fueron los últimos días de Callas en París, encerrada en su apartamento, con la única compañía de su personal de servicio, luchando por recuperar su voz y adicta a una medicación que le ayudaba a refugiarse en un mundo de fantasía, el mismo que la diva recreó en los escenarios.
“Tenía un sentido trágico de la vida”, señaló Larraín, que elige contar esa tragedia desde un lugar de celebración. “No es una película oscura, sino la historia de una mujer que se pasó la vida cantando para otros, preocupada por los otros y que finalmente se encuentra lista para hacerse cargo de sí misma y afrontar su destino”, explicó.
Admirador de Callas desde niño, a Larraín siempre le intrigó la escasez de filmes sobre óperas. “La ópera ha sido ignorada por el cine, con alguna contada excepción, por eso quise hacer una película sobre la que ha sido posiblemente la voz más grande de la historia”.
Para Angelina Jolie, que se preparó durante siete meses para el papel, lo más importante es no decepcionar a los fans de Callas y de la ópera. “El resto, si es resultado de mi trabajo, bienvenido sea, pero ante todo espero haber hecho algo que esté a la altura de lo que esta mujer merecía”, dijo al ser preguntada sobre sus expectativas de cara a los Oscar.
La actriz y directora estadounidense ha dicho identificarse más con el punk de The Clash que con la ópera. “Pero cuando llegas a un nivel de dolor, desesperación y de amor en la vida, no hay nada como la ópera para expresar esos sentimientos”, aseguró.
También dijo haber reaprendido el significado de la palabra diva haciendo este filme. “A menudo la diva se hace de lo que perciben los otros, más que de lo que ella pensaba y sentía; María Callas era en realidad una trabajadora excepcional y disciplinada”.
En el mismo sentido abundó Larraín: “Una diva nunca existiría si no hay excelencia en lo que hace, luego viene lo demás”.
A la hora de plantear el guión, escrito por Steven Knight, con quien también colaboró en Spencer, para Larraín era fundamental la elección de las piezas musicales y su evolución. “La idea era hacer una película donde el personaje principal poco a poco se transforma en la suma de las piezas que canta”, apuntó.
En el filme, Callas recibe en su casa la visita imaginaria de un reportero que la entrevista y eso le permite evocar su vida jalonada por hitos musicales como la interpretación del “Ave María” de Schubert y “O mio babbino caro” de Puccini hasta llegar a la “Anna Bolena” de Donizetti, uno de los momentos culminantes de su carrera.
Larraín evoca su amor imposible con Aristóteles Onassis y su traumática infancia, explotada por su madre, para retratar a una Callas que vivió del arte y del amor y solo conoció miserias, como cantaba en “Vissi d'arte”, el último aria de la Tosca.
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