“Paz, baile y resistencia”. Ese gran lema que se ha tatuado en la esencia musical de la banda Panteón Rococó se fundió con el aroma del cempasúchil el último fin de semana de octubre. Desde hace casi tres décadas que las canciones de la banda forman parte del sonido popular de México y ese fin de semana se realizó un ritual de celebración con el espectáculo Días de Panteón que la misma banda organizó de forma independiente.
La canción de amor, la crónica urbana, la denuncia y crítica social y política. Esos pilares de la agrupación fueron la ofrenda y el sonido rococó que es un tutti frutti, o mejor dicho un pozole, se convirtieron en pétalos de flores que se volvieron el camino de nuestros muertos pero también en el camino de su historia musical, aquella que inició en 1995 eligiendo el nombre de la obra teatral del mexicano Hugo Argüelles, El cocodrilo solitario del panteón rococó, en lugar de elegir otras opciones como Agua Mala u Homosexuales del Apocalipsis, que según el bajista Darío Espinosa, alguna vez se barajeó.
Y al igual que la obra escrita por Argüelles en 1981, que tiene una esencia tragicómica, humor negro y crítica a la sociedad mexicana, así se escuchó Días de Panteón en el Parque Bicentenario. Se sintió como un ritual de iniciación al pensamiento contestatario para nuevas generaciones, fanáticos que comparten con sus hijos la fiesta comunal del ska licuado con los ritmos latinos construidos bajo heridas de luchas y causas.
Ese sábado hubo un eclipse lunar parcial. Era momento de danzar. La celebración comenzó con un reconocimiento a la conexión que Panteón Rococó ha tenido con el mundo con la presentación de artistas invitados como Kraftklub (Alemania), Easy Star All-Stars (EU) y Hollie Cook (Reino Unido) - ésta última hija del músico Paul Cook de Sex Pistols - quienes a ritmo de hip hop de los alemanes, el reggae punk de la británica y la evocación reggae de las canciones de Pink Floyd de los estadunidenses. Luego apareció una gigante representación de la cabeza de Calaverín en el escenario. La cuenta regresiva comenzó.
Los músicos presentados al más puro estilo de la lucha libre fueron acomodándose uno a uno en sus instrumentos hasta que sonaron los primeros ritmos: “Estableciendo el ritmo, estableciendo el control. Muy buenas noches Días de Panteón”, dijo Dr. Shenka al tomar el micrófono y comiencen los instrumentos de viento de “Arréglame el alma”. “No te lo van a platicar, ya tú sabes qué hacer”, dijo el vocalista para comenzar a bailar con su público.
La canción perteneciente al disco Ejército de paz (2010), y contó con una versión junto a JotDog como invitada en el disco Ni carne ni pescado y que después en el En vivo del 20 aniversario lo popularizó María Barracuda, marcó el elevado tono que tendría el show. Una canción de súplica sincera por amor, a través de la intimidad, para sanar, pero a un ritmo de ska eufórico.
El recorrido por la memoria musical llegó al disco Compañeros musicales (2002) con la emocionante “Esta noche”, con su enérgica letra de reproche y desconsuelo sobre el corazón roto pero que hizo vibrar con el coreo de todos los asistentes, desde el “cuantas veces me mirabas sin ponerte a pensar” hasta el momento climático de “y esta noche, tan solo esta noche… y esta noche, yo quisiera brindar por ti”.
El sonido revisitó el mismo disco, con la interpretación de “Dime”, el tema que abre Compañeros musicales, y cuya letra habla de traiciones pero también de la confrontación hacia la verdad dentro de un triángulo amoroso. El ritmo bailable que se mueve entre la batucada y el ska con un tono sensual puso a bailar a toda alma en el Parque Bicentenario. Inevitable con el éxtasis que alienta el trombón de Paco Barajas y el saxofón de Missael Oseguera.
Compañeros musicales fue un disco cuyo nombre se deriva de cómo los llamó la comunidad zapatista cuando los visitaron en San Cristóbal de las Casas, un disco con una mezcla de rock, ska y hasta cumbia, sumado a un conjunto con letras directas, hicieron un cóctel llamativo para los fanáticos. El sentir social presente conectó en el escenario con un tema de otro disco que da continuidad a su discurso de empatía con los zapatistas. Al ritmo de marcha comenzó “Estrella Roja” de Panteón Rococó (2007), dirigida a los sectores que tratan de manipular los movimientos de resistencia: “Hoy más que nunca: Resiste”, dijo Dr. Shenka.
“Llevo en mi playera una estrella roja, igual no creo que sea una moda”, dice la letra, “es una manera de decir la traigo en el pecho pero también sé lo que significa…”, dijo Paco en una añeja entrevista sobre la canción; “Es más que nada reafirmar un poquito, que aunque uno va creciendo, va cambiando ideales, va olvidando lo que de joven te motivaba a luchar, pueden cambiar tu forma de pensar, a vivir tal vez, pueden cambiar tu forma de pensar pero lo básico nunca cambia o no debería de cambiar, eso se lo vas a transmitir a tus hijos, como a nosotros nuestros padres, eso precisamente no se debe de perder…”, añadió el bajista Darío Espinosa en ese entonces.
Llegó el momento de detenernos en el camino del cempasúchil en uno de los discos más trascendentales de la banda: A la izquierda de la tierra (1999): “Qué bonitos esos momentos cuando te volabas la clase y te ibas a ver al Panteón Rococó, invitabas a tu chica y se armaba el alboroto con esta canción”, inició Dr. Shenka en medio de la instrumentación de “Cúrame”, otro de los grandes temas sobre la sanación a ritmo de ska explosivo. Una canción con un clímax extraordinario en el que es imposible estar inmóvil.
“Cúrame” que es un tema con expresiones de alegría y dulzura, representando los aspectos positivos del amor, pero que luego se sumerge en la experiencia de un amor doloroso que ha dejado al narrador sintiéndose enfermo y vacío. El narrador siente que ha seguido adelante y ahora posee más que una existencia hueca y triste. Pide sanación pero con el lema que cierra la letra de “¡Sólo el amor cura!”.
El son de protesta llegó al grito de protesta de su tema “Asesinos” del mismo disco, con niños alzando el puño en alto junto a sus padres al ritmo de su música. De ese A la izquierda de la tierra que enfatiza su lado contestatario también sonó “La consentida (Concha)”, un himno reivindicativo que aborda las frustraciones y deseos de cambio que siente el pueblo, cuya letra letra refleja un llamado a la acción y una expresión de unidad entre la multitud presente en ese momento.
El ciclo de canciones con su estilo de música y danza que manifiesta el sentir social continuó con el tema “Triste realidad”, con su deseo de cambio lanzando versos de invitación a transformar la frustración por acciones de transformación: “Te cambio realidad por felicidad”, “Una de las cosas que nunca he soportado, es que los demás se llenen la boca pa' juzgar, y cuestionar todo lo que tu te has entregado, y mirando lo que otros hacen siempre están”, dice la letra de crítica social que siente a ritmo bailable con toques de piano salsero y tambora.
Tocó el turno de la bienvenida oficial: “¡Buenas noches mi gente! ¿Cómo se encuentra el Parque Bicentenario está noche? Noche de fandango y fiesta, de esta orquesta. Es muy especial para nosotros, gracias por compartir este sueño. Este sueño anhelado en el que muchos de nosotros hemos creído firmemente, mucho trabajo, mucho esfuerzo, bienvenido todo el mundo es motivo de celebrar”, dijo Dr. Shenka.
“Alza tu mano, estamos en vísperas de Días de muertos. En los Días de Panteón todo puede pasar, pero algo que es fundamental de nosotros como banda es nuestra mexicanidad, es la parte que sentimos cada vez que estamos fuera, cada vez que nos miramos a los ojos, cada vez que enfrentamos desastres, y va un hermoso saludo con máximo respeto y mucho amor para nuestros hermanos en Acapulco, Guerrero, y toda la zona que lo está pasando mal. Vaya la vibra, vaya el espíritu, esa sanación que necesitamos todos, porque creemos en los Días de Panteón. Estamos a días del Día de Muertos y es motivo de celebrar nuestra mexicanidad”, añadió el músico.
Así siguió el homenaje al Subcomandante Marcos en el tema “Marcos Hall”, de A la izquierda de la tierra. Un enaltecimiento a ritmo de fandango que empieza describiendo al personaje zapatista y su comparación con el Che Guevara y otros revolucionarios, además habla de su labor de protesta “para gritarle al gobierno ‘estamos hartos de miseria’”, “para abrirle el ojo al pueblo y gritarle a los esquivos”; y terminar hablando que a pesar de su anonimato él está donde las personas que necesitan ayuda. Un tema que hace eco de ese Colectivo Paz, Baile y Resistencia del que formó parte Panteón Rococó junto a bandas como Maldita Vecindad, Sekta Core, Nana Pancha, Salón Victoria, Los de Abajo y Royal Club.
En un momento de la canción la música se detuvo para que Dr. Shenka recitara unos versos: “Escuchen bien con atención / que esta chilena sabrosa le viene bien a la ocasión /dedicada a Benito Juárez y a Ricardo Flores Magón / estas coplas escritas con muchísima emoción / y a un personaje hermoso / al de la selva chiapaneca / hacemos los honores / con esta música mixteca”, dice para seguir la canción mientras una pancarta que dice “Algo a la guerra contra el EZLN, Viva el congreso nacional indígena”.
Comienza la instrumental del siguiente tema y el mensaje de sanación toma otro sentido entre el misticismo de la melodía: “Tiempos hermosos que nos tocó vivir, tiempos difíciles. Tiempos llenos de tanta tecnología y tanta falsa realidad. Tiempos difíciles. Tiempo de enfrentarnos a nosotros mismos y crecer como comunidad, creer en la comunidad que poco a poco nos han arrebatado. Buscar la libertad no afuera sino adentro implica un gran trabajo, el trabajo es el quehacer de uno mismo. Aprender a doblar las manos, a ser humilde, depende de ti, de tu voluntad, de tu fuerza, de tu necesidad”, dijo Dr. Shenka.
Así comenzó “Caminemos juntos”, del disco Panteón Rococó (2007) y que fue un tema que se inspiró en el movimiento de Tlatelolco en 1968 y en cuya versión de estudio Ofelia Medina canta un fragmento. Una canción que “habla de ese encuentro que debemos tener los mexicanos, después de todo este rollo fraudulento en las elecciones, de la división de esta sociedad con base en estas ideas políticas de Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón. Con estas canciones buscamos que los mexicanos nos reivindiquemos”, como dijo el Dr. Shenka en una entrevista.
Y para sanar hay que también adentrarse a los Infiernos, como se titula su disco del 2019 y que la misma banda le dio un significado especial: “Algo así como Dante Alighieri nos mostró su purgatorio y el paraíso, así lo hicimos con este disco, porque es uno de los más críticos, pero también de los más dulces”, dijo años atrás en su lanzamiento. Un disco que es un reflejo de su mundo interior, en el que cada día se enfrentan a diferentes circunstancias que los conmueven y enriquecen y los hacen transitar de un lugar a otro entre amores, trabajo, viajes, ideales, sueños, recuerdos, trascendencia y locura. “Todo esto es el disfrute y el devenir de la vida misma y eventualmente es un infierno que debemos atravesar”.
De este disco sonó “El último ska” que hicieron en su momento en conjunto con Dub Inc.. Una canción que explora el viaje al infierno del desamor y que se llevó una ovación del público en el Parque Bicentenario por la energía que la banda puso en el escenario: “De esas canciones que se escriben en el caminar de las giras, cuando curiosamente uno se busca a sí mismo”, estaba hablando cuando el “Oé oé oé oé” de su público lo enmudeció: “Pinches changos, se pasan, nos quieren hacer chillar o qué pedo…”, dijo Dr. Shenka. “Quiere llorar, quiere llorar, quiere llorar” le dijo el público en coro. “Pero no me dolió, pero no me dolió, pero no me dolió”, les respondió el cantante.
En el transitar de ese disco también se transitó por el infierno del alcoholismo con la presentación del tema “Botellas”, una canción sobre la depresión amorosa y esa magistral forma de representar musicalmente la desolación de la tristeza ahogada en la bohemia de músicos como Joaquín Sabina, Javier Corcobado, Andrés Calamaro, Pascual Reyes, Armando Palomas, Agustín Lara, Juan Gabriel, Julio Jaramillo o José Alfredo Jiménez.
“Como ya te pudiste dar pinches cuenta, el mundo está valiendo madre”, dijo en medio de instrumentación de “Oye como va” de Santana. “Y así como lo que está pasando en Acapulco, si no ponemos atención, si no concientizamos nos va a cargar la chingada a todos. ¿Lo sabes? ¿lo entiendes? ¿lo comprendes México, chingada madre?, si no, que comiencen las hostilidades”, dijo Dr. Shenka.
Así comenzó otro momento de locura con “Hostilidades” que abre el disco Ni carne ni pescado (2012), con la que en su momento juguetearon en redes sociales poniendo la canción en el video viral de dos hermanas pequeñas celebrando el cumpleaños con una singular pelea que protagonizaron luego de que la mayor de ellas de nombre María Antonia, apaga las velas del pastel de su hermana María Eduarda, desatando su furia. Esta vez fungió como una invitación a la catarsis de esa danza ritual del slam de cada uno de sus conciertos.
Luego de esa canción contra el sistema y sobre cómo ha caído como dice la letra (“Todo el mundo habla del fin del mundo, todo el mundo habla de él, todos sálvese el que pueda, todo el mundo a correr”), tocó el turno de despertar el espíritu de “Punk-O” un tema instrumental que agitó a la masa y que le dio un respiro a la voz del vocalista.
“Cuando compartimos escenarios en festivales un día nos encontramos con nuestros amigos de la Banda el Recodo y de repente les dijimos ‘Ah chingá, que no se saquen de onda pero que tenemos una canción que se llama algo igual’ y en ese entonces El Mimoso que era el que cantaba, los que son de mi generación sabrán cual cantaba Mimoso…”, dijo para hacer alusión al personaje de Odisea Búrbujas, pero luego siguió, “ese es el que yo conocía pero luego yo le dije…”, y así sonó el inicio de la versión de El Recodo de “Acábame de matar”, que cambió a la pausa por su enérgica canción.
El tema del disco Panteón Rococó (2007) es una de las más queridas por el público que respondió con un coro sublime a una letra que expresa el dolor y la desilusión causados por un amor fallido, engañoso y destructivo. Una gran letra que retrata el contraste entre un pasado donde todo parecía perfecto (“Hubo un tiempo en que todo era rosa”) y el presente, donde el cantante quiere vomitar debido a las mentiras y el engaño (“ahora solo quiero vomitar, tu mentira es la cruz de esta tumba”). El lenguaje metafórico utilizado aquí sugiere que la relación se ha convertido en una carga o una tumba para su amor.
Y a esa canción que alienta un mensaje de una charla con un amigo de cantina, siguió el homenaje al cantautor más célebre de México cuyas letras de cantina son cantadas en el mundo. Quitándose el auricular, Dr. Shenka dice “yo soy más de la vieja escuela”, y alentando a la gente a levantar las manos comenzó su versión reggae ska de “Tu recuerdo y yo”, de José Alfredo Jiménez que sonó en su tributo del 2003. Una canción sobre un hombre que va a una cantina a curarse las penas de amores pues lo han abandonado y él va a la cantina tratando de ahogar el sentimiento, pero él sabe que sólo va a recordarla más. El tema además sirvió para hacer el tradicional coreo al estilo Freddie Mercury y conectar de forma especial con el público.
“Al final uno de mis goals, de mis metas, es no solo ser el vocalista de una banda sino convertirme en un cantante que pueda cantar al son que le toquen”, dijo Dr. Shenka en una entrevista a Crónica Escenario a propósito del lanzamiento de Ofrendas. Y esta noche de Días de Panteón fue la prueba. “Cumbia dedicada a los que son verdaderamente fans de Panteón”, dijo el vocalista emulando la voz de un sonidero para presentar “La cumbia del olvido” y ponerle vida a ese tema que puso a bailar a muchas parejas en el Parque Bicentenario. Un tema grabado en Buenos Aires de la mano de Sr. Flavio de Los Fabulosos Cadillacs.
La siguiente canción tuvo una presentación que se volvió en todo un compilado de memorias: “Hay una canción que nos gusta mucho. La letra, ya tú sabes, para nosotros que nos gusta hablar del dolor y de la tristeza y hacernos harakiri en las fiestas. Yo nunca comprendí esa parte cuando todo se ponía divertido, de apágate la fiesta y traite a José José, vamos a echar unas caguamas chingonas hasta el amanecer. Qué bonitos eran esos momentos, qué chingones”, dijo.
“Estamos en una ciudad que nos albergaba, vagos desde el principio, cuando los Panteón Rococó rondábamos por la San Felipe de Jesús, por la Prado Vallejo, por la Prepa 9. Ahí andábamos armando las tocadas en Cuautepec Barrio Arte, como no nos contrataban pues hacíamos esto. Empezábamos a organizar nuestros reventones, empezábamos a decir, ‘qué te parece si con esta lana, en vez de repartirlo compramos un amplificador’, invertimos en lo que hacía falta, no que unas baquetas o algo más, y tardó mucho tiempo para que esto levantara”, siguió.
“Ustedes saben de dónde venimos. Y esta noche, la verdad es que se siente tan maravillosamente poder estar aquí con todos ustedes. Que algo que comenzó como un sueño de estudiantes allá en la preparatoria, derivó en esto tan hermoso para mucha gente. Esta energía maravillosa. ¡Y está bien perro papá!”, enfatizó.
“Y todo nació en el contexto justamente, de esta ciudad tan hermosa”, decía le músico hasta que la ovación lo detuvo. “Al chile sí quiero llorar pero me aguanto porque tengo que cantar y si no se me quiebra la voz”.
“Quién no adora esta bendita ciudad, cuando sales a la calle y miras a la gente pasar, el trabajo, ver a la de los tamales, ver al barrendero y darle los buenos días o subirte a la combi, ‘lléveme a Metro Zapata’, ‘lléveme a Metro Misterios’, ‘le pasa mi pasaje, por favor’. Te bajas, ves lo gris de la urbe, la contaminación, la gente pasando en las calles metida en el teléfono y sin embargo tienes una ilusión… hacer tu jale, porque eso es lo que haces y amas hacer. Y después terminas, exhausto y cansado, a formarte de regreso a casa porque hay otro día. Esto es para todos nosotros, almas de esta ciudad”, dijo para presentar “Abajo y a la izquierda”, un himno chilango de su disco Ejército de paz (2010).
El momento de éxtasis y baile ya no se detuvo. Maestros de la fiesta comunal Panteón Rococó continuó su repertorio con “Seguir bailando” de Compañeros musicales (2002), que mantuvo el ritmo guapachoso con toques de merengue y que dio la bienvenida a un cuerpo de bailarines que se lucieron con sus pasos. Haciendo honores a su esencia la banda, con el canto y el baile se abre una vía para la expresión de las emociones, un espacio de juego y libertad, de vértigo y descarga emocional, una forma de salir de la rutina cotidiana y de las condiciones de miseria y opresión.
Y es que en su música festiva también se esconde dolor y añoranza, como ocurre en “La distancia”, de Panteón Rococó (2007), que además conecta con la esencia del día de muerto de alguna forma pues habla de la tristeza y el dolor causados por la ausencia de un ser querido, aunque en realidad hable de una separación amorosa y el que canta no acepta a decisión de separarse. Una versión con tintes tropicales y harta evocación al cha cha chá que puso a bailar a los músicos en el escenario.
“Mis respetos para el pop. Al chile. Tú me ves estoico, tú me ves entero, pero por dentro mi estómago me dice ‘hijo de tu pinche madre’. ¿Cómo lo hace? yo no sé. Cantan, bailan. Todos mis respetos. Danna Paola, hija, estás cabrona. Belinda, no mames, me quito el sombrero… Yo voy a hacer lo mío, espero no ser criticado por ello, pero esta noche me voy a dar ese gusto ok y para eso”, dijo Dr. Shenka para comenzar a entonar “Quiero bailar contigo” del Ni carne ni pescado (2012) y en el cual las palmas se la llevó la bailarina Kenia, conocida anteriormente por formar parte del equipo de María José y que en Días de Panteón subió al escenario a bailar con el cantante.
Con la algarabía en todo lo alto llegó el final de la velada: “Ha sido un maravilloso momento compartir los Días de Panteón. Siete meses de preparación. Mucha gente involucrada. Muchos aliados, muchos amigos. Mucha gente que ha hecho posible este sueño maravilloso que nació en una sala de juntas con un ‘¿qué hacemos?’, lo que decidimos fue no quedarse en la zona de confort, seguirse atreviendo, ver qué después de 28 años qué nos pudiera sorprender y estamos aquí sorprendidos del maravilloso público que está presente ante nosotros, emocionados”, expresó Dr. Shenka.
“Hace ratito me dijeron ‘quiere llorar’ y vieron que me equivoqué en la pinche canción (evocando un error en el coro de ‘Abajo y a la izquierda’). Lo siento compadres, la cagué. Es parte del show. Se lo decía a los becarios, de una escuela que tenemos porque también tratamos de compartir este conocimiento con ellos, muchas gracias. De eso se trata, el ambiente no es controlado, el ambiente es esto. Jugar, divertirse, hacer de los errores una cierto y aún así seguir disfrutando como lo estamos haciendo esta noche”, continuó.
“Esta canción que sigue ha sido y es, ahora, un clásico de este rock nacional”, dijo para que la pista del piano de “La carencia” volviera loco a todo presente. La canción fue vibrante y efusiva. Es la “oda a los hijos de la crisis” como han dicho los músicos. Arroja luz sobre las realidades de la desigualdad económica y las luchas diarias que enfrenta la clase trabajadora. Las letras capturan la frustración, la determinación y la esperanza de un futuro mejor, todo ello encapsulado en una enérgica y pegajosa melodía de ska.
Pero también sirve para rendir un mensaje de empatía con otras bandas en su discurso como Antidoping, Santa Sabina y La Maldita que resalta la unidad y camaradería que se encuentra dentro de las comunidades musicales. Una pieza que salió en Un Panteón muy vivo (2001) en tiempo de Vicente Fox como presidente y que denuncia las injusticias de los gobiernos neoliberales, los bajos salarios y el aumento del precio de los alimentos. “Ojalá nunca tuviéramos que tocar esta canción”, han dicho, pero sigue vigente y sigue siendo un símbolo de resistencia.
Con “La carencia” es que había concluido su show, sin embargo, hicieron uso del clásico encore para regresar tras las peticiones del público para entonar una serie de temas icónicos, el primero de ellos fue “Vendedora de caricias”, del disco Panteón Rococó, cuyas percusiones y piano sonaron para estremecer a los presentes. A la voz de Dr. Shenka el masivo coro ya lo acompañaba en los versos que remontan a un hombre que lucha por aceptar una ruptura en el consuelo de una trabajadora sexual.
El siguiente tema fue con el que iniciaron su historia. El tema que da nombre al demo que Pepe Lobo, vendedor de El Chopo les recomendó hacer. Nos referimos a “Toloache pa’ mi negra”, esa exploración lúdica y bailable del anhelo por encontrar el amor inmersos en el paisaje de mar, playa y estrellas. De encontrar una pócima mágica para aliviar las tristezas y encontrar al ser amado. El ritmo de ska y la interpretación apasionada y juguetona la hacen una de las más queridas del público.
Hacia el final de la velada, llegó el momento de celebrar a la amistad con “Viernes de webeo”, una canción cargada de energía que invita a olvidar lo cotidiano y entregarse a la fiesta del fin de semana. Con los ánimos en todo lo alto, ruedas de ska haciendo el ritual de los empujones y el grito de “Brindar por el amor, sufrir por el dolor, tomando una cerveza, la vida se ve mucho mejor”, se llegó a la euforia total.
El final del camino en el cempasúchil llegó con uno de sus himnos más grandes. Aquel que se adoptó desde la huelga de la UNAM en 1999 cuando la banda salía a tocar para apoyar el movimiento de los estudiantes. Con una introducción como de un ritual tribal entre gritos casi místicos de Dr. Shenka: “Esta noche… Todos estamos… Y nos atrevemos a decir aquí esta noche…” prolongó su canto para soltar el grito de “Hoooy te vas…” y comenzar a dar vida a “La dosis perfecta” que también es un tema sobre la espera del regreso de la persona amada.
Recordando los momentos íntimos, el sonido frenético de la música ska, fuegos artificiales y el tono de la rola que completa podría parecer el clímax de algo fascinante, es que se coronó la noche de Días de Panteón.
Hace unos años en una entrevista el periodista de La Jornada, Arturo Cruz les preguntó “¿cómo sería Panteón Rococó si fuera una persona?”. La respuesta de Dr. Shenka es la que resume todo un show como el de Días de Panteón: “Sería un chavorruco, un señor que ha crecido de alguna manera siendo testigo de todo lo que ha sufrido este país en estos 25 años (el aniversario que celebraban). Pero también es un niño que tiene la esperanza de que esto se arregle y se componga. Es un estudiante de la Preparatoria 9 o es un estudiante de la Iberoamericana, es un trabajador o un indigente. En ese sentido, Panteón se ha construido con muchos personajes y audiencia muy diversa. Ese chavorruco creció, maduró y tuvo hijos, pero no ha dejado de preocuparse por la sociedad, sigue a la izquierda de la tierra”.
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