El director italiano Paolo Sorrentino afirmó que, ante la crisis por el cierre de salas de cine en Europa, el deber de los realizadores es “hacer películas para el cine, para intentar salvar el cine, porque las plataformas no nos necesitan en este momento”.
Sorrentino se encuentra estos días en Marruecos para presidir el jurado del Festival Internacional de Cine de Marrakech (FIFM), que desarrolló su decimonovena edición con el objetivo, un año más, de servir de trampolín a los directores noveles.
Un jurado compuesto por una variedad artistas como la actriz alemana Diane Kruger, la inglesa Vanessa Kirby, el francés Tahar Rahin y la libanesa Nadine Labaki, y los directores australiano y marroquí, Justin Kurzel y Laila Marrakchi, que este sábado han dado una rueda de prensa antes de visionar la primera de las catorce cintas en competición oficial.
En ella, el presidente del jurado, ganador de un Oscar con La Gran Belleza en 2014, destacó la necesidad de los directores de promover el cine para ser proyectado en la gran pantalla y no difundido a través de las plataformas “online”.
Su última película, Fue la mano de Dios, por la que estuvo nominado a un Oscar este año, la produjo Netflix, una experiencia que Sorrentino calificó de “increíble”, para abogar acto seguido por hacer filmes para el cine.
“Ahora el reto es hacer una película para el cine, para la gran pantalla. Antes el reto era hacer series de televisión. Me gustaría hacer películas para la gran pantalla porque hay una crisis del cine y nuestro deber es hacer filmes para el cine, para intentar salvar el cine, las plataformas no nos necesitan en este momento”, dijo.
Preguntado por la guerra en Ucrania y el papel de los directores y actores a la hora de denunciar los conflictos, Sorrentino explicó que no cree que “puedan hacer muchas cosas”. “Es mejor cuando las películas vienen luego, cuando se hacen películas mientras las cosas pasan, normalmente no son buenas”, añadió.
Y acerca de cómo la pandemia ha podido afectar a la industria, opinó que ahora “no es fácil ver buenas películas, como hace años”. “Es normal, porque la pandemia nos ha traído muchas dificultades para entender la realidad. Creo que antes de poder ver películas excepcionales, habrá que esperar un tiempo”, opinó.
Nadine Labaki, actriz y directora libanesa, mostró en la conferencia su desacuerdo con Sorrentino sobre la responsabilidad de los artistas para denunciar el sufrimiento humano.
“Tenemos una responsabilidad, como directores y artistas, y creo en la misión que tenemos. Tenemos que ser responsables cuando hablamos sobre sufrimientos de la humanidad, tenemos que tratar estos temas con mucha responsabilidad, pero tenemos un papel que jugar”, explicó.
Eso incluye, dijo, los conflictos o cualquier otro tema social, de los que “es importante hablar”, aunque a veces, añadió, “es duro porque vivimos en un tiempo difícil donde todo se vuelve políticamente correcto y estamos paralizados”.
En respuesta a Labaki, Sorrentino afirmó: “Como ser humano, siento la responsabilidad y el deber de participar, de posicionarme sobre los aspectos políticos, pero como director sólo me dedico a hacer películas y no siento el deber de tener que hacer películas sobre la actualidad”.
“Por eso como director me siento impotente respecto a la actualidad, porque yo trabajo solamente, como muchos directores, sobre aquello que ya ha sido 'historizado' y por eso no tengo grandes posibilidades, no haría un tipo de trabajo adecuado. Si fuera periodista o ensayista la cuestión sería muy diferente, pero como director no puedo hacer mucho”, añadió.
Sobre su foco a la hora de elegir a la cinta ganadora de la Estrella de Oro del FIFM, la actriz británica Vanessa Kirby explicó que para ella “el mejor cine es el que consigue desmontar prejuicios”.
“El cine que más me ha afectado en la vida es el que me ha hecho sentir profundamente sobre algún aspecto de la experiencia humana en el que no había pensado. Siempre me sorprendo de mis propios límites y creencias a los que desafío haciendo cine”, dijo.
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