Escenario

“El peso del talento”: La insoportable levedad de llamarse Nicolas Cage

CORTE Y QUEDA. El popular actor pone su propia historia al servicio de un filme dirigido por Tom Gormican, al estilo que ya lo hicieron John Malkovich o Joaquin Phoenix, para entregar una interesante comedia ácida

El actor Nicolas Cage en una escena de la película "The Unbearable Weight of Massive Talent"
El peso del talento se convierte en una comedia de acción que todo seguidor de Cage debe de ver. El peso del talento se convierte en una comedia de acción que todo seguidor de Cage debe de ver. (CORTESIA)

La carrera de un actor se define por el talento, su capacidad de reinvención y la creatividad con la que se acerca a sus diferentes roles. Pero también está marcada por las buenas o malas decisiones en ella, por historias que van de lo maravilloso a lo olvidable, similar a un camino empedrado, en el que vives para contarlo o te vuelves una burla de ti mismo.

Uno de los histriones que ha pasado este viacrucis artístico es, sin duda, Nicolas Kim Coppola, mejor conocido como Nicolas Cage, actor que ha trabajado con laureados directores como su tío Francis Ford Coppola, los hermanos Coen, David Lynch, Werner Herzog o Ridley Scott. También tuvo su época de héroe de acción en cintas como La Roca, Contra/Cara, Con Air: Riesgo en el aire o Ghost Rider, hasta caer en una especie de letargo de cintas serie b bastante fallidas como La última profecía o el infame remake de The wicker man.

Posterior al gran éxito crítico con su papel en Pig (Sarnoski, 2021), Cage parece tomar un segundo aire y qué mejor que continuarlo con una pequeña cinta que funciona como una oda a su carrera, sus problemas, su gran ego y ese peso enorme que carga con su multifacético talento. Al lado del director Tom Gormican (That Awkward Moment, 2014), este actor toma el mismo camino que John Malkovich o Joaquin Phoenix, pero deja de lado el drama existencialista o la docuficción para entregar un híbrido meta genérico en El peso del talento.

Aquí, el ganador del Oscar interpreta a una versión ficcionalizada de sí mismo, Nick Cage, mismo que pasa por una crisis económica, artística y familiar. Por ello, toma la oportunidad de ser el invitado especial de un excéntrico millonario llamado Javi (Pedro Pascal) en su fiesta de cumpleaños sin pensar que esto podría darle el mayor papel de su vida, sirviendo como el gran pretexto para un relato donde Gormican, de una manera divertida, da un repaso por toda la carrera de Nicolas.

El director y su coguionista, Kevin Etten, le dan rienda suelta a esta meta narrativa que juega con la imagen del histrión dentro y fuera de las pantallas, basándose no sólo en ciertos problemas y realidades que Cage ha vivido sino en esa peculiar relación que surge con su admirador millonario, Javi, entablando esa extraña simbiosis entre fanático y estrella de cine de una manera muy satírica con la que cualquier seguidor del actor puede crear empatía.

Uno de los grandes méritos que la película tiene es justamente la capacidad de Nic de hacerse burla y autorreferencias, regalándole a la audiencia momentos icónicos de sus cintas. Pero nada de ello funcionaría si no tuviera al lado al adorable Pedro Pascal, que muestra su vena cómica y se pone al tú por tú de la leyenda, creando una química que mantiene el interés del espectador generando unas cuantas carcajadas en el camino, especialmente para los fans del histrión.

Asimismo, el guion se convierte en algo que hace alusión a lo que estamos viendo en pantalla, haciendo incluso esta burla a las súper producciones y enfocándose en la relación entre Javi y Cage. Mientras que Nic va explorando las diferentes facetas en su carrera, demostrando ese rango interpretativo que le distingue mientras navega entre los diferentes actos de la película, es Pedro Pascal el que hace que la química funcione al hacer un papel con el que todos podemos conectar: el fan adorable que hará lo que sea por su ídolo.

También, podemos apreciar una construcción muy meta que a veces pierde su ritmo, especialmente para el segundo acto donde la misma cinta admite una etapa de crisis creativa, derivando en un tercer acto que recupera una parte de esa gracia y locura del principio, remitiendo a la ilusión de que estamos viendo una cinta detrás de la cinta, muy al estilo de Una guerra de película (Stiller, 2008) o de aquel clásico de Truffaut, La noche americana (1973), demostrando que la ficción puede superar a la realidad y viceversa.

El peso del talento entonces se convierte en una comedia de acción que todo seguidor de Cage debe de ver, tan consciente de sí misma que a veces le llega a jugar en contra de ese factor. Una película llena de muchas referencias, críticas ácidas y momentos demasiado meta, que nos presenta al histrión tal cual es: con defectos y virtudes, vicios y aciertos, recordándonos lo que es la insoportable levedad de llamarse Nicky.

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