El texto número siete de nuestra serie de especiales rumbo a la edición 64 de la entrega de los Premios Ariel nos habla de Las Castradoras de Santa Fe, una pandilla de mujeres de los años 80 que vivió a la par de la famosa pandilla Los Panchitos: La diosa del asfalto.
UNA HISTORIA DEL BARRIO
La trama de La diosa del asfalto tiene como punto de inspiración la historia real de Las Castradoras de Santa Fe (como también llegó a llamarse el proyecto), una agrupación femenina de la década de los años 80, que existió paralelamente a la banda de Los Panchitos (una de las más temibles de la CDMX). Ellas tenían entre 15 y 18 años y vestían con chamarras de piel, jeans y botas de casquillo, así lo detallaron las escritoras de esta historia quienes narran sus vivencias desde el interior de la banda.
“Cómo chavas banda queríamos ser visibles, no nomás olerles el pedo a los weyes. Queríamos decir ‘estamos aquí, existimos, ¡qué pedo!’. Para eso hicimos nuestros grupitos de mujeres, algo que los chavos banda empezaron a armar desde el 75 o 76. Pasaron unos años para irlos calando y formar a las chavas banda”, dijo Inés Morales una de las guionistas del filme. La otra guionista es Susana Quiroz.
Para las escritoras es una forma de mostrar a la actualidad que décadas atrás también hubo mujeres que lucharon por tener las mismas oportunidades que los hombres aún en los rincones más peligrosos de México: “Una tenía que vivir, luchar y pelear y la manera era esa, en el camino se perdieron ojos, patas, dientes, de todo”, dijo Inés.
“Tenías que aguantar canela y plantar cara a los chavos para levantar esa ámpula. Varias éramos cómplices y nos protegíamos, nos cuidábamos. Ellas también hicieron cierta justicia, eran ellos o eran ellas. La ley de la vida y en el barrio así es, sin justicia. Hasta la fecha por eso hay un chingo de feminicidios. La violencia, si antes la sentían tupida, ahora está más encarnizada. Una tenía que andar siempre a las vivas y entrarle pero era aventarse”, añadió.
Las escritoras de la historia llegaron a contar cuáles eran las motivaciones de inmortalizar en el séptimo arte esa etapa: “Como chavas banda queríamos ser visibles, no nomas olerles el pedo a los weyes. Queríamos decir ‘estamos aquí’, ‘existimos’, ‘qué pedo’. Para eso hicimos nuestros grupitos de mujeres, algo que los chavos banda empezaron a armar desde el 75 o 76. Pasaron unos años para irlos calando y formar a las chavas banda”, dice Inés.
JULIÁN HERNÁNDEZ CONECTA DESDE LA MEMORIA
Una de las razones por las que el cineasta Julián Hernández decidió dirigir su más reciente filme La diosa del asfalto fue “porque me recordaba a otras del barrio como Lolo o La banda de los Panchitos”, pero también había una conexión importante con su propia memoria, “para mí fue recordar y regresar a lugares que había dejado hace mucho tiempo, que conocía por el cine y por los lugares donde yo vivía o pasaba”, dijo.
En principio Hernández conoció el proyecto gracias a sus escritoras Inés Morales y Susana Quiroz, ya que llevaban años buscando financiar el largometraje, “de repente me invitaron a ser tutor y a acompañar el primer tratamiento del relato (...) Entramos con Mil Nubes (la casa productora) para ver si podíamos hacerla y afortunadamente se dio la oportunidad”, dijo Julián.
Al hablar de esas influencias que marcaron al cineasta para hacer el filme, Hernández retoma la idea del cine de barrio. “Tuve presente a varios cineastas de mediados de los 70 para dar ese toque a mi película. Hay mucho uso del zoom que es una clara referencia al cine de Valentín Trujillo. Chano Urueta es otra influencia, incluso hay un poco de serie b en ello, tratando de dejar una huella propia en el proyecto”.
ACTRICES CON RESPONSABILIDAD HISTÓRICA
El filme cuenta como Max regresa a su barrio convertida en la vocalista de un grupo de rock. Ahí la esperan los recuerdos, las noticias nuevas y las verdades que durante años guardaron silencio: Sonia es una voz que habla desde la muerte; Ramira y la Carcacha regentean la miseria del barrio; y la Guama se hunde en la locura. Contundentes aparecen los motivos del abandono, se recapitulan las muertes y las promesas no cumplidas. Max regresa para morir, no sin antes entender y significar todas las razones que quedaron pendientes.
“Algo que tuve que entender es que estas personas no tenían un futuro comprado. Esa fue mi primera idea para trabajar el rol, además de que Max es una mujer que se rehúsa a ser una víctima, a no defenderse y tiene la idea de que solamente juntas van a sobrevivir”, expresó Ximena Romo quien da vida a Max.
“El personaje es una líder que aboga por cuidarse entre todas. Esto me pareció una idea revolucionaria en la cinematografía actual. La diosa del asfalto es una cinta importante más allá de mí porque representa una historia que tiene que ser contada, habla de los roles femeninos y las mujeres desde otro lado más diverso, interesante e inteligente. Y la magia que ocurrió con mis compañeras fue un regalo enorme en la película”, añadió.
Hablando de colaborar con el director Julián Hernández, la actriz afirmó que “fue una experiencia diferente grabar con él, desde el uso de la cámara, las locaciones, todos los departamentos. Quedé muy contenta del resultado final de esta cinta y de que Julián la presente en este festival tan importante y que mejor que esta historia se escuche aquí”.
Mabel Cadena también habló acerca de Ramira, un rol que “me cambió la vida”. Interpretar este papel, para ella fue interesante porque “Ramira es una intensísima y apasionada de la vida que siente todo a últimas consecuencias”.
Mabel, al igual que Ximena, dijo que “me siento afortunada de contar esta historia y de que me dieran la oportunidad de hacerlo ya que es necesario hablar de cómo los tiempos difíciles de las mujeres no han parado nunca. También es bello que entre las mujeres se recuerde que pueden vivir a través de la lealtad”.
EL VISTO BUENO DE LAS VERDADERAS PROTAGONISTAS
A pesar de que las actrices no conocieron a las guionistas sino hasta el final de la grabación, crearon sus personajes a partir de la interpretación y de los referentes que les daba Julián, además de las clases recibidas y de las locaciones. Al respecto, Ximena contó una anécdota del día que conoció a Susana.
“Llegaron ellas a desayunar en la locación y yo llegué sin personificarme. Entonces a la distancia escuché que le preguntaron si me parecía a Max y ella dijo que ‘estaba más fresa’, lo cual me ofendió un poco. Pero ya que salí personificada, estaba muy nerviosa, golpeaba una puerta con todas mis fuerzas, tanto que me lastimé un poco la mano pero después de eso, Susana e Inés llegaron más confiadas conmigo y comenzaron a abrirse aún más con sus relatos. Cuando las escuchamos, cayó la realidad de repente de lo que estábamos haciendo y de cómo el guion se transformó muchas veces y como está digerido para que el público pueda tomarlo o verlo sin restarle fuerza”, comentó.
Para Ximen Romo interpretar a Max fue todo un reto que le dio mucha alegría más allá del miedo. “La primera vez que me dijeron que el rol era mío sentí un miedo enorme porque era un personaje maravilloso que representaba un reto grande para mí. Tenía la responsabilidad de hacerlo bien”, platicó.
Pero para poder hacer su papel tuvo la fortuna de tener una gran compañía con sus coprotagonistas. “Mabel fue con quien primero tuve contacto y cuando la vi inmediatamente se convirtió en Ramira, en la compañera que necesitaba y juntas creamos esa dinámica de los dos personajes. Algo que tuve que entender es que estas personas no tenían un futuro comprado. Esa fue mi primer idea para trabajar el rol, además de que Max es una mujer que se rehúsa a ser una víctima, a no defenderse y tiene la idea de que solamente juntas van a sobrevivir”.
Tanto Inés Morales como Susana Quiroz, se mostraron agradecidas no sólo porque las representan y les dan voz sino porque “nosotras no estábamos tan chidas y ellas lucen bien chido”.
SORORIDAD EN LAS CALLES
El cast coincide en que La diosa del asfalto presenta “una historia necesaria de contarse ya que habla de las mujeres de un lugar de poder, desde otro sector, tiene mucha diversidad además de que representa a mujeres mexicanas con las que te puedes sentir identificada. Son mujeres que no quieren jugar a ser hombres ni nada de eso, sino que desde la diversidad de cada una buscan ni siquiera la violencia sino cuidarse, protegerse, defenderse entre ellas porque o te adaptas a lo que te toca y si no lo haces tú, lo hace alguien más. Es un guión que resulta poderoso y representa un mundo pocas veces visto”, dijo Mabel Cadena.
Ximena Romo continuó recalcando aún más lo que hace que esta cinta se diferencia de otras. “La mujer en las historias de hoy en día tiene una dualidad de buena o mala, toda la cinematografía está llena de eso y siempre son a partir de las lógicas de género dictadas por el patriarcado en que vivimos, esta cinta no tiene eso porque no hay un prejuicio a partir de ello, simplemente los personajes existen con sus cualidades, defectos, fortalezas y todo lo que las hace únicas”, explicó.
“Siento que a todas se nos pone en una cajita donde tenemos que ser iguales y eso también pasa en el cine pero en este filme es diferente, todo gira alrededor de ellas mismas, no de un solo hombre, además de que Max y sus amigas pueden representar la fortaleza física o la emocional. Son seres humanos que como todos tienen vidas, toman decisiones y en ese sentido son iguales, pero en la humanidad y en la ficción se vive de la diversidad y la diferencia”, añadió.
Por su parte Mabel Cadena agregó: “Para mí, Ramira es una mujer transgresora, alguien que no filtra las emociones, va por lo que quiere y desea, sabe su lugar en el mundo pero no la dejan habitarlo. Por eso, quiere defender con uñas y dientes a su manada, a su tropa pero está tan sola o abandonada que eso es su gran tragedia”, agregó.
Mabel también destacó el reflejo cultural que tiene el filme con la actualidad, “es necesario hablar de cómo los tiempos difíciles de las mujeres no han parado nunca. También es bello que entre las mujeres se recuerde que pueden vivir a través de la lealtad (...) La diosa del asfalto presenta una historia necesaria de contarse ya que habla de las mujeres de un lugar de poder, desde otro sector, tiene mucha diversidad además de que representa a mujeres mexicanas con las que te puedes sentir identificada”, destacó.
OTROS DESAFÍOS DE PRODUCCIÓN
Roberto Fiesco, productor de cabecera de Julián, habló un poco de los procesos de producción del filme. “Es una película que a Julián y a mí nos tocaba muy de cerca, una historia de amistad, sororidad, solidaridad entre mujeres”. Uno de los puntos más difíciles fue el casting. “Vimos a decenas de chicas para los roles. Ximena hizo dos castings para quedar en el papel. Con Mabel fue distinto, audicionó, yo vi el tape y le dije a Julián ‘ella es Ramira. Así pasó con todas las chicas, fue ir descubriendo quienes podrían ser estos personajes hasta que llegamos con estas actrices fantásticas”.
Otro punto delicado fueron las locaciones, ya que “Julián tenía muy presente donde quería que grabáramos. Estábamos en zonas de la ciudad muy difíciles, por lo que fue un rodaje muy particular de siete semanas que nos exigía como productores estar ahí todo el tiempo. Encontrar paisajes tan particulares que no existían ya en la ciudad debido a la construcción de la parte moderna de Santa Fe fue gozoso y a la vez muy exigente. No había camperas, las condiciones realmente eran difíciles pero el compromiso y la entrega de todos hizo al rodaje algo especial”.
Además, otro aspecto que destaca en la película es, claramente, la música. Al respecto, Fiesco se pronunció: “Fue una gran suerte la que tuvimos ya que contactamos con un conjunto de artistas que nos parecían apasionantes y que respondieron bien ante la historia de este grupo de chicas, incluso comentaban acerca de ciertas tocadas que habían hecho en algunos lados similares a los del relato”, dijo.
“Fue importante compartirles esto con estas figuras que tuvieron un peso importante en el rock en esa época en que se ubica el relato. La presencia de Baby Batiz, de tracks interesantes fue difícil pero sirvió para tratar de recuperar este universo y construir a Max a partir de ello. Por ello escogimos un gran catálogo de música de los 80 y 90, fue difícil la gestión de las licencias pero se logró, además de que contamos con algunos temas originales de Jessy Bulbo”, añadió.
“Siempre me gustó la voz de Baby Bátiz, canta impresionante. Me pareció que era la oportunidad de hacerle un reconocimiento. Y todos en el set estaban felices de verla, de escucharla”, complementó Julián.
Finalmente, Susana Quiroz e Inés Morales se mostraron agradecidas Julián y Roberto porque “nos aporreamos en sentidos de cómo contar la historia y demás pero hicieron caso a nuestras sugerencias, nos escucharon para contar una historia de amigas diferente”.
NOMINACIONES AL ARIEL: 4
Mejor coactuación femenina: Mabel Cadena
Mejor vestuario: Alejandro Caraza
Mejor maquillaje: Alejandro Caraza
Mejor diseño de arte: Erika Avila
PROYECCIÓN INTERNACIONAL
Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia
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