El texto número 23 de nuestra serie de especiales rumbo a la edición 64 de la entrega de los Premios Ariel nos habla sobre la adaptación de la aclamada novela policiaca de Martín Solares: Los minutos negros.
UNA HISTORIA SOBRE LA VERDAD
Mario Muñoz, conocido por su ópera prima Bajo la sal regresó con Los minutos negros, película de ficción, donde la acción transcurre en un puerto del Golfo de México, en donde ya existía, desde los años 70, la estrecha complicidad entre el sistema político, la corrupción policíaca y el crímen. Lo que en la actualidad se ha vuelto un cáncer indomable.
Los minutos negros está basada en la aclamada novela negra mexicana de Martín Solares quien además colaboró como coguionista junto con Mario Muñoz para hacer posible la versión cinematográfica. También es la primera colaboración entre Mario Muñoz como productor con la productora Mónica Lozano y con Leonardo Zimbrón, con quién Muñoz trabajó en Bajo la sal.
En Los minutos Negros, el policía Ramón, el Macetón, Cabrera se involucra en el caso de un periodista recién asesinado que había estado investigando los asesinatos de varias estudiantes perpetuados por “el Chacal”; cinta que nos llevará por altibajos de desesperación y desesperanza, que nos desciende en un espiral hacia el abismo de la impunidad, la corrupción y la omisión.
Al respecto comenta el director Mario Muñoz: “Los Minutos Negros es un film noir, pero la gran oportunidad creativa fue crear nuestro propio noir mexicano y tropical en los setentas bajo el sol y la humedad asfixiantes del golfo. Digamos que inventamos un ‘Noir tropical’ basado en una novela ricamente imaginada y que habla de la complicada relación que tenemos con la violencia, el heroísmo, la justicia y la corrupción en México”, dijo.
El éxito de la novela de Martín Solares ha aumentado el desafío de la adaptación al cine por lo cual ha sido el mismo escritor el encargado de hacer el guion para afianzar los temas más importantes: “Julio Sherer es uno de los personajes en la novela, porque es el tío de Sofía en la novela. Un día me encontré a Julio y a González Chapa. Me lo encontré en Chiapas y me dijo, como se atrevió a hacerme esto, fue un honor. Me habló de que le gustó que abordara una historia. Quise leerla es que me encontré a mí mismo, lo único que no le voy a perdonar es que ponga tantas malas palabras en sus personajes”, dijo el escritor.
“La novela habla de la forma en que hemos perdido la concepción de la palabra justicia, en México se ha perdido progresivamente, ahora tenemos aparatos que no existen, que son selectivos y corruptos. La película plantea hasta donde se puede encontrar la verdad en este país y qué pasaría si les damos a los poderosos la verdad para ver qué hacen con ella”, explicó Solares.
Martín Solares es nacido en Tampico, en el nororiental estado de Tamaulipas, y recuerda los periódicos de su infancia repletos de noticias violentas y sus padres, para protegerlo, escondiéndolos para que él no los viera. Los esfuerzos fueron en balde, puesto que Solares se enteró de todo y principalmente quedó impactado con la historia del llamado Chacal, un asesino en serie responsable de la muerte de varias niñas.
“Decidí escribir una historia 20 años después porque no me quitaba el tema de encima y mientras más lo pensaba más me daba cuenta de que la historia de mi ciudad y de mi país se reflejaba en cómo se había comportado la Policía de Tamaulipas respecto a ese asesino en serie”, reflexiona el escritor.
A Martín Solares se le conoce como novelista, ¿qué tal fue la experiencia de escribir guión? Que es un formato diferente y tienes que cambiar el chip.
MS: Uno tiene que olvidar todo lo que ha aprendido como novelista y descubrir la forma que pide el guión cinematográfico. Si estás adaptando una novela tienes que pensar que te vas a quedar solamente con el aroma, que no vas a calcar la estructura, el tiempo, las intensidades de la novela, ni sus ramificaciones.
Si antes hiciste un árbol muy grande, con muchas ramas y animales y personajes sentados en las ramas, ahora tienes que encontrar un camino distinto y pensar en que las imágenes van a desfilar una sola vez frente a nuestros ojos y tienen que ser perdurables. Acepté porque tenía una enorme admiración por Bajo la sal, dije, wow, si Mario hace con el Golfo de México lo que hizo con Baja California, quiero que sea el director de la novela. En todos los momentos transformó el paisaje hostil de la selva en un personaje más. No es un escenario apacible, es algo que está invadiendo la mente del protagonista y crea un clima perturbador. Como él dice: sustituyó los edificios del cine noir por palmeras, lo cual me parece una decisión brillante, porque consiguió el noir tropical.
MM: Ese término lo hablaba con mi equipo creativo, tenemos que inventar el noir tropical, tenemos a Rigo Tovar, tenemos un calor fatal y todo mundo sudado, es resignificar el noir detectivesco de época ¿no?, y también resignificar la justicia y la injusticia mexicana, que esa fue para mí la historia.
Tanto Mario como Martín aseguran que hicieron una buena mancuerna creativa para realizar la película pero uno de los retos principales fue encontrar la esencia de la novela para convertirla en un filme: “No calcamos la novela, la depuramos hasta quedarnos con lo mejor y lograr que el arte estuviera en el centro de cada escena. Fue como quedar casi con el aroma de la historia original”, dice Mario.
ENCUENTRO CON LA NOVELA
“Dicen que el mejor plan es tener buena suerte y sí me pasó”, contó el cineasta Mario Muñoz sobre lo que ocurrió para su regreso a la dirección en cine este año con este filme: “Me topé con esta novela, acababa de hacer Bajo la sal y al entrar a una librería me topé con Minutos negros de frente, así que después de unos años sigo clavado en la novela. Fue la fuerza del libro, del empeño que le puso Martín Solares al describir su universo en el libro que sentía que era como Cien años de soledad de los detectives y un universo que quería habitar”, expresó Muñoz.
“Era un universo tan complejo que destilarlo fue un proceso largo. En los primeros guiones, nos salía algo demasiado grande. Nos decían en el laboratorio de Sundance que era demasiado grande para una película. Ahora creo en la magia de los libros que te eligen. Hace poco le preguntaban a Stephen King de porqué le gustaba elegir escribir ese tipo de historias, y él respondía, ¿quién te dijo que yo lo elijo? es esa magia”, agregó.
En el filme vemos como el asesinato de un periodista revivirá una vieja investigación policiaca acerca de un individuo que acabó con la vida de un grupo de niñas un par de décadas atrás. A finales de los años setenta, Vicente Rangel, un músico convertido en detective, pasará los minutos más negros de su vida al intentar atrapar a un asesino de niñas en un corrupto pueblo petrolero en el golfo de México.
“Una película como Los minutos negros trata de contar una historia divertida, escalofriante y estrujante, pero siempre interesante, que nos haga pensar en el tipo de justicia que tenemos ahora a través de una historia que pertenece a los años 70”, menciona Solares.
Martín tuvo en mente a las muertas de Ciudad Juárez al escribir el libro, desde su perspectiva los medios de comunicación y los discursos oficiales han convertido estos dolosos acontecimientos sociales en números y estadísticas logrando con ello insensibilizar a la gente, cosa que cree puede combatirse desde el cine.
“Lo que el arte y la ficción hacen es traspasar la realidad. Creo que la ficción tiene esa gran forma que nos permite rendirnos ante ella para poder decir, esta es la historia de una tragedia”, reflexiona el director.
¿Qué te atrajo de la novela de Martín Solares para hacer su versión en cine?
Mario Muñoz (MM): Soy poco místico en mi forma de pensar, pero aquí sí me sucedió que el libro me encontró. Estaba pensando qué podría ser mi siguiente proyecto y entré a una librería que desafortunadamente ya no existe. Ahí estaba el libro de Martín, entre las novedades.
Lo empecé a leer y me pareció una narrativa increíblemente original, muy divertida y oscura, que en el cine contemporáneo se ha perdido: parece que cuando tenemos que hacer una película seria tiene que ser toda seria y si es divertida tiene que ser toda divertida. Esta novela tenía tintes de todo tipo, elementos siniestros entre cosas que daban mucha risa, personajes entrañables, situaciones de amor, de compañerismo, esta mirada romántica de los setentas. Estaba llena de ideas que funcionan muy bien.
Sentía que el autor tenía una mente cinematográfica, había escenas que parecían pensadas para que estuvieran en una pantalla, pasan en tu cabeza como una película cuando lo lees. Sentía que me había topado con una joya que me hablaba a mí directamente.
¿Cómo trabajaron la historia original de la novela para llegar all guión de Los minutos negros?
MM: Nos aproximamos desde varios ángulos, con varios tonos y distintos finales para capturar la esencia del libro de Martín. El Macetón era una especie de framing device, un marco que te ayuda a contar el centro de la historia, pero siempre Rangel era el centro, entonces tratamos de distintas maneras de integrar al Macetón. En el libro, de hecho, el Macetón de los setentas aparece como un chavito en una escena, un momentito. Nosotros decidimos expandir eso para concentrarnos en los setentas, que es lo que nos interesaba contar.
Martín Solares (MS): Queríamos que la película contara la historia de un chavo que empieza a trabajar como policía y que está descubriendo lo que significa la palabra justicia, en una parte donde los límites están bastante desdibujados. Queríamos que una mirada inocente contará una historia con momentos divertidos, como decía Mario, y momentos que parecen una tragedia. Con ese testigo casi infantil la historia iba a tomar mucha intensidad y algo de magia. Fue la apuesta que hicimos: convertir al Macetón en un testigo directo, que forma parte de los acontecimientos de un modo más visible.
EN LA VOZ DE SUS PROTAGONISTAS
Leonardo Ortizgris es el encargado de dar vida al personaje central y en su trabajo actoral comenta cómo fue conocer la historia de policías reales: “Eso nos decían muchos policías que fueron y nos contaron de su vida y como le tenían que entrar a la corrupción, sobre como pegar y cuando pegar, sobre a quién pedir y cuándo salirse para convertirse en el policía intocable. Los policías decían que las cosas han cambiado y que los derechos humanos protegen a los ladrones y nosotros ya no tenemos donde caernos muertos”, añadió.
Para Ortizgris la historia policíaca también es un motivo para explorar el tema del instinto humano de la supervivencia: “La película habla de un entorno judicial deficiente y sin preparación en donde cada uno debe salvar su propio pellejo, y era interesante porque ocurre en un pueblo en el que nunca pasa nada y ahora llega un caso que es muy delicado”, comentó.
Otro de los personajes importantes del filme es el de una periodista interpretada por Sofía Espinosa, quien se encarga de desafiar a las autoridades para que resuelvan definitivamente los casos: “La Chilanga (como es conocido su personaje) en la película y la novela, es importante porque es la voz femenina en este universo tan masculino. Ella representa a la prensa que aún tiene esperanza de que se puede llegar a la verdad de lo que todo mundo está ocultando, y es importante porque logra meterse hasta el fondo y resolver gran parte de lo que pasa realmente”, habló Sofía Espinosa sobre su rol.
“Es un personaje que no tiene miedo de cambiar las cosas. Hablamos de personajes femeninos muy potentes para construirlo. Habla también de lo difícil que es ser periodista en este país. La película va a armando el rompecabezas con el personaje de Rangel en un caso turbio y mórbido sobre lo que va pasando”, añadió.
“Es algo muy fuerte porque se trata de un asesino de niñas y el ser la voz de la consciencia es porque no está maleada y no tiene responsabilidad más que con la verdad. No busca quedar bien con nadie sino con la verdad. Hay algo muy femenino sobre la intuición por eso confía en Rangel, porque encuentra en él una forma de confíar en alguien en medio de esta cosa tremenda”, complementó.
Por su parte, Krystian Ferrer quien da vida a un policía novato dijo: “Mi personaje funge como una brújula moral. Era alguien que iba reaccionando a lo que veía, creo que todo ocurre bajo los ojos del Macetón. Era una especie de abstracción porque no estaba muy claro lo que buscábamos sino que era encontrar nuestro propio universo. Buscábamos salirnos de lugares comunes y clichés para ser sensibles con el tema y buscar una nueva narrativa sobre como mirar las cosas. El 80 por ciento de lo que ocurre con el Macetón se da a través de miradas. Al crear su propio universo tenía que encontrar su forma de actuar y entrar a ese universo abstracto era sabroso y complejo”, comentó.
OTROS DETALLES DEL FILME
“El cine tiene esa magia y esa forma de ser. Es una dictadura tremenda que dice así es (como debes hacerlo), te tienes que quedar con lo esencial y eso creo que es lo que está en la película”, dijo Muñoz en entrevista con Efe.
“A veces se pierde de vista el trabajo titánico del departamento de arte. Esta vez hicimos una sinfonía de cafés porque así recuerdo los 70. A partir de esa decisión se empieza a conformar la fotografía de la película, y luego llegó la iluminación. Todo viene nutrido de una investigación profunda pero también de una decisión de jugar dentro de las reglas del film noir y crear nuestro noir tropical porque en lugar de un lugar frío nos hicimos una historia en el un lugar tropical y de día. Ahí es donde estaba la oportunidad creativa. Era hacer un policía rudo que quiere hacer lo correcto, pero también se enamora de la chica y no es lo mismo en el contexto setentero”, enfatizó el cineasta.
Con Los minutos negros pensaba en el cine norteamericano de los setenta y los ochenta, también en Perro callejero, Cadena perpetua de Arturo Ripstein, ¿qué referentes tomaron para crear este universo cinematográfico?
MM: Hicimos una investigación muy profunda de los setentas, nuestra production designer hizo un trabajo monumental.
En los setenta ser policía era ser judiciales. Era a lo que la gente más le temía: estos trajeados, muy formales, y en la película traté de mostrar esa cosa conservadora de los setenta en México. Por otro lado, presentar una nueva generación de detectives que vienen del 68, una generación más joven, a lo mejor influenciada por Serpico y otras películas de detective de la calle. Traté de usar esas influencias del policía mexicano y estos nuevos policías de la contracultura.
MS: La novela y la película muestran lo que pasaría si unos hijos del 68 intentan hacer lo correcto en los setenta, ese choque de fuerzas de algunos que leen Proceso cuando acababa de salir, y que son cercanos a otro tipo de verdad. Más que una historia policiaca convencional, nos propusimos crear una historia emocionante sobre un grupo de policías.
No queríamos que fuera el mismo héroe convencional, sino un grupo de héroes que tenían afición a vivir momentos de mucha intensidad, incluso una gran tragedia.
UNA HISTORIA QUE CONECTA CON LA ACTUALIDAD
Entrar al universo de las historias policiacas en contextos tropicales como el que propone Minutos negros es fácil porque conecta directamente con la actualidad: “Esta película debe conectar con lo de hoy. Somos personas que en el 2021 nos habla. Me sorprende como el personaje de Sofía, tan empoderado, de un feminismo tan actual, se mueve en esta historia”, dijo Muñoz.
“No estamos persiguiendo al asesino del Zodiaco. En México uno puede confiar más en que la corrupción va a oscurecer todo. Que se convierte en una decisión moral más compleja en quien se va a echar el tiro del caso que en quien es el malo, porque es un país en el que todo se mueve debajo del agua. Estoy contento de poder hablar de una justicia, que tiene que ver con un misterio intelectual”, continuó el cineasta.
“Sentía una responsabilidad enorme de no cerrar los ojos. A veces nos censuramos. Para mí esta película está conectada a un momento de la historia importante, en el que el estado puede llegar y aplastar las ideas de justicia, juventud y entusiasmo sobre hacer lo correcto. Es una idea muy clara de la época y que seguimos viviendo ahora. La destrucción de la belleza de la juventud habría que recuperarla. No quitar la mirada de la violencia masculina y la violencia del estado, para verla de frente. Es responsable ponerlo”, complementó.
NOMINACIONES AL ARIEL: 8
Mejor Actor: Leonardo Ortizgris
Mejor Coactuación Masculina: Kristyan Ferrer
Mejor Guión Adaptado: Martín Solares y Mario Muñoz
Mejor Fotografía: Federico Barbabosa
Mejor Diseño de Arte: Ivonne Fuentes
Mejor Vestuario: Abril Álamo
Mejor Maquillaje: Roberto Ortiz
Mejores Efectos Visuales: Luis Montemayor
PROYECCIÓN INTERNACIONAL
Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia
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