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“Los tiempos de Dios son perfectos” reza la famosa frase y no se podría estar más deacuerdo despues de lo que sucedió la noche de ayer, cuando se desató un infierno al oriente de la Ciudad de México, y esta vez no es por el huachicol o un fallo eléctrico en una serie navideña, sino por la reaparición de la banda aleman Rammstein.
Fueron dos años los que esperaron los fanáticos, propios y extraños, para que regresaran los alemanes luego de que postergaron la fecha a causa de la pandemia y sus fechorías, y de su última presentación en el país en 2019, en las costas jaliscienses.
Amerika Stadium Tour Feuerzone arribo al Foro Sol en tres fechas 1, 2 y 4 de ‘rocktubre’, primera de las cual este ente fue testigo de la magnificencia, la inestabilidad mental escénica y la ingeniería pura dando catedra de precisión. Además de ser una de las chorrocientas mil almas que abarrotaron el inmueble. Inverosímil.
Esta precisión no es coincidencia, creo que lo traen en las venas, porque la puntualidad y la eficiencia es lo suyo, es de alemanes, es de profesionales. En punto de las 20:30 horas saltaron al escenario después de una breve petición de no sacar los celulares y disfrutar el show, sentencia que naturalmente fue ignorada porque, si no estás en la red no existes, dicen.
En las penumbras y a manera de intro el logotipo de la agrupación subía sobre el escenario en una estructura que asemeja a una iglesia o fábrica, una fortaleza, un híbrido de fierros y luces, un escenario monumental donde inmediatamente sonó “Armee Der Tristen”, primera canción y con la que botaron los tornillos de todos los asistentes, trastornó todo.
Seguida de “Zick Zack”, “Links 2-3-4”, “Sehnsucht” y “Zeig Dich”, canciones donde el metal industrial que domina la banda sonó estrepitoso y contundente, algunos cantaban, otros bailaban, otros solo azotaban la melena al ritmo y otros solo contemplaban estupefactos al escenario, a Rammstein, al cielo.
Los decibeles no bajaron. Con cada riff de la guitarra y golpe de bombo, el corazón parecía salirse del pecho, el Foro Sol era una masa amorfa y palpitante con miles de brazos y miles de alientos, que coreaban cada palabra que pronunciaba Till Lindemann, lider y vocalista de la banda, que interpretó “Mein Herz Brennt” y “Puppe” esta última con una gran sorpresa cuando casi al final de la cancion llovieron millones de papelillos negros, muy acorde al tema, dotando de magia a la velada.
Prosiguieron con “Heirate Mich” y “Zeit”. A manera de pausa se interpretó “Deutschland” en una versión remix con un DJ en lo alto de la estructura metálica, momento para correr al sanitario o tranquilizar el corazón que se agolpaba desde el inicio, tomar una bocanada de aire fresco para regresar con la versión oficial de “Deutschland” y posteriormente “Radio”.
La noche se presentía llegada de su final cuando Lindemann y compañía enloquecieron e interpretaron tal vez las más queridas y conocidas: “Mein Teil” con su outfit de carnicero ensangrentado y un lanzallamas espectacular y “Du Hast”, el éxito asegurado. Canciones que incendiaron literal y metafóricamente el oriente de la ciudad. fuego por todos lados, sobre el escenario, en torres inteligentemente colocadas dentro del foro, en fin una locura que terminaría con “Sonne”.
Pero, el proverbial encore apareció luego de un receso donde la clásica fancam hizo de las suyas; regreso con una versión de piano de “Engel”, seguida de “Ausländer”, “Du Riechst So Gut” y “Pussy”, esta última apreciada especialmente por las mujeres presentes, “Esa rola me recuerda a la prepa, no mam…”, gritaba Silvia, una fanática que no paró en toda la noche.
Finalmente en un segundo encore más corto que el anterior la banda alemana interpretó “Rammstein”, “Ich Will” y “Adieu”, un final digno y poderoso, repleto de sensaciones térmicas contrariadas, fuego por todos lados y el frente frío número infinito. “¡¡QUIEREN MÁS!!”, gritó Lindemann, “¡MÁS FUERTE!” y culminó con “Te quiero puta!”, con un público extasiado, un clima con posible contingencia futura, el metro cerrado y una ciudad en calma.
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