Escenario

Rodrigo Reyes denuncia la injusticia y celebra la amistad con ‘Sansón y yo’

ENTREVISTA. El documentalista mexicano estrena en Cineteca Nacional su más reciente proyecto sobre el caso real sobre un joven que es acusado de cadena perpetua injustamente

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

Después de su exitoso paso por el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y del Tribeca en el 2022 así como de llevarse el premio de Mejor Película en el DocFest de Sheffield ese mismo año, Sansón y yo, el más reciente documental independiente de Rodrigo Reyes, estrena en la Cineteca Nacional el viernes 5 de julio.

En el filme dos migrantes mexicanos, un joven purgando una cadena perpetua en prisión y el cineasta que fue su intérprete judicial forman un lazo de amistad gracias a la vida y el cine. Por ello, Crónica Escenario charló con el realizador acerca de esta historia de injusticia, de familias y sobre todo, de amistad encontrada en los lugares más inesperados.

Reyes comenzó recordando su primer encuentro con Sansón y la idea de contar su historia. “Me metí a trabajar de intérprete en estos casos penales en Estados Unidos y jamás pensé que iba a encontrar ahí una película tan personal, que me conmoviera tanto y a la que le iba a dedicar 10 años de mi vida para realizar”, dijo.

“Cuando conozco a Sansón en esas tres semanas de su proceso de juicio, no podía siquiera preguntarle de dónde era, qué le gustaba comer o cómo se llamaban sus papás y el tipo de cine que le gustaba”, agregó.

“Eso me pegó mucho porque estaba viendo cómo le aventaban esta tonelada de ladrillos de parte de la ley porque podían y tenían elementos para castigarlo al máximo, con una cadena perpetua sólo por ser un chofer en un incidente lamentable. Es el castigo más intenso que puedes vivir”, continuó el director.

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Fotograma del filme.

“Entonces, la productora Su Kim me sugirió escribirle porque hablaba todo el tiempo de él. Resultó que me recordaba con curiosidad y a partir de ahí empezamos esta amistad y surgió el proyecto”, complementó.

Sansón y yo enfrentó a Rodrigo en su labor gracias a esa intimidad que fue creando con el protagonista. “Creo que, como documentalista, empecé buscando una resolución narrativa, quizás una llamada a la acción”, comentó.

Pero la historia de Sansón no es esa, sino la de un chico que se está redescubriendo, que está recordando y que lo hace con poesía, pero no había como una salida clara y conforme me iba relacionando con él y lo visitaba, me daba cuenta de que el mundo está lleno de Sansones y que son relatos increíblemente dramáticos que no narramos ni escuchamos”, expresó.

El cineasta también habló del camino en la realización: “La película exigió esa paciencia, demandó que se respetaran sus límites. Las autoridades de la prisión jamás permitieron que él diera la cara. Y entonces, fue que usamos las cartas. De repente, a través de ello viajamos a Tecomán, que es un rincón olvidado de Colima, y se va a otro rincón en California, entonces su propio recuerdo es lo que nos lleva”, comentó a su vez Reyes.

“A la par, aprendí que hay que ser vulnerable con ese recuerdo. Lo tuve que dialogar con Sansón, decirle que el público necesitaba escuchar de estas cosas y momentos que quizás no quisiera compartir porque se está cuidando, pero que la audiencia necesitaba percibirlos. Él se abrió a ello y siento que la cinta ofrece una sensación de haber compartido tiempo con él y conmigo”, sumó. 

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La creatividad de Rodrigo para encontrar la forma de darle voz a su entrañable amigo fue no sólo a través de sus cartas, sino sumergiéndose también en el relato:

Soy el avatar del público para ayudarlos a navegar y relacionarnos con él, porque no se dan esas conexiones tan fáciles. Nuestro mundo está muy dividido, Sansón está detrás de muchas rejas, no solo la prisión, sino de rejas sociales, de prejuicios, de idioma también. Y entonces, al querer saltarlas, pues lo hacemos de la mano de la audiencia”, explicó.

“A final de cuentas, es una historia de dos cuates que están tratando de ser amigos mientras hacen un filme. No hablamos de todos los problemas que hay en la prisión, sino de qué estamos construyendo y qué proyectos llevamos en la vida”, añadió.

Eso le dio herramientas para comprender a quién iría dirigido: “Pero luego entendí que el público es muy cercano a mí en el filme. Su experiencia es más cercana a la mía que la de Sansón porque la mayoría de las personas que ven la película no están en prisión o no han estado”.

“Entonces ¿cómo nos vamos acercando? Pensaba en eso y luego le decía a Sansón que la audiencia necesita saber de esto, tocar incluso ciertos temas difíciles, pero que se abriera un poquito para que también los que vean la cinta sientan ese respeto y confianza en él”, agregó.

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Para darle más vida al relato de Sansón, el director oriundo de la Ciudad de México emprendió un viaje para conocer a la familia del protagonista. “Él me hizo un mapa a base de recuerdos y cuando llegué allá, tuve que tocar de puerta en puerta para averiguar quién lo conocía hasta que encontré a sus tíos pescadores”, dijo.

“Y por ahí fuimos construyendo un viaje que empezó siendo alegre pero conforme fue avanzando la película, la presencia de Sansón y sus recuerdos fueron muy incómodos para ellos porque es hablar de traumas que no han sanado”, señaló.

Ese hecho le dio otro grado de comprensión: “Entonces mi rol cambia, ya no soy el avatar de la felicidad sino que vengo a tratar de negociar con la familia para que me ayuden a narrar y él insiste en contar esas cosas duras porque él entiende que si se cuentan, se abre la posibilidad de que no se repita el ciclo, de que se interrumpa y que hay otro camino”, dijo.

“Pero hay que narrar y relatar lo que él vivió, algo que no se escuchó en su momento”, agregó Reyes, hablando sobre el reto de integrar a la familia de Sansón al documental.

Y es que para el director era fundamental conservar ese aspecto realista del relato. “La familia de Sansón está contando la vida de Sansón y eso te abre a poder pensar en las cosas que siguen pasando”, expresó.

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Esto es real, esto le ocurre a personas reales, no se está melodramatizando ni confeccionando una ficción para mí, sino que ellos mismos están procesando lo que ha pasado. En el drama tradicional, se pierde esa conexión y aquí había mucho dolor. Pero si te abres a la imaginación desde el documental puedes revelar muchas realidades”, agregó.

Otro aspecto interesante es la exploración de la memoria a través del cine, un recurso con el que Rodrigo ya había coqueteado de cierta forma en su anterior proyecto, 499. “Creo que el séptimo arte tiene mucho que ver con ella. Todos llevamos un cine interno en nuestro corazón y en nuestra mente. Y cuando queremos recordar, nos proyectamos esas memorias y tiene mucho sentido que la película juegue con eso”, enfatizó.

Además, queríamos un espacio íntimo entre él y yo donde estamos solo nosotros sin hacerle creer al público que estamos en la prisión, sino que este es el espacio de nuestra amistad y desde ahí se proyectan estos recuerdos, de volver a soñar lo que hemos visto, o de soñar algo nuevo que de repente se hace nuestro. De ahí que sea una sala de cine”, destacó.

Asimismo, Rodrigo se ve inmerso en la misma historia y juega con elementos que difuminan la realidad de la ficción. “Empezó a haber este permiso de que yo manifestara lo que he vivido con Sansón, porque tengo la confianza y tengo que responder a ella”, comentó.

“Como resultado, de repente el público me ha dicho que se olvidó de que estaba viendo una ficción o una representación”, afirmó. “Si la película no te dijera que él es un actor, pensarías realmente que es Sansón y esa es parte de la magia del cine, de que nos permitimos creer y seguir una historia”, agregó.

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Y al final tiene sentido porque se siente el poder de la narración de Sansón, la fuerza de sus cartas, de su personalidad, y no bajo las condiciones de la prisión o del cine documental, sino bajo lo que él quiere hacer y narrar”, continuó.

Eso siempre fue importante, no limitarnos solo porque las fórmulas del documental o las reglas de la prisión no nos permitían tomar un paso. Buscamos por ello otra forma de acercar al público y que se sienta un dinamismo a través de sus cartas”, complementó.

La amistad entre ambos también le hizo pensar a Reyes sobre las responsabilidades como cineasta, pero sobre todo, como amigo. “Lo que te das cuenta cuando colaboras con alguien en prisión, en un lugar así, en una condición de detención tan tenaz, es que tienes mucho poder. Yo puedo hablar y contar lo que quiera, moverme por el mundo y Sansón no, por lo que es alguien que tiene mucho menos poder que yo”, expresó.

“Siempre busqué romper eso y no tomar esa autoridad porque me parece que este relato es para los otros Sansones del mundo que viven esas circunstancias en nuestro contexto, que no los vemos y no entendemos que es un proceso difícil”, aseveró.

Colaborar es difícil, sobre todo en un documental y más en esta situación donde estamos en planetas distintos, literalmente. En prisión te dicen a qué hora comes, te bañas, con quién hablas, con quién no hablas, cuánto vivimos en un momento donde queremos resolver todas las dificultades, y cualquier desazón o incomodidad ya justifica que no se hagan cosas”, dijo.

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“En este caso comparto y vibro con él y hablamos de cosas. Ambos intentamos abrirnos y entonces yo comparto mi vida porque él la compartió también, eso sí, sin tomar mucho protagonismo”, añadió entusiasmado el director.

Finalmente, Rodrigo Reyes habla de cómo a pesar de las injusticias del sistema y las prisiones, la historia del protagonista colimeño se convierte en algo esperanzador más que brutal o pesimista.

Actualmente Sansón tiene todo un plan de vida. Empezó un negocio con unos compañeros para hacer flores de papel que se venden en las visitas, tiene una pareja, estudia. Entonces, está ocupadísimo y él vibra vida, no está metido en esa crudeza que si te come, ya te ganó el mundo”, expresó.

“Comenzó también un grupo para presos en las mismas circunstancias, de cadena perpetua y ha recibido felicitaciones de la propia prisión por armar un grupo para esta comunidad que no recibe apoyo”, declaró.

Quizás hubiera sido diferente su vida si alguien lo hubiera escuchado o hubiera entendido más su contexto. Pero lo curioso es que Sansón, no por estar en la cárcel, ya deja de tener proyectos y planes, sino que él está caminando y avanzando y tiene un proyecto de vida y parte de eso es aceptar lo que ha pasado y construir algo diferente”, meditó el director.

“Y creo que en algún momento va a lograr salir de ahí. Le creo y veo lo mucho que está luchando y cómo va avanzando su caso positivamente. Al final él es el guía para mí de la película. Cuando me olvidé de lo demás y dije ‘estoy haciendo esta película para él’ fue que se empezaron a resolver las cosas”, concluyó.