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Santiago Esteinou habla de la justicia, la soledad y el amor fraternal en ‘La libertad de Fierro’

ENTREVISTA. El cineasta nos habla de su más reciente documental estrenado en el Festival Internacional de Cine de Toronto

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Fotograma de ‘La libertad de Fierro’.

Fotograma de ‘La libertad de Fierro’.

CORTESIA

Después de estrenar el aclamado proyecto La mujer de estrellas y montañas, el realizador Santiago Esteinou estrenó mundialmente en el Festival de Toronto de este año su nuevo documental, La libertad de Fierro, mismo que retoma el relato de César Fierro que en Los años de Fierro (2014) había descubierto y en la que ahondaba en la mirada de él y su hermano, Sergio, reflexionando sobre la justicia, la soledad y el amor fraternal.

Tras 40 años de injusto encarcelamiento en el corredor de la muerte, César es finalmente liberado y debe rehacer su vida. Tras haber pasado casi toda su vida en la Unidad Polunsky, una prisión conocida por su aislamiento extremo, llega a México dispuesto a embarcarse en un viaje de curación. Enfrentado a sus propias limitaciones y a los retos de un nuevo comienzo, César está decidido a descubrir lo que significa la verdadera libertad.

Crónica Escenario charló con el cineasta sobre esta continuación en la que la libertad y el impacto de esta nueva realidad son los temas centrales de la nueva etapa en la vida del protagonista.

“Era algo que tenía que suceder. Hicimos la primera película entre 2009 y 2014 y César y yo nos mantuvimos en contacto durante todo ese tiempo por cartas, porque no nos podíamos ver ni nada, pero le mandaba el periódico y él me mandaba cartas y luego se las contestaba y así seguimos en contacto”, mencionó Santiago sobre la creación de este proyecto. 

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Cuando salió de prisión, me pareció oportuno hacer un seguimiento documental sobre los retos a los que se iba a enfrentar, que iban a ser muchos, porque él estuvo en confinamiento solitario total por lo menos durante 20 años, eso quiere decir que no salió de su celda prácticamente durante todo ese tiempo”, añadió.

“Luego, el estado de Texas prácticamente le dice ‘ya vete para México’, después de todo el sufrimiento por el que él pasó, pues no era algo sencillo. En ese sentido, me parece que era pertinente hacer un seguimiento de la primera película y crear este documental al respecto de esta nueva etapa”, reflexionó Esteinou.

“Fue traumático en el sentido de que nadie esperaba que saliera en medio de una pandemia. Sin embargo, habiéndolo visto un poco a la distancia, también tuvo cosas, digamos, positivas, porque por un lado permitió que su salida no fuera tan abrupta. Aunque en esos tiempos, para algunas personas fueron días de tragedia, también fueron ciertos días de más calma, de menos movimiento”, agregó el egresado del CCC.

Y aunque después de cuatro décadas de encierro su libertad llegó en la caótica pandemia, Santiago cree que fue un tanto oportuna para Sergio esa experiencia. “Viéndolo así y sin querer minimizar lo que otras personas vivieron, esa etapa le permitió a César por lo menos no tener una salida tan de golpe, pasando del confinamiento solitario en el que había estado hacia el mundo frenético y la ciudad caótica que hoy en día vivimos”, comentó.

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“La pandemia le permitió tener una transición por lo menos un poco más gradual. Aunque, digamos, en un contexto sumamente difícil, teniendo que tener muchos cuidados y con la inmensa fortuna de que pues él tuvo salud durante todo este tiempo”, añadió.

La libertad de Fierro también nos muestra el regreso de nuestro protagonista a su querida Ciudad Juárez y enfrentar los cambios que han sucedido en tanto tiempo. “Sucede que este lugar donde creció César era esa urbe donde la Avenida Juárez estaba llena de centros de entretenimiento, de clubes nocturnos, donde había mucha vida por las noches. Era una parada turística, hasta cierto punto, que no tenía los niveles de violencia que se viven hoy en día”, dijo.

“Entonces, creo que eso fue muy shockeante para él, el encontrarse con su ciudad natal tal cual está hoy en día y lo dice bastante en la película. Y por otro lado, creo que otra de las cosas importantes que él se sentía era esa obligación de encontrar dónde estaba su hermano y poder tener una especie de cierre con respecto a él, que también aparece en el documental y creo que le hizo mucho bien a nivel personal”, señaló el director.

Una de las cosas que llama la atención del proyecto es la capacidad de Esteinou de poder entrar en algunos de los momentos más vulnerables de César, como el reencontrarse con su fallecido hermano:

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Imagen del filme.

“Era importante documentarlo y acompañar a César. Finalmente con los documentales sucede que el equipo de producción se involucra mucho con las personas que aparecen en ellos y creo que tanto yo como el fotógrafo y el editor, estuvimos en comunicación no solamente con César, sino también con su hermano. Por ello, ese momento para mí es el más emotivo de este relato”, confesó.

Asimismo, esta transición que vive nuestro protagonista tiene ciertos ecos de lo vivido por Lauro en la aclamada cinta de Gabriel Retes, El Bulto (1991). “Un poco le pasa a César así. Si bien en esa película es una ficción en donde un periodista despierta de un coma y se topa con un México modernizado, aquí realmente es esta persona que viene del aislamiento total y de ser acusado injustamente de un crimen que, de repente, tiene que aprender a usar un teléfono celular, a pagar con una tarjeta de débito y más procesos. En ese sentido, la película refleja ese choque”, manifestó el realizador.

Sin embargo, diferenciar entre el lazo de amistad entre ambos y el enfoque documental de repente dio fruto con escenas llamativas, como aquella donde Santiago se atreve a sugerirle a César que no beba. “Inicialmente no estaba ahí la escena, ya que me rehusaba mucho a ponerla. Y también Javier Campos, el editor, opinaba lo mismo”, se sinceró el director.

“Sin embargo, si sacábamos esa parte, lo que sucedía era que parecía que todo era demasiado sencillo para él y que el conflicto se podía resolver con un cursito de panadería o con un trabajito por acá y por allá. Era importante entender realmente la problemática que César estaba viviendo y me parece que en ese sentido la escena quedó como buen recordatorio de que no hay un final demasiado feliz, porque no es así la verdad, hay mucho trabajo todavía por hacer y mucha justicia por la cual pelear”, aseveró. 

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Si bien en la anterior cinta el clamor principal era la búsqueda de justicia, algo que se mantiene en éste, ahora es la idea de la libertad la que brinca al centro del proyecto y que, para Esteinou, se percibe de la siguiente forma:

La libertad es algo que se construye, que va mucho más allá de estar o no confinado en un mismo espacio y creo que la película un poco habla de ese proceso, de cómo César poco a poco está construyendo esa libertad y poco a poco está reconstruyendo su proyecto de vida y pues creo que lo está haciendo muy bien y dando un ejemplo de resiliencia al espectador”, apuntó.

Su carrera como cineasta independiente ha rendido buenos frutos al alzar la mano para ser el vocero de historias de importancia social, algo que ha dejado diversas enseñanzas en el camino.

“Ha sido un arduo aprendizaje para todo mi equipo, no solamente para mí sino también para Axel Pedraza, que fotografió las dos cintas, para Javier que es el editor de ambas. Las historias están ahí, tienen vida y es bonito poder mostrarlas pero también existió un motivo de responsabilidad al poder estar cerca de César durante este periodo de su vida. Y seguimos estando cerca”.

Finalmente, el director mexicano no oculta la alegría de nuevamente formar parte del TIFF para cerrar de alguna forma el ciclo de César y su importante relato de tantos años. “Estamos felices de que su historia pueda volver a estar en el Festival de Toronto. La primera película también tuvo oportunidad de estar allá, sin embargo después de ese festival ya no se pudo exhibir mucho, sobre todo en EU. Pero para nosotros es un placer poder estar porque hay muchas historias muy importantes que hay que contar aún y esta es una de ellas”, concluyó.