Escenario

‘La semilla de la higuera sagrada’: Dar la cara en Irán

CORTE Y QUEDA EN CANNES. El personaje protagonista es ficticio, pero el escritor y director Mohammad Rasoulof ubica la historia La semilla de la higuera sagrada en hechos reales

Mujeres iraníes en el Festival de Cine de Cannes
Presentación de ‘La semilla de la higuera sagrada’ en Cannes. Presentación de ‘La semilla de la higuera sagrada’ en Cannes. (ESPECIAL)

La cara es lo que como mujer expone Sadaf durante las protestas contra el régimen Islámico el otoño de 2022; y es en la cara donde recibe el castigo a su desafío. La brutal policía antimotines hiere a Sadaf en el rostro por el atrevimiento de manifestarse a favor de otra joven que también mostró su rostro y lo pagó con su vida.

El personaje de Sadaf es ficticio, pero el escritor y director Mohammad Rasoulof ubica la historia La semilla de la higuera sagrada en hechos reales. El 13 de septiembre de 2022, Mahsa Amini, una joven que se encontraba visitando Teherán desde el interior del país fue arrestada por presuntamente violar la ley iraní al usar su hijab “incorrectamente”. Agentes de seguridad la golpearon brutalmente y tres días después murió en el hospital.

El asesinato de Amini indignó a la población que se lanzó a las calles de todo el país manifestándose contra el gobierno. Las protestas duraron un año convirtiéndose en el mayor desafío al régimen de Teherán desde la Revolución Islámica de 1979. Esta es la protesta en la que el personaje de Sadaf (Niousha Akhshi) recibe un disparo con perdigón en el rostro y tiene que refugiarse en la casa de los protagonistas del filme.

El simbolismo en el título de La semilla de la higuera sagrada se explica en un texto antes de que arranque. Se nos explica que la higuera es una planta invasora y parasitaria que crece sobre otros vegetales y los asfixia hasta usurpar por completo su espacio. No podría haber mejor metáfora de lo que hace la teocracia fascista iraní.

El filme utiliza la alegoría del árbol como el Estado dictatorial a gran escala que extiende su sombra al ámbito familiar donde se manifiesta como un patriarcado abusivo. El significado de la higuera en el islam también podría aplicar al tema del filme. En el Corán, la higuera representa la posibilidad de que un hombre alcance las más altas posiciones en la sociedad cuando es fiel a sus principios; y, por el contrario, la de que se degrade a lo más bajo, si los traiciona.

A la par de las protestas contra el gobierno, Iman (Missa Zareh), un abogado en Teherán, es ascendido al cargo de investigador estatal; esto es un paso antes de convertirse en juez titular del “tribunal revolucionario”. Además de un aumento salarial, el nuevo puesto incluye la promesa de un departamento más amplio para él, su esposa Najmeh y sus jóvenes hijas, Rezvan y Sana.

Hombre de pensamiento liberal y básicamente decente, Iman sufre una crisis de consciencia cuando sus jefes le piden que dicte sentencias (incluso de pena de muerte), sin leer los expedientes. Por ello también le exigen que permanezca en el anonimato y que sus hijas se mantengan alejadas de las redes sociales. El gobierno le entrega una pistola para protección de su familia.

Esta primera parte de La semilla de la higuera sagrada se centra en la angustia de un hombre que se debate con su conciencia sabiendo que puede estar condenando a gente inocente solo para servir los intereses de sus superiores. Pero, la lucha interna de Iman para acatar órdenes que sabe son injustas se restringe a la forma de operar del gobierno. Cuando las hijas desafían al Estado apoyando las protestas, el verdadero Iman se revela.

El funcionario no duda en ponerse del lado de la teocracia iraní puesto que ésta se extiende naturalmente en el ámbito familiar como el patriarcado intolerante y autoritario que él encarna. Iman reprende a sus hijas por mostrar simpatía hacia los manifestantes y las acusa de caer en la propaganda de enemigos y elementos extranjeros. “¿Qué elementos extranjeros?” le responden sus hijas, “solo queremos vivir en Irán como gente normal, tranquila y en libertad”.

Rezvan (Mahsa Rostamiy) y Sana (Setareh Maleki) se ven arrastradas directamente al conflicto cuando la amiga de Rezvan, Sadaf (Niousha Akhshi) es herida y la esconden por unas horas en su apartamento. Cuando se entera de lo que han hecho, Iman estalla en furia y les recrimina que se pongan en contra del Estado.

En este contexto, el arma de Iman desaparece un buen día. Las implicaciones de reportar el robo serían terribles para su futuro profesional. Iman está convencido que cualquiera de las mujeres de su familia se llevó la pistola para perjudicarlo. Ya completamente paranoico se las lleva a las tres mujeres a la casa de campo donde él creció y les dice “Allí seremos la familia que éramos”; una ilusión común en los regímenes autoritarios de regresar a un imaginado orden perfecto anterior.

La semilla de la higuera sagrada ilustra el miedo irracional que comienza a invadir a todos los sectores de una sociedad en un régimen que no tiene el menor cargo de conciencia dado que se asume como la encarnación del bien.

Pero, ninguna historia que salga de la imaginación de Rasoulof se podría comparar con su realidad. El gobierno de Irán, que respondió a las protestas con apagones generalizados de Internet, restricciones en el uso de las redes sociales, gases lacrimógenos y disparos, se enteró de que Rasoulof estaba haciendo una película sobre los eventos y utilizando metraje real de los abusos policiales fueron filmados por civiles clandestinamente y denunciados a través de las redes sociales.

El régimen fundamentalista entonces lo condenó a ocho años de prisión, una multa, la confiscación de sus bienes y a latigazos (por botellas de vino descubiertas por la policía durante un allanamiento en su casa).

Rasoulof tuvo que huir de Irán a pie por una zona montañosa fronteriza hacia Alemania. Rasoulof ya había cumplido dos condenas de cárcel anteriormente. Una en 2010 por filmar sin permiso, y otra en 2020 por su película Un hombre íntegro, que según las autoridades equivalía a “reunión y colusión contra la seguridad nacional y propaganda contra el sistema”.

Rasoulof dice que volverá a Irán eventualmente a cumplir su condena, pero que era importante que se estrenara La semilla de la higuera sagrada para “alzar la voz por aquellos que han sido silenciados, por aquellos que se autocensuran por el miedo, por aquellas que se niegan a usar el velo y a mostrar su sumisión de género. La República Islámica de Irán que se sostiene por medio del terror inhibiendo la libertad de expresión y de manifestación”.

La teocracia islámica fascista encarcela a miles de presos políticos que luego son sometidos a tortura (al menos 853 personas fueron ejecutadas en 2023, el 74% de todas las ejecuciones en el mundo).

Rasoulof inició su carrera cinematográfica con documentales y cortometrajes. Por su primera película El crepúsculo (2002) ganó el premio a la mejor película en el Festival de Cine Fajr en Irán. Después de su segunda película Iron Island (2005), empezó a tener problemas con la censura de su país y sus posibilidades para seguir produciendo y proyectando películas en Irán se limitaron severamente.

Hasta la fecha, el cineasta ha producido cinco largometrajes, ninguno de los cuales se ha proyectado en Irán, mientras que son disfrutados por un amplio público en cines y festivales extranjeros.

Hasta 2010, Rasoulof utilizó principalmente formas metafóricas de narración como medio de expresión. Ahora utiliza medios más directos, casi como documentales. En marzo de 2010, Rasoulof fue arrestado en el set de rodaje junto con Jafar Panahi mientras dirigían una película juntos y fue condenado a seis años de cárcel. 

Posteriormente, esta sentencia se redujo a un año. En 2011, Rasoulof ganó el premio al mejor director por Adiós. En 2013 ganó el Premio FIPRESCI en Cannes por Los manuscritos no queman en la sección Una Cierta Mirada del mismo.

La semilla de la higuera sagrada recibió el premio especial del jurado en el Festival de Cannes pasado. El que Rasoulof lo recibiera en persona tuvo un significado especial contribuyendo a la fama del festival de apoyar a los cineastas perseguidos. Pero lo mejor del filme es que muestra el autoritarismo del Estado a gran escala y su extensión lógica en el plano doméstico en el patriarcado.

Por otra parte, llevar lo que pasa en las calles al ámbito familiar, secular, digamos; también nos permite ver que no se tiene que ser una teocracia para comportarse tiránicamente. Mientras hay gobiernos que se auto designan como la única vía para atender la vida espiritual de sus ciudadanos, otros hacen lo mismo como los únicos que se pueden encargar de su bienestar material. 

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