“Soy como un vino tinto, que si me tomas en frío engaño”, canta la banda catalana Estopa en su disco Destrangis (2001), en uno de los temas más icónicos que hacen referencia a los vinos, una bebida que es mucho más que eso sino que está cargada de una potencia cultural como pocas es conocida.
Para algunos como Carlos Delgado, un reconocido crítico enogastronómico, el vino es como la música: “Tiene una línea horizontal, melódica, que se corresponde con sus aromas, y una línea vertical, armónica, que se manifiesta en la experiencia palatal”, escribió en su artículo La música cautiva del vino. Es por eso que la música será nuestro pretexto para acercar a los lectores a tentar a su paladar para que busquen su propia melodía entre cada vino.
“El vino, según discurre lentamente por nuestra boca va expresando su melodía en un juego plurisensoriral que emociona al tiempo que nos trasforma. La música también es un fiel reflejo de las sensaciones de boca. Así, los vinos sin suficiente acidez producen una sensación de ‘monotonía’, porque esta tiene en el vino la función que la disonancia tiene en la música”, añade el especialista en el texto citado.
En la historia, hay famosos que son reconocidos amantes de los vinos. En esa lista nos encontramos con Madonna, quien además de su talento musical es una apasionada confesa del vino, en cada viaje disfruta de sus botellas preferidas y para cada gira deja muy bien especificado qué varietales y etiqueta espera degustar durante su estadía. Y claro, hay que decirlo, los vinos son mucho más económicos que las entradas de sus conciertos.
Pero el amor por los vinos está más allá de las excentricidades de los famosos, las mejores historias están a nivel terrenal. Para muestra hace falta un paseo por el Valle de Guadalupe (Baja California) donde comienza el territorio que concentra más del 80 por ciento del vino que se produce en México y que este año fue reconocido como una de las mejores regiones vitivinícolas del continente al posicionarse en tercer lugar en los 10 USA Today 10 best Readers Choice 2022.
En estas tierras, letras como “Soy un truhán, soy un señor” de Julio Iglesias, en la que el vino aparece como una declaración de principios del propio cantante (“Me gustan las mujeres, me gusta el vino, y si tengo que olvidarlas, bebo y olvido”) o “Vino, dinero y amor”, de Elvis Presley, que el Rey del Rock canta en la película El ídolo de Acapulco (1963), donde dice que si bien le gusta el vino las mujeres también son su pasión, cobran otro sentido.
Por ejemplo tenemos el caso de Cava Córdova, ubicada en la carretera Ensenada, y que es la materialización del sueño de amor entre Fernando Farias Córdova y Karla Orozco Ruíz, cuyos vinos tienen una inspiración en su propia historia y las de sus seres queridos. También con inspiración familiar es que tenemos el caso de Bodegas F. Rubio, un proyecto del enólogo Alberto Rubio que tiene la memoria como principal elemento y cuyas etiquetas utilizan el simbolismo de los elefantes para representar a su familia.
“Tenemos el vino Herencia Tinto (una de sus etiquetas) que representa a todos lo miembros de la familia Rubio y trabajadores. A lo mejor los trabajadores no tenemos una etiqueta tal cual pero esta es la más cercana que nos representa”, comparte el joven Aries Ferreyra, uno de los trabajadores de este lugar en el recorrido que hacen a las personas que los visitan en la región de el Porvenir, en el corazón del Valle de Guadalupe.
“Herencia Rosado que es la única etiqueta con color y representa el poder de todas las mujeres de la familia Rubio (...) Tenemos al Sangiovese, cuya etiqueta representa al abuelo con un elefante maduro, está Mezcla italiana que representa a la señora Rubio el Tempranillo que representa a la pareja con dos elefantes juntos pero dándose la espalda como los verdaderos matrimonios”, añadió.
“Roganto es como el diablo: todo el mundo habla de él pero nadie lo ha visto”, decían algunos sommeliers (expertos en vino) sobre los enigmas de uno de los viñedos. Otros no esconden los misterios de su creación y los exaltan, algunos de ellos con fórmulas matemáticas o con inspiración de la arquitectura como Clos de Tres Cantos o incluso usan la gravedad como la vinícola Decantos.
Algunos otros utilizan la simbología musical para sus creaciones, tal es el caso de los viñedos Concierto Enológico en cuyo nombre se descubre que sus vinos confían en que su riqueza se extrae de la forma en que la naturaleza impregna sus sonidos en las uvas. Y qué decir de Rondo del Valle, que se basa en el concepto “rondó”, que es una forma musical cuyo tema principal se repite en distintos matices; como la vida misma, que asemeja ciclos, en donde se conjugan el origen y el fin y las formas irrepetibles, como los vinos.
Estos últimos ejemplos no hacen pensar en la forma en que se pudo haber concebido un disco como El espíritu del vino (1993), de Los Héroes del Silencio, en la que si bien se encuentra una influencia obvia de la literatura en el poema El alma del vino de Charles Baudelaire el título ha sido atribuido a la inspiración surgida en un momento en el que la agrupación se encontraba en pleno estado de ebriedad. Las letras son el claro reflejo de ello, y han sido identificadas las drogas, los sueños y la poesía simbólica, tal es el caso de “El camino del exceso”.
También podemos mencionar como el viñedo Pijoan podría hacer eco de la canción “Brindo por las mujeres”, de Los Rodríguez, esa extinta banda argentina que lideró Andrés Calamaro y cuya letra habla de la felicidad, de brindar por la vida y por las mujeres, tal y como Pijoan hace en sus vinos cuyas etiquetas cuentan las historias de las mujeres de la familia.
De acuerdo con Lourdes Martínez, conocida simplemente como Lulú, enóloga y directora de Bodegas Henri Lurton, y enóloga consultora para Bruma y Viñedos Palafox, el vino es un trabajo que “te vuelve humilde, porque tienes que entender que en realidad no controlas nada y dependes de la madre naturaleza”. Por eso el consumidor tiene que saber que cada año el vino será distinto, y eso tiene su encanto. “Si quieres una receta igual todos los años, ¡a tomar Coca-cola! El vino está vivo y hay que respetarlo”, según dijo en una entrevista años atrás.
Ese respeto del que habla es el que algunas figuras famosas le han tenido a los vinos al grado no solo de ser consumidores sino creadores. La actriz Drew Barrymore produjo su propia etiqueta Pinot Grigio en el 2011, en colaboración con la importante Bodega Decordi de Italia. Esos pasos también lo han seguido los futbolistas Andrés Iniesta con su Bodega Iniesta y Lionel Messi con su vino LEO.
Aunque Bob Dylan no participa en la elaboración o negocio del vino, fue uno de sus fans, el bodeguero Antonio Terni de la Fattoria Le Terrazze, el que creando un vino bajo el nombre Visiones de J., (Visions of Johanna) inspirado en un tema del álbum Blonde On Blonde, el cual captó la atención del artista, hasta tal punto le inspiró que Dylan solicitó la creación de su propio vino.
Por su parte, el cineasta Francis Ford Coppola realizó su exitosa inversión en 1975, tras finalizar El padrino: Parte II, comprando una de las propiedades históricamente más importantes de California: Inglenook. Luego realizó su fusión con Niebaum-Coppola, bajo el nombre Rubicon Estate. En 1999, creó el vino Sofía, en homenaje a su hija. Y en 2006, adquirió la bodega Château Souverain en Geyserville, Condado de Sonoma.
Además, vale la pena mencionar a la recién fallecida Olivia Newton-John, quien descubrió su pasión por el vino mientras viajaba como artista por el mundo. Y aunque ha estado involucrada en distintos proyectos, uno de sus últimos retos fueron los vinos comprometidos bajo el nombre de Pink and Blue for Two, un Merlot y un Chardonnay de California, de los cuales el 20% de la recaudación va destinada a la fundación Olivia Newton-John Cancer and Wellness Centre's y a la campaña PB42 comprometida con la detección del cáncer de próstata y de mama.
Más aún, poco sabemos de la influencia que ha tenido el vino en la cultura popular, solo aparece impregnado en algunos filmes sin llevarnos a profundizar de él. Sin embargo el vino ha estado presente en grandes filmes de la historia, ya sea como enigmáticas botellas nazis descubiertas en Brasil por los espías protagonistas de Alfred Hitchcock en Notorius (1946) o en las reflexiones sobre el alcoholismo en Días de vino y rosas (1962), de Blake Edwards.
En México por ejemplo tenemos a Alfonso Arau mostrándonos un casi telenovelesco melodrama en Un paseo por las nubes (1992), en el cual tenemos la historia de amor entre un joven soldado estadunidense (Keanu Reeves) que regresa de la Segunda Guerra Mundial que conoce a una chica mexicana llamada (Aitana Sánchez-Gijón), que tiene que volver al viñedo de su familia pero está embarazada y el padre de su hijo la abandonó. El soldado se ofrece a simular que son esposos y es ahí como entre los pasillos de la vinícola se desenvuelve una melosa historia de amor.
“Mi película es un melodrama clásico y épico. Ése es su género. En ella he intentado seguir de un modo muy ortodoxo las reglas del género, que exigen andar continuamente en el filo de la navaja, en la orilla de la emoción. Es una película totalmente emocional: todos sus elementos están dirigidos de tal manera que rompan la actitud racional del público, que desborden su emoción. Esta película hay que verla con deseo de entregarse a la experiencia emocional, de realizar el viaje emotivo que propone este cuento de hadas”, dijo Arau en su momento sobre este filme.
“Cuando entramos en el viñedo de Un paseo por las nubes, entramos en la tierra del Mago de Oz, entramos en Sangrilá, entramos en este lugar intemporal típico de cuento de hadas. Toda la escenografía, la utilización de filtros en la fotografía, la iluminación... están usados intencionalmente para crear una atmósfera mágica”, enfatizó.
Si bien es cierto que en México hay poco cine en torno a la cultura del vino, en Baja California el realizador Alejandro Montalvo compartió con Crónica Escenario que trabaja en un filme que busca retratar el presente de la industria del vino en la ruta del vino de su estado:
“Hicimos en el 2019 un viaje que se convirtió en una película. Es el viaje de dos personas de ensenada a San Ignacio, con una amistad de más de 25 años, independientemente de sus personalidades es la búsqueda de dos hombres por encontrarse con su oficio y eso es importante porque vivimos en una zona privilegiada, porque aquí el clima es especial, la altura, el sol o la brisa para que se dé la mejor uva de México y en consecuencia el mejor vino”, dijo.
“En el filme ellos van recorriendo Baja, uno haciendo vino en el camino, con una técnica de hace más de tres mil años con un tanquecitos y el otro recogiendo las cosas que va encontrando y haciendo comida para los pescadores. Esa es la premisa pero al final es la historia de dos hombres buscando la redención porque se sienten culpables o no entienden de qué sucedió porque ellos son de Valle de Guadalupe y son de los que empezaron a hacer que el lugar tuviera más presencia a nivel mundial, lo que ocasionó que tuviera más turismo, que el agua se empezara a acabar y que ahora haya una saturación de una zona vinícola para convertirla en una zona de viviendas y turismo cuando cada hectárea que le quitas le quita su riqueza”, añadió.
Es verdad también que también hay canciones tristes sobre el vino, como “Bitter wine” esa hermosa balada de Bon Jovi que explica como el vino se vuelve amargo cuando el amor se acaba. Y es que vale la pena mencionar que este año las Fiestas de las Vendimias (que se realiza cada año en el mes de agosto) se desarrolló en medio del suceso ocurrido el pasado 12 de agosto en Tijuana cuando el crimen organizado salió de sus guaridas tradicionales y se puso a quemar vehículos privados y de transporte público. El toque de queda del narco se cumplió a rajatabla: los comercios cerraron, las maquilas cesaron su actividad, la gente se recogió en sus casas
El domingo 21 de agosto se realizó en Ensenada el Concurso de Paellas que es un evento que cierra las Fiestas de las Vendimias y en el cual la comunidad de los vinos representa como su unión puede hacer frente a las reacciones violentas con la asistencia de más de dos mil 500 personas: “Fue un desmadre, se controló y gracias a Dios hubo saldo blanco, y mira ahora, tú dime sí se quedó asustada la gente”, dijo Miguel Aguiñiga, Secretario de turismo de Baja California en el evento en el que estuvo Crónica Escenario presente.
“Claro, es normal que luego de un suceso de eso hay gente que va a cancelar pero creo que el que vean a la gente en este evento habla más a que uno diga que todo está bien”, enfatizó el funcionario quien destacó que el evento recibió a una gran cantidad de turistas a pesar de los eventos violentos:“El cierre de paellas es más familiar, más gente de Baja a Mexicali, Tecate y Tijuana, porque es como el cierre y es como el agradecimiento de la familia de la región a las vendimias, pero durante todo el mes de vendimias que hace cada vinícola, sí casi un 40 por ciento es extranjero”, dijo.
En la celebración nos acercamos más a las emociones que evocan “Old red wine”, la oda al vino de The Who, o “Red, red wine”, esa otra joya de UB40 (aunque la original sea de Neil Diamond), que es una alabanza al vino y su capacidad generosa de hacer olvidar de manera rápida (o temporal) las penas de amor… o de cualquier cosa.
Fue así que el cierre, a base de 76 vinícolas participantes se reunieron a más de 150 etiquetas de vino para celebrar su cultura, sin olvidar a los 86 equipos paelleros que compitieron con ganadores como Los Chilucos en la categoría de Calidad y Xatos en la de Presentación. Esta celebración que, para el Secretario de Turismo es la consecuencia de un interés especial por el turismo, que en los primeros seis meses registró 14.72 millones de visitantes, la mayoría de ellos en busca de hacer válida la experiencia de “Amor al vino”, esa otra canción icónica de Celtas Cortos que nos dice cómo podemos encontrar nuestra bebida favorita: “Una cosa es el vino y otra cosa es el amor. Pero si juntas las dos, nace el amor por el vino”.
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