En 1998 ocurriría un fenómeno muy particular en las carteleras de cine en el mundo, y es que los productos fílmicos de animación moderna comenzaban a tener mayor auge, esto gracias a la previa aparición de Pixar y su franquicia más importante, Toy Story (1995). Disney había revivido con la segunda oleada de clásicos animados como La Bella y la Bestia (1991) o La Sirenita (1989), sin embargo, se acercaría una época complicada para la casa del ratón en este sentido.
Sería así como Pixar dimensionaría la animación a niveles insospechados, con historias que lograrían una abstracción de elementos cotidianos, conjuntándolos con emociones y sentimientos universales que generarían una fórmula que se ha mantenido hasta nuestros tiempos. Y es así como regresamos a 1998, con mi fiel postura como consumidor infantil el estreno de dos filmes particulares llamaría mucho mi atención, sobre todo por la similitud de su premisa y hasta de su título. Bichos: una aventura en miniatura (1998) se convertiría en una oportunidad nueva para que Pixar se consolidará como el nuevo sheriff en este viejo oeste de la animación moderna, pero un estudio de animación competidor tendría otros planes.
Antz (1998) formaría parte de un gran listado de películas que transformarían a DreamWorks como el más acérrimo competidor de la casa Pixar, pero la rareza en el inicio de esta “sana” competencia no podría ser más sui géneris, y es que en 1998 se estrenarían tanto Bichos como Antz, generando muchos enfrentamientos mercadológicos y una evidente confusión en la audiencia, tanto por los títulos como por los planteamientos de las historias, siendo la primera la ganadora en números de taquilla.
Aún con la “derrota” económica que supuestamente vino de un producto como Antz, el trabajo construido con esta producción ya evidenciaba rasgos distintos en formas argumentales que edificaría la casa de animación DreamWorks, la cual no se daría por vencida, y en 2001 sacarían a la luz su cinta más representativa y la que se convertiría en la representante de toda una generación.
Shrek, nos narra la historia de un ogro que viven en un mundo donde los personajes de cuentos infantiles no son como los recordamos, y será junto a su amigo Burro, con quien se enfrascará en una peligrosa búsqueda para rescatar a la princesa Fiona, y así poder recuperar sus tierras, sin darse cuenta que esta aventura lo ayudaría a encontrar algo más que sus bienes materiales.
Cinemex ha realizado un interesante ejercicio, a lo largo de los últimos años, con el reestreno de grandes clásicos de la cinematografía, y ahora es el turno de algunos de los productos más representativos de DreamWorks, entre los que encontramos a la popular Shrek, una película que tuve oportunidad de observar en cines durante su estreno comercial en México, y sin aún conocer las dimensiones que cobraría esta historia, sin lugar a dudas ya había entrado en la lista de mi filmografía favorita.
¿Pero qué es lo que hace a Shrek tan distinta? ¿Por qué se ha transformado en una referencia obligada para las cintas de animación moderna? Simplemente por la forma en que le dio la vuelta a la naturaleza de este tipo de producciones. Durante mi niñez y adolescencia eran muy claros los mensajes positivos que traían consigo las películas animadas, casi como si arrojarán a la cara del público infantil, así como la audiencia en general, un puñado de aleccionamiento para corregir el rumbo de nuestras vidas.
Shrek era distinta, no se tomaba consideraciones con su público y te escupía a la cara para decirte que no todo era miel sobre hojuelas, que no todo en la vida podría llegar con simples buenos deseos y sueños grandilocuentes; esta historia te decía que tenías que tomar las riendas de tu camino y encontrar lo más valioso para ti en la vida. Si bien el filme de DreamWorks contenía un mensaje de cierta redención y positividad, no se quedaba solo con eso, al contrario, su objetivo era encaminarte a un mundo donde no debes seguir a los demás solo porque es popular o fácil.
La vigencia del guión, sus personajes tan entrañables, así como sus icónicas escenas, han mutado con el paso del tiempo, y se han adaptado a las nuevas generaciones, que de forma casi irónica, no han visto quizás la película, pero aún así existe en el imaginario colectivo, y eso le da un gran peso a la historia del ogro verde.
Esta capacidad de evolución de no poseer una fecha de caducidad es lo que ha hecho a Shrek un filme de época, una película que será recordada como la que abrió camino, al menos en el ámbito comercial, al consumo de historias distintas en el mercado de animación, y se transformó en uno de los más grandes memes cinematográficos de nuestra época, esto sin decirlo de forma despectiva, al contrario, esto es gracias a la forma tan sencilla de su historia de mutar y adaptarse a otro tipo de lenguajes.
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