Escenario

‘La Sirenita’: El filme que marcó la nueva época dorada de Disney

CORTE Y QUEDA CLASSICS. Basada en el cuento de Hans Christian Andersen, el clásico animado hizo su debut en 1989 gracias a la labor en la dirección de John Musker y Ron Clements

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Fotograma de 'La Sirenita'.

Fotograma de 'La Sirenita'.

CORTESIA

No se puede negar la influencia de Disney en el mundo de la animación y el entretenimiento. Desde sus comienzos con cortometrajes relevantes como Steamboat Willie (1928) que marcó la primera aparición de Mickey Mouse, hasta Motor Mania (1950) donde Goofy mostraba una dualidad en su personalidad provocada por el tránsito o el nominado al Oscar, The New Spirit (1942), donde la casa del ratón crearía un contenido propagandístico en plena Segunda Guerra Mundial con el Pato Donald de protagonista.

Pero fue en 1937 cuando Disney haría historia al crear el primer largometraje animado con Blancanieves y los Siete Enanos, siendo la piedra angular de la creación de infinidad de clásicos que marcarían las infancias de muchos. Sin embargo, la gran productora tuvo momentos difíciles en la década de los 80, donde a pesar de tener proyectos interesantes como Policías y ratones (1986), El caldero mágico (1985) o la colaboración del gran Billy Joel con Oliver y su pandilla (1988), no conectaron tan fuerte como en otras épocas hasta que llegó una adaptación que cambió el panorama por completo.

Basada en el cuento de Hans Christian Andersen, La Sirenita hizo su debut en 1989 gracias a la labor en la dirección de John Musker y Ron Clements. En ella, presentaban a Ariel, una sirena pelirroja que era la hija más pequeña del Rey de los Siete Mares, Tritón. Adorable, alegre y de buen cantar, Ariel soñaba con formar parte del mundo de los humanos y dejar de lado la vida bajo el mar. Este anhelo se enaltece al salvar la vida de un príncipe, Eric, el cual se enamora perdidamente de esta criatura sin saber su origen.

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Los elementos del cuento original recibieron un trato ‘a lo Disney’, ese que otorga finales felices y condena a los villanos por su eterna maldad y sus viles actos. Sin embargo, La Sirenita funcionaría como ese punto de entrada para la denominada nueva era dorada del estudio de animación. Tomando elementos de la vieja escuela narrativa, esta cinta le dio una actualización interesante al rol de la princesa. Ariel cumple con algunos de esos aspectos que Aurora de La Bella Durmiente o Blancanieves tenía, pero su rol en 1989 era diferente al transformar los ideales que representaban en un personaje empático que tiene sueños y aspiraciones más allá de encontrar a un príncipe encantado.

Otra parte fundamental del encanto de esta versión son los personajes secundarios del filme. Primero tenemos al inseparable amigo de Ariel, el medio cobarde pez Flounder, cuyo diseño de amarillo con líneas azules lo hacía un elemento tierno que, a pesar de sus defectos, siempre le era leal a su amiga. Por otro lado, está Sebastián, un sabio crustáceo, mano derecha del padre de la sirenita que se niega a creer en las aspiraciones de la joven pero poco a poco comprende y la ayuda a lograr su meta e incluso a vencer a la antagonista del relato, la bruja maligna del mar, Úrsula.

La villana es otro de los puntos fuertes de La Sirenita. Desde su diseño inspirado en la criatura mitológica conocida como cecaelia, que implica ese cuerpo de pulpo con colores negro y morado mientras que la otra mitad destaca por su sonrisa malvada, ese cabello blanco y una mirada maliciosamente amenazante, además de estar normalmente acompañada de sus ‘bebés’, un par de anguilas eléctricas bastante desagradables. Úrsula es simplemente una de las mejores villanas que Disney ha creado, ideal para torturar a las pobres almas en desgracia que caen en sus tentáculos.

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También está ese colorido diseño de los dos mundos, tanto el submarino que tiene una saturación de varios colores mostrando una vida submarina variada como el mundo de los humanos, donde curiosamente todo se vuelve más llamativo ante la llegada de Ariel a este mundo. Sin embargo, el mayor acierto es la gran música compuesta por Alan Menken acompañada de las letras de Howard Ashman, que se llevaron dos Oscar a su casa gracias no sólo a la partitura emotiva del filme animado sino también por una de las canciones más icónicas de tiempos contemporáneos en Disney, “Bajo el mar”.

Si ese tema no bastara, también existe ese gran número musical de la villana, “Pobres almas en desgracia”, así como la balada romántica por excelencia que funciona como una bella declaración de amor en “Bésala”. Ni que decir del mismo tema principal de Ariel, aquel donde los sueños de la sirenita son simplemente aspiraciones de ser parte de un mundo diferente, de no hacer lo que está ‘destinada’ a ser. Parte de Él toma esos temas para convertirlos en una sentida declaración de principios cantada con toda el alma, mostrando los deseos de su protagonista a través de la canción, algo que se convertiría en un precedente para los próximos proyectos animados que usarían ese mismo recurso.

Así, La Sirenita se convirtió en ese estandarte que Disney necesitaba, un proyecto que, como la pequeña Ariel, nadó hacia la luz para abrirle paso a la compañía a un nuevo mundo lleno de nuevos clásicos. Ahora, 34 años después de su estreno, no cabe duda de que este filme se erige firme como la estatua existente en la bahía de Copenhague, resonando aún en generaciones actuales, esperando que la historia de Ariel encuentre eco en más generaciones a través de esta emotiva versión. Que la fiesta bajo el mar no pare.

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