Escenario

‘Sombras de un crimen’: Apropiada forma de festejar un centenario

CORTE Y QUEDA. Dista de ser una obra perfecta, sin embargo, funciona adecuadamente como vehículo de lucimiento para Liam Neeson gracias a que al relato lo encabeza un personaje de varios matices

El actor Jeremy Irons en una escena de la película "Munich".
Fotograma de ‘Sombras de un crimen’. Fotograma de ‘Sombras de un crimen’. (CORTESIA)

Que un actor llegue a protagonizar su película número 100 es muy loable, máxime cuando se trata de un intérprete de setenta años de edad. Pero si dicho actor no es otro sino Liam Neeson, el festejo toma un matiz muy especial, por varias razones.

Es necesario tener un poco de contexto para comprender porqué Sombras de un crimen (Marlowe, Irlanda-España-Francia, 2022) es en varios sentidos un título emblemático en la carrera del histrión: por principio de cuentas, desde hace casi un lustro, la carrera fílmica de Neeson ha caído en una especie de bache, consecuencia de una serie de productos genéricos y poco inspirados cuya única razón de ser era explotar hasta el cansancio su faceta de héroe de acción rudo e imparable, y obtener así ingresos en la taquilla, encasillando al actor de forma peligrosa en ese tipo de papeles, como protagonista de largometrajes poco memorables, algunos de ellos incluso penosos. Dentro de ese panorama, este nuevo trabajo viene a ser un cambio refrescante, al tiempo de brindarle la oportunidad de interpretar a un personaje emblemático del cine y la literatura: Philip Marlowe.

Creado en 1934 por el escritor estadounidense Raymond Chandler, Marlowe es el taimado y astuto detective de fuerte fibra moral, protagonista de algunas de sus novelas negras más exitosas, como El sueño eterno (1939) o El largo adiós (1953).

En la pantalla grande, el duro y cínico -pero también un tanto quijotesco- investigador ha sido interpretado por actores legendarios como Humphrey Bogart, George Montgomery, Elliott Gould y Robert Mitchum, por mencionar algunos. Desde luego para Liam Neeson, representar una vez más a tan icónico personaje de la cultura pop era una oportunidad de oro, y le permitía apartarse un poco de los personajes estereotipados antes mencionados.

También representaba una gran oportunidad para el actor de volver a trabajar al lado de un coterráneo, quién además es un cineasta muy competente y de importante trayectoria: Neil Jordan (Juego de lágrimas, Entrevista con el vampiro, Ondine). Bajo la dirección de Jordan, Neeson ya había tenido oportunidad de estelarizar la que es sin duda es una de las películas más importantes de su carrera: Michael Collins (1996).

Sombras del crimen se basa en la novela La rubia de ojos negros (The Black-Eyed Blonde), publicada en 2014 la cual, aunque es protagonizada por el legendario Philip Marlowe, no fue escrita por Raymond Chandler, sino por un irlandés de nombre John Banville quién -cuando escribe novela negra-, firma bajo el seudónimo de Benjamin Black.

El argumento escrito por el cineasta, al lado del guionista William Monahan (Cruzada, Los infiltrados, Al filo de la oscuridad) transcurre en la ciudad de los Ángeles de 1939, e inicia con el típico cliché de muchas historias detectivescas: con la aparición en el despacho de Marlowe de una rubia quien le traerá muchos dolores de cabeza. La dama en cuestión es Clare Cavendish (Diane Kruger), la cual busca al detective privado para que le ayude a descubrir el paradero de su amante Nico Peterson (François Arnaud), quien trabaja consiguiendo accessorios escenográficos para los Pacific Film Studios.

Un poco después de iniciadas sus averiguaciones, el investigador descubre que Peterson falleció en un bizarro accidente vial ocurrido a las afueras del exclusivo club Corbata, cuyos miembros son personas prominentes e importantes de la ciudad. Los detalles del “accidente” le son facilitados por el agente policíaco -y amigo personal de Marlowe- Joe Green (Ian Hart), y este a su vez busca a Clare para informarle del deceso. Pero está última asegura haberlo visto con vida, en una visita a Tijuana llevada a cabo por ella después de la fecha de su supuesta muerte. Durante su visita a Cavendish, el detective se topa con Dorothy Quincannon (Jessica Lange), actríz madura y madre de Clare, quien se muestra interesada en las razones por las cuales su hija requiere los servicios de un investigador e intenta averiguarlas con él, sin conseguirlo.

Así, las pesquisas de Marlowe lo adentran a un oscuro universo de secretos, mentiras, crimen y decadencia, donde se evidenciará una fuerte rivalidad madre-hija y la relación que ambas sostienen con Nico; deberá enfrentarse a personajes torvos y corruptos como el propietario del Corbata Club, Floyd Hanson (Danny Huston) o con el traficante de drogas Lou Hendricks (Alan Cumming) y sus esbirros; y el conteo de cadáveres se incrementará antes de que el detective pueda dilucidar los motivos detrás del simulado deceso de Peterson, y las razones por las cuales es perseguido por personajes tan opuestos entre sí.

Sombras de un crimen dista de ser una obra perfecta: tiene un ritmo irregular y le cuesta un poco arrancar, algunas actuaciones son muy acartonadas o esquemáticas y el meollo del asunto se resuelve de forma un tanto precipitada en los últimos minutos del filme. Sin embargo, funciona adecuadamente como vehículo de lucimiento para Liam Neeson gracias a que al relato lo encabeza un personaje de varios matices y de naturaleza meditabunda y melancólica, el cual le ofrece la oportunidad de salir del encasillamiento en el que había caído en sus últimos trabajos, y así celebrar apropiadamente un centenar de actuaciones y más de 40 años de trayectoria artística. E incluso detalles como los chistes sobre su edad y de estar demasiado viejo para hacer estas cosas, funcionan mejor en esta cinta. Y si a ello se añade que la trama transcurre en el contexto de la industria cinematográfica y ostenta varias referencias cinéfilas aquí y allá (por ejemplo, la de Alfred Hitchcock y la MGM), ello termina por hacer la experiencia sumamente atractiva.

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