En tiempos convulsos Bruce Springsteen quiso templar corazones invocando el espíritu de quienes cargaron de felicidad su infancia, de Aretha Franklin a Four Tops, en un disco titulado Only the strong survive que se publica este viernes y en el que el “Boss” apura esta vez más la voz que la guitarra.
Se percibe desde el primer tema, el que le da título y que vio la luz por primera vez en 1969 gracias a Jerry Butler. El corte, que arranca con ecos casi navideños, explota en un estribillo en el que el de Nueva Jersey aprieta los dientes y rasga la garganta para entonar entre unos balsámicos coros y cuerdas sesenteros el alentador “leit motiv” del álbum: “Que solo los fuertes sobreviven”.
Springsteen (1964, Long Branch) se embarca a partir de entonces en un viaje al pasado jalonado por 15 paradas en las que evita los cortes manidos y en las que reivindica a la Motown, Gamble and Huff, Stax y otros sellos de la época dorada de esta música del alma que convirtieron en leyenda iconos como Aretha Franklin, The Supremes, Four Tops o The Temptations.
A todos ellos rinde tributo en un álbum producido por Ron Aniello en el que esas guitarras típicamente springstinianas ceden protagonismo a los elementos sobre los que se erigió el “soul” de los 60 y 70, especialmente arreglos de cuerda diseñados aquí por Rob Mathes y vientos que corren a cargo de Jake Clemons (el sobrino de Clarence Clemons) y el resto de la sección de metales de la E Street Band.
Como si el “Boss” necesitara aval para cualquiera de los proyectos en los que se embarca, en Only the strong survive cuenta además con la voz del mismísimo Sam Moore en un álbum en el que, tal y como él declaró, “simplemente quería cantar”.
Y cómo canta. A sus 73 años puede presumir de hacerlo especialmente bien, con calidez, brío, modulación y hasta exhibiendo agudos en temas como “I wish it would rain”, original de 1990 de Phil Collins, el más moderno de todo el repertorio.
En el disco predominan los tempos rápidos, las melodías luminosas y las armonías llenas de júbilo. Así es “Soul days”, una especie de paseo por una soleada avenida californiana en la que Springsteen proclama “¡Voy a volver a los dulces días del soul!”, mientras que en “Do I love you (indeed I do)”, que popularizó Frank Wilson, se pone encima la toga gospel y contribuye a un éxtasis colectivo.
Pese a la fidelidad al sonido original, musicalmente hablando hay momentos muy destacables en el disco, como en la construcción del “crescendo” a mitad de recorrido de “Turn back the hands of time”, original de Tyrone Davis, cuando batería, voz, guitarra y vientos comulgan todos unidos.
En esa línea, probablemente el corte más redondo de todos sea “Rooms of gloom”, un sencillo que lanzaron en 1967 los Four Tops y del que estos renegaron durante su posterior carrera (rehusaban cantarla en vivo) pero que aquí rebosa poderío y liberación, como un precedente del black power y el espíritu hippy.
No todo es delirio y júbilo en Only the strong survive, que también procura momentos más melancólicos, como en “When she was my girl” (otra de los Four Tops), en “The sun ain't gonna shine anymore” de The Walker Brothers o en “I forgot to be your lover”, de Booker T. Jones, que es la gran balada del disco, con un sabor más “country”, cercano al “blues” si no fuese por sus arreglos exuberantes.
Resulta curioso escuchar una canción sobre enviar un telegrama en tiempos de mensajería instantánea y redes sociales (“Hey, Western Union Man”), pero así es Only the strong survive, un relato a la vieja usanza de aquellos amores felizmente torturados como el que muestra hacia el final otra balada que brinda la melodía más familiar de todo el itinerario.
Se trata de “What becomes of the brokenhearted”, el tema que debiera haber grabado Amy Winehouse antes de fallecer por su combinación de dolor exaltado y esperanza y que se adapta como un anillo al dedo a Springsteen al abordar la versión más conocida, la que Dave Stewart hizo en 1980.
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