La impresionante carrera de la directora de orquesta Lydia Tár (interpretada por la actriz australiana Cate Blanchett) ha llegado a un punto de inflexión importante: tras ser la titular de la Filarmónica de Nueva York, se le ofrece convertirse en la primera directora de la Filarmónica de Berlín. Y para ello, dedica su talento a desarrollar un impresionante montaje de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler. Al mismo tiempo, prepara el lanzamiento editorial y promoción de un libro de su autoría, titulado Tár on Tár.
Todo ello provoca que su agenda se encuentre completamente atiborrada, y de no ser por la ayuda de su asistente personal Francesca Lentini (Noémie Merlant) no podría organizarse para cumplir con todos sus compromisos, y por ello esta última se ha convertido en su mano derecha. Por otro lado, también se apoya en Sharon Goodnow (Nina Hoss), una solista de su orquesta a la vez que pareja sentimental de Lydia, junto con la cual crían a su pequeña hija Petra (Mila Bogojevic), su otra gran fascinación después de la música.
Sin embargo, el que quizás sea el momento más luminoso de su carrera comienza a eclipsarse por varios motivos: por una parte, se encuentra una joven cellista de nombre Olga Metkina (Sophie Kauer) por quien Tár desarrolla cierta fascinación que comienza a tornarse en obsesión, y ello es notado por varias personas, incluyendo a Sharon y Francesca. Por otro lado, comienzan a surgir serias acusaciones y demandas en contra de la directora, las cuales apuntan a que, valiéndose de su posición, ha abusado de diversas personas -en algunos casos sexualmente-. Dichas acusaciones provienen principalmente de los familiares de la malograda Krista Taylor, anterior integrante de su orquesta con quien se rumora sostuvo un romance apasionado. Ello desata una fuerte ira y animadversión en su contra, alimentada principalmente por la prensa y las redes sociales.
Todo ello, aunado a su conducta intransigente y prepotente, y al enorme estrés y agotamiento derivados de estas situaciones y de la presión emanada de los compromisos contraídos, la conducirán por una serie de situaciones que desencadenarán un dramático estallido. Y como consecuencia de ellos, poco a poco, medio mundo (incluido su círculo cercano de familiares, amigos y colaboradores) empieza a darle la espalda, y su vida personal y profesional se desintegra.
Tras poco más de década y media sin que ninguno de sus proyectos lograse cuajar, el cineasta, guionista y también actor californiano Todd Field (Crimen imperdonable, Secretos íntimos) regresa a la pantalla grande con TÁR, un largometraje de drama con tintes de thriller psicológico, el cual se centra en una protagonista cuya personalidad es un híbrido entre Leonard Bernstein, un rockstar y una celebridad, pero en versión femenina y empoderada, interpretada magistralmente por Cate Blanchett, quien ofrece aquí una actuación espectacular e intensa; logrando soportar sobre sus hombros las exigencias requeridas por el argumento y por su personaje, saliendo muy bien librada del reto con una actuación por la cual fue nominada al Oscar. Y aunque al final no lo obtuvo, ello no demerita ni un ápice lo que ha logrado en este filme.
El estelar interpretado por Blanchett crece gracias a sus ambigüedades y claroscuros, y es un artista pletórico de genialidad en cantidades iguales a su ego desaforado, quien se conduce por la vida de manera asertiva pero también despótica y controladora, y cuyos propios actos terminan por arrojarla a su perdición.
A su vez, Lydia se comporta de forma despreocupada, neurótica e incluso cínica frente a los señalamientos en su contra, en una sociedad donde el #metoo y la cultura de la cancelación imperan y en la cual (paradójicamente a su inclinación sexual abiertamente lésbica), simplemente no puede ser tolerada y por ende, es sometida al odio de redes, al linchamiento mediático, al desprestigio y toda serie de factores que terminan no solo por perjudicarla, sino por privarle de aquello significativo y/o a través de lo cual define su identidad, arrebatándole el control sobre las cosas y su vida diaria, y llevándole a una debacle personal. Al tocar fondo, deberá hacer un alto en el camino, y buscar una manera de reinventarse.
Del mismo modo, en su estructura la película parece replicar los excesos y contradicciones de su personaje central, como ocurre cuando deja ciertos detalles en la vaguedad: nunca se esclarece lo que realmente pasó con Krista Taylor; o de quién eran los gritos escuchados por Tár en el parque; o el extraño y amenazador suceso acaecido cuando ella pretende seguir a Olga a su casa. Estas y otras cosas no fueron dejadas al azar, y funcionan más bien para alimentar y enfatizar la propia complejidad y ambigüedad de su protagonista, quien se mueve entre diversas tonalidades, y por ende puede uno empatizar con ella en algunas cosas y en otras no, lo cual le hace ganar dimensión real y humana.
En suma, TÁR es una experiencia cinematográfica intrincada y demandante al igual que su propio personaje central, poseedora de capas y lecturas las cuales no siempre afloran al primer vistazo, y por ende vale la pena verla en más de una ocasión. Y de paso, reafirma a Cate Blanchett como una de las más importantes y solventes actrices contemporáneas, cuyo innegable talento está más allá de un Oscar o de cualquier otra presea similar.
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