Bajo el nombre de Namor, uno de los anti héroes primigenios del universo Marvel, el actor mexicano Tenoch Huerta sirve en Black Panther: Wakanda forever una interpretación que, además de ganarle el aplauso unánime, le permite reivindicar las raíces indígenas de su país y de América.
La segunda entrega de Black Panther, que cosechó en 2018 un enorme éxito y siete nominaciones a los Oscar, recupera el espíritu “afro” de la primera, pero le añade ahora un nuevo mundo submarino, Talokan, inspirado en las antiguas culturas mesoamericanas y gobernado por el temperamental Namor.
Con diálogos en lengua maya y una ambientación indigenista, Talokan se convertirá en una amenaza para el futurista reino de Wakanda, incrustado en pleno continente africano.
“Históricamente nos han enseñado a sentir vergüenza de lo que somos”, asegura Huerta, de 41 años, en una entrevista virtual con EFE.
Para el actor, “con estas nuevas representaciones, con estos personajes poderosos en franquicias tan grandes como esta, se abre la posibilidad a que la gente revalore estas herencias, particularmente en Latinoamérica y México: la africana y la indígena”.
Si alguna esperanza tiene Huerta al respecto de Wakanda Forever, al margen de entretener y divertir al espectador, es que “ayude a que los niñitos se miren al espejo en el futuro y se digan: ‘No hay nada malo en mí, solo estaba en los ojos de quien me miraba’”.
Rara vez el actor se muerde la lengua al hablar en público sobre xenofobia u otras cuestiones candentes. Por eso, recuerda que, a su juicio, “América Latina, y México, son unas regiones sumamente racistas”, algo que él mismo no solo ha sentido en sus propias carnes, sino que también ha “ejercido”.
“Crecimos en contextos así, y así nos educaron. Poco a poco lo he ido desmontando, he ido cambiando la percepción, y eso nos reconcilia no solo con nuestra historia, sino que también puede crear puentes con gente de otras partes del mundo”, opina.
MÁS ALLÁ DEL ENTRETENIMIENTO
Si el tema de la raza es central en las películas de Black Panther, otros asuntos vinculados con los problemas actuales de la sociedad no dejan de colarse en el guion, escrito por su director, Ryan Coogler y Joe Robert Cole.
La codiciada materia prima de la próspera Wakanda, el ‘vibranium’, trae inevitablemente un aroma a las disputas por las fuentes de energía como el gas o el petróleo que afligen al mundo. Para Huerta, es un “gran acierto” que Marvel “construya estas narrativas alrededor de estos temas, porque van más allá del entretenimiento”.
“Por supuesto que es una película divertida. Vas a ver explosiones, vas a ver acción, vas a ver esos personajes maravillosos... pero también hay esta parte de reflexión y estas historias que nos llevan a cuestionar dónde estamos parados en el mundo y qué vamos a hacer con él”, añade.
La actuación en el filme del mexicano, conocido para el gran público sobre todo por su papel como Rafael Caro Quintero en la serie Narcos: México, ha sido elogiada por su capacidad de mostrar a un superhéroe que pelea por defender a los suyos, aunque a veces tome la decisión más belicosa.
“La manera en que yo lo abordé fue construir a un hombre común. Evidentemente, con superpoderes y con todo este contexto y esta herencia que carga, pero al final del día es un hombre común tratando de defender a su familia, de cuidar a los que ama, de mantener a salvo su cultura y su forma de vida”, subraya.
Por ello, considera que fue “muy adecuado ir a lo humano de este personaje y que su corazón y sus motivaciones sean las de cualquier ser humano” porque eso contribuye a empatizar con él y a entenderlo mejor: “Espero que la gente tome diferentes maneras de resolver nuestros problemas, pero al final todos traemos nuestras heridas y se trata de qué hacemos con ellas. Yo soy yo y mis circunstancias, decía Ortega y Gasset”, añade.
El recurso de los creadores de Wakanda Forever, película sobre la que planea en todo momento el recuerdo del protagonista de la primera parte, Chadwick Boseman (que murió en 2020), al afrofuturismo y al “mesoamericafuturismo” -como lo denomina Huerta- permite abrir nuevos horizontes al espectador.
“Nos da un norte, un lugar hacia el que dirigirnos. Esos horizontes nos plantean nuevas posibilidades, que nos abren la mente para crear mejores mundos”, dice. Al fin y al cabo, recuerda con humor, su personaje ya tiene 500 años, probó muchas cosas y sabe cuando algo “va a servir o no”.
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