Escenario

“The Nowhere Inn”, una surreal reflexión acerca de las consecuencias del estrellato

CORTE Y QUEDA. A partir de la visión artística de la icónica cantante St.Vincent, Bill Benz lleva al cine una interesante docuficción que muestra su lado humano enfrentándose a la fama>

La actriz Rooney Mara en una escena de la película "Carol".
En este viaje nos encontramos con el enfrentamiento ante el espejo de la artista. En este viaje nos encontramos con el enfrentamiento ante el espejo de la artista. (CORTESIA)

Annie Clark, artista estadounidense mejor conocida por su nombre artístico, St. Vincent, considerada como una de las más originales e innovadoras guitarristas contemporáneas, tiene una carrera muy particular. Comenzó como miembro de la banda The Polyphonic Spree para posteriormente iniciar como solista y lanzar su primer álbum solista en el 2007 con Marry Me. A partir de ahí, su vida ha dado un giro tremendo, posicionándose como una talentosa compositora, cantante y productora.

Ahora, decide llevar su talento al mundo del cine, acompañada de su incondicional amiga Carrie Brownstein en la ópera prima del director Bill Benz llamada The Nowhere Inn, una bizarra docuficción que refleja la búsqueda constante de esta joven música en su arte, tratando de encontrarse a sí misma en el camino utilizando esta crisis existencial como motor y en la que, tanto Annie como su amiga, indagan constantemente lo que hay detrás del concepto mismo del ser artista.

La película de Benz juega primero con el planteamiento de una cinta documental en el que Annie busca mostrar lo que hay detrás de St. Vincent y su poder creativo. De aquí surge una dinámica donde este juego de la verdad se va convirtiendo poco a poco en un viaje bastante onírico que recuerda mucho a David Lynch, sobre todo en su segundo acto y clímax.

La artista, que coescribió el guion con Carrie Brownstein, no tiene una estructura definida ni una línea realmente clara, derivando en una experiencia sensorial caótica, satírica que resulta un viaje introspectivo acompañado de visuales muy interesantes, además de la música de la artista que adornan este experimento que se impregna de la esencia de St. Vincent, jugando con las aspiraciones de ambas colaboradoras y amigas en un rompecabezas de ficción un tanto subversivo.

Y es que la importancia de la ópera prima de Benz recae en la ruptura del género documental en el que supuestamente se basa e incluso también en aventurarse a hacer un filme que, en comparación de otros que involucran a músicos y bandas en un rol biográfico o divertido como Lluvia púrpura (1984) de Prince o A hard day’s night (1964) con los Beatles, se atreve a establecer una visión no siempre efectiva pero si atrevida que refleja un poco más de la artista que es Annie más allá de St. Vincent.

En este viaje nos encontramos con cosas tan interesantes como el enfrentamiento ante el espejo de la artista y la amiga creativa; las cuestiones acerca de la validez artística de lo que hacen; del lado humano enfrentándose a la fama pero, sobre todo, una cuestión donde la verdad del documental es completamente rota por un surrealismo nada sutil que va planteando reflexiones acerca de las consecuencias del estrellato y la autenticidad que vive en cada uno de nosotros.

Visualmente, este largometraje satírico, onírico y musical tiene muchos méritos pues se siente como una extensión de St. Vincent, sus ideas y propuestas que además juegan con lo colorido, creando unas atmósferas de sueño bastante particulares con el estilo de la intérprete para hacer la historia de Annie algo más interesante.

Dentro de este caos sensorial, la cuestión importante está en la pregunta acerca de la fama, los alter egos que se crean para el mundo de la farándula y cómo ellos son un doble juego que oscila entre el escape de la realidad y el poder de la ficción ante la constante demanda de excentricidad de una audiencia que quiere que sus estrellas y el éxito sea inalcanzable, sin importar si al tenerlo de abandone uno ante ello, creyendo un papel sobre la realidad.

Acompañado de la música de la misma St. Vincent, The Nowhere Inn es una historia compleja no apta para todos que nos muestra las dos caras de una artista, no sólo en el caso de la famosa cantante sino también en el de su amiga, Carrie, que se va deconstruyendo a la par de la estrella que es Annie y cómo ese desapego lleno de un humor satírico mordaz con un drama familiar, entrega ciertas visiones acerca de la fama y la fragmentada visión del éxito, más hacia el lado de obras como Vox Lux de Brady Corbet o The Souvenir de Joanna Hogg, en los que hay una dualidad peligrosa pero talentosa.

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