En 1978, Martin Scorsese se encontraba en su punto más bajo dentro de su adicción a la cocaína, la cual se complicaba con un severo caso de depresión, cuando compró algo de droga en mal estado, la combinación de ésta con los medicamentos tomaba, le hicieron colapsar, pasando diez días hospitalizado. A ese lugar acudió Robert De Niro para proponerle una nueva cinta, una que tenía un tiempo obsesionándole y que él consideraba solo Marty podía llevar a la pantalla, el guión narraba la eterna caída del boxeador Jake LaMotta. El resto es historia. Toro Salvaje (Raging Bull) se convertiría en una de las mejores cintas del director y le daría a su protagonista un Oscar.
Jake la Motta es un boxeador que entrena arduamente apoyado por su hermano, Joey, con el sueño de convertirse en campeón de pesos medios. Su disciplina en el ring contrasta con sus relaciones personales, las cuales se le muestran como un ser violento y lleno de inseguridad. Cuando por fin llega el anhelado éxito profesional, la espiral en su vida personal le lleva al fracaso.
Toro Salvaje parte de un guión escrito por Mardik Martin y Paul Schrader, este último guionista de la legendaria Taxi Driver, el cual elabora una sencilla pero demoledora visión de la caída de alguien llamado a ser campeón pero que sus conflictos internos le llevan siempre al autosabotaje y autodestrucción. Scorsese adopta un estilo cercano al neorrealismo italiano, con una granulienta fotografía en blanco y negro, para contar esta historia, la que él consideraba sería su última cinta, creando un estudio de caso sobre cómo el peor enemigo alguien puede enfrentar es uno mismo.
La cinta es protagonizada por Robert De Niro en su mejor momento, no es sólo la forma en que físicamente vemos los cambios del personaje, es la manera en que vemos afronta la vida donde nos confronta todo el tiempo. Desde la secuencia de créditos donde le vemos en el ring, como bailando un vals, solo, sin nadie alrededor, pasando por su introducción como un hombre que se gana la vida platicando sus anécdotas en un bar, podemos atestiguar lo que sucederá con el personaje. Sus actos de violencia traspasan la pantalla, intimidando al espectador que no puede más que verles.
A su lado destaca Joe Pesci, quien por ese momento de su carrera pensaba seriamente abandonarla para dedicarse a otra cosa, siendo convencido por Robert y el director, quienes detectaban en él la ambivalencia necesaria para interpretar al hermano de Jake. Y vaya no se equivocaron, es a partir de este personaje donde Pesci encuentra la brújula correcta para su carrera con personajes deslumbrantes y que atraen a pesar de su oscuridad. En el papel de la esposa se encuentra Cathy Moriarty, deslumbrante en su belleza, pero sobre todo en la forma que se transforma en pantalla de una chica que se deja llevar por las circunstancias de la vida a una mujer que toma sin dar marcha atrás en sus decisiones.
Jake es, dentro del ring, un personaje de códigos, sabe que puede golpear y ser golpeado, sólo respetando su máxima de jamás besar la lona, sin importar el castigo recibido, podemos verle en control de la situación, ya sea para ganar, para vender una pelea, para castigarse por algo. En cambio, fuera del ring, su violencia se acrecienta y no encuentra límites. Desde la pelea con su primera esposa por un corte de carne mal cocido bajo su perspectiva, a la magistral secuencia donde se abalanza sobre su hermano acusándolo de acostarse con su esposa, donde lanza su furia sin importar que sus pequeños sobrinos observen todo sin comprender el acto brutal que se desarrolla ante ellos.
Es en las secuencias de boxeo donde Scorsese muestra su genialidad en la puesta en escena, con una cámara que se trepa al ring para estar cerca de los boxeadores, donde el público no existe y cuando lo hace es para recibir la sangre que salpica de los golpes, donde la cámara respira al lado de ellos, claustrofóbica, intimidante, Aunado eso a una edición precisa, somos testigos de una de las mejores cintas de boxeo de la historia, aunque, irónicamente, las batallas que dejan mella en el personaje no se desarrollan en el ring y, es por eso, que son escasos 10 minutos de pelea los que hay en esta cinta de casi dos horas.
Toro Salvaje forma parte de los reestrenos está realizando Cinemex con el pretexto de rendir un homenaje a Martin Scorsese. Si no han tenido oportunidad de verle en pantalla grande este es su momento, la experiencia es completamente diferente a verle en casa.
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