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Nadie duda que Transformers sea una de las más populares franquicias a la fecha. Comenzando su largo camino en televisión un 17 de septiembre de 1984, para continuar tiempo después su legado en cines, cómics y, claro está , juguetes, se renueva de una forma bastante original después de la saturación de los live action de los últimos años para celebrar cuatro décadas de historia con el lanzamiento de una cinta animada que nos lleva a los tiempos anteriores de sus protagonistas: Optimus Prime, el gran líder de los Autobots, y Megatron, el malvado guía de los Decepticons.
Transformers Uno, dirigida por el ganador del Oscar, Josh Cooley (Toy Story 4), se enfoca en un relato que nos plantea a Cybertron en tiempos de escasez donde existen dos clases de robots viviendo en este planeta: los transformers, que tienen el privilegio de tener la chispa para convertirse siempre en más de lo que ves, como los mineros, aquellos que se dedican a la búsqueda de Energon para mantener viva a Ciudad Iacon, hogar base de estos robots.
En medio de la clase obrera nos encontramos a Orion Pax (Chris Hemsworth) y D16 (Brian Tyree Henry), un par de amigos con grandes sueños que buscan ser más ante la mirada del líder de esta urbe mecatrónica, Sentinel Prime (Jon Hamm). Estos bots sin engranaje se verán involucrados en una aventura para salvar el alma de Cybertron, su amado planeta, mientras logran encontrar la Matriz de Liderazgo, la única herramienta que puede brindar nuevamente equilibrio a su planeta y salvarlos de una muy probable extinción.
Aunque queda claro que la labor de doblaje hecha originalmente por Peter Cullen y Frank Welker queda para la historia, Hemsworth y Henry les dan nueva vida a estos viejos amigos convertidos en rivales al darles una profundidad interesante al mostrarnos el tiempo previo a convertirse en los líderes de estas facciones constantemente en batalla. Entre ambos logran capturar no sólo la inocencia de dos jóvenes en busca de la chispa que cambie su mundo, sino de aquellos que, como el lema de la caricatura, quieren probar que son más de lo que ves.
A ellos se suma la labor de Scarlett Johansson como E-lita y el comediante Keegan-Michael Key como la versión más parlanchina que se ha visto de Bumblebee. La dinámica que los cuatro dotan a sus respectivos papeles hace que se sienta un verdadero equipo que, poco a poco, encuentra su camino dentro de este universo animado que Cooley y sus animadores han diseñado de excelente manera. El ensamble hecho con la mezcla de sus personalidades se suma a lo disfrutable de esta aventura familiar de acción.
Mostrando su experiencia en Pixar así como las influencias de su lado más nerd, el director crea no sólo una buena dinámica en el trabajo de voces sino también una excelente animación. Desde el diseño de cada uno de nuestros protagonistas respeta la esencia de los Transformers de la primera generación, dándole una apariencia cercana a esos diseños pero con un punto fundamental: les quita ese engranaje que hace especiales a estos heroicos bots. Pero en cuanto a colores y diseño, Cooley demuestra su respeto para darle nuevos bríos a Orion y compañía.
No solo es el diseño de los bots lo que llama la atención, sino la creación de un Cybertron diferente al que hemos visto normalmente. En Transformers Uno, lo vemos con flora y fauna, un planeta más vivo que nunca que sirve como pretexto para la pelea que Pax y sus amigos piensan desatar contra el inesperado villano. Si bien la mirada al mundo exterior del planeta es bella, el color y el brillo resaltan mucho más en cada rincón de Ciudad Iacon, marcando incluso a base del color la diferencia entre los que viven en la superficie y los mineros sin engranaje, dándole una capa social inherente al relato.
Además, Transformers Uno se enfoca en el poder de la amistad y esos lazos que pueden cambiar con el tiempo mientras uno forja su propio destino. El guión, escrito por Andrew Barrer, Gabriel Ferrari, Steve Desmond y Michael Sherman, marca de forma sobresaliente la importancia de buscar esa chispa que te hace único y que puede hacerte un héroe o un villano, sin dejar de sacarle provecho a todo el lore y la cultura que rodea a la franquicia desde hace años.
Asimismo, esta historia de inicio cuenta con un gran ritmo y edición, teniendo muy buenas secuencias que se entrelazan con esta historia que busca crear esa emoción que la generación ochentera sintió por primera vez y que, ahora ya adultos, podrán volver a sentir pues Transformers Uno es de esas experiencias que te hacen sentir como un niño de 10 años gracias a los eficientes chistes y guiños que sirven para introducir la historia de los robots a una nueva generación sin dejar de complacer la otra, sacándole todo el provecho a la biblia que Hasbro le proporcionó que abarcaba toda la saga.
Otro aspecto que resalta es el de la música original, compuesta por Brian Tyler, que resalta como buen acompañante narrativo brillando más que las cosas melódicas de la pentalogía de Bay, sintiéndose esa esencia de la caricatura de los 80. Así, Transformers One elimina el factor que había complicado todo en anteriores versiones, los humanos, para centrarse exclusivamente en estos marginados por su propia civilización que buscan constantemente un cambio y demostrarles a ellos y a sí mismos que son más valiosos de lo que creen.
Por ello, esta historia de orígenes, aunque no deja de ofrecer un gran fan service, sabe equilibrar los dilemas sociales de su planteamiento así como el entretenimiento familiar a través de aventuras espectaculares, añadiéndole ese factor humano del alma, en este caso representada por esa chispa. Esa exploración y profundidad es lo que hace de la amistad de este grupo de aparentes parias un hito importante para tan amada saga que recibe con brazos abiertos ese toque de humanidad a través de los Transformers, mostrando que siempre habrá más de lo que creemos en cada uno de nosotros.
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