Escenario

‘Tuesday: Abrazando la vida’, una interesante forma de hablar de la muerte

CORTE Y QUEDA. La cineasta croata Daina Oniunas-Pusić estrena en México este emotivo filme que pone rostro a la tragedia para hablar de su monstruosidad y su belleza>

Madre e hija se reúnen después de mucho tiempo
Fotograma del filme. Fotograma del filme. (Cortesía)

La muerte es inevitable para todos, el único hecho innegable en la vida de cualquier ser vivo. Por ello, ha sido representada desde diversas visiones y enfoques que van desde el realismo mágico mexicano de Macario (Gavaldón, 1960), pasando por la representación romántica y cursi de Conoces a Joe Black (Brest, 1998) hasta la fantasía dramática de El Séptimo Sello (Bergman, 1957), por citar algunos.

Ahora, toca el turno a Daina Oniunas-Pusić, directora croata, de experimentar una nueva forma de ver a este peculiar personaje y destino común en Tuesday: Abrazando la vida, donde la magia, la comedia negra y el dolor hacen gala en una cinta llena de simbolismos sobre la importancia de dejar ir.

La cinta comienza con una larga secuencia donde una peculiar guacamaya representa a la Muerte, volando y escuchando las voces de cada uno de los moribundos a quienes visita para recolectar su alma. Ante una expresión dolorosa, el ave, sucia y llena de grasa, lidia constantemente con el sonido del sufrimiento que cada uno de aquellos que visita, padece.

Pero es hasta que escucha el llamado de Tuesday (Zora Petticrew), una joven con una enfermedad terminal que está en su lista, que el panorama para el ave de la Muerte cambia por completo, creando una odisea que propone diversas reflexiones sobre la inevitabilidad del deceso y el miedo a ello. 

Y es que la cuestión no es que Tuesday no esté consciente del destino que le depara, pero sí del cierto miedo que tiene al tener que dejar a su abnegada y un tanto irritante madre, Zora (Julia Louis-Dreyfus), que no ha sabido lidiar con este hecho. Sin trabajo, sin dinero y con una actitud amarga, se aferra a hacer de todo para mantener a su amada hija con vida.

Por ello, su encuentro con la Muerte resulta complicado, pues aunque la guacamaya cumple con el cometido para el que existe, el amor de una madre resulta el mayor obstáculo para soltar y abrazar la vida después de la muerte de alguien tan cercano.

Hay factores por demás interesantes que Pusić maneja en esta narrativa, comenzando por el diseño sonoro del filme, algo en lo que resalta la experiencia de la Muerte, a quien da voz el actor Arinze Kene, y que se vuelve un factor importante sobre el ruido que no sólo esta mágica guacamaya tiene encima, sino en esa cuestión que no le da paz a aquellos que enfrentan a la muerte tan de cerca.

Eso amplía la experiencia y se resalta aún más cuando Tuesday es capaz de otorgarle un poco de paz ante ese eterno sufrimiento de dolor, miedo y atrocidades que cada uno de los fallecidos deja atrás. Otro gran factor reside en las actuaciones tanto de Lola Petticrew como de Julia Louis-Dreyfus.

La primera muestra la inocencia y el dolor de una hija que, a diferencia de su madre, acepta el momento vulnerable y abraza a la muerte no como algo malo, sino como el siguiente paso. Esa vulnerabilidad en sus expresiones y su forma de ser compasiva dotan de una emotividad al relato necesario.

Por su parte, Louis-Dreyfus vuelve a hacer un rol dramático donde combina por momentos la comedia pero en el que deposita todo el dolor y el enojo de una madre incapaz de encarar el destino final de su hija. A través de las etapas del duelo como la negación y la aceptación, es su viaje el que resulta más catártico para los eventos de Tuesday.

Ni qué decir de la labor de voz de Kene, que se adapta de buena forma al constante cambio de tamaños del tremendo guacamayo mientras absorbe la oscuridad y se da una pausa, reflejando esa inseguridad entre el volver a hablar después de un lapso de 200 años de silencio y el soltar algunas bromas interesantes sobre su paso por el mundo llevándose las almas, mostrando un relato donde el único Dios es la Muerte misma y lo demás es un plano cósmico interesante donde las almas encuentran un eco, algo que resuena en las vidas de quienes dejan atrás.

La fotografía de Alexis Zabé es interesante, pues no sólo funciona en espacios cerrados como la casa, las habitaciones y las conversaciones entre ese peculiar trío, sino que también acompaña al viaje fantástico no sólo de la guacamaya sino a la travesía que Zora tiene con su hija mientras aprende que la Muerte no es sencilla, terminando por aceptar el destino mismo y así enfrentar su más grande temor: perder a su hija. La visión imaginativa del cinematógrafo y la realizadora croata explotan esto de una forma muy especial.

Así, Tuesday se convierte en una fábula sobrenatural que muestra a la Muerte como algo que puede ser tanto monstruoso como hermoso, intimidante como liberador, dejando de lado la mirada tétrica de la figura del esqueleto o la parca actitud, sino llenándola de una curiosidad por aquello que se escapa en su protagonista, esa chispa de vida y ese último suspiro que suena a ritmo de Ice Cube con la melodía “It was a good day”, o con un fragmento de Nina Simone y su himno, “Feeling good”, para recordarnos que la vida puede ser efímera o larga y que los sacrificios de una madre son infinitos al querer reclamar que el orden natural de las cosas se respete (las madres mueren antes que los hijos) pero que los misterios de la vida y la partida de la misma son algo inexplicable, complejo y mágico.

Es ante estas metáforas interesantes que Tuesday: Abrazando la vida, abre sus alas a una interesante interpretación de la pérdida y los procesos para aprender a dejar ir a través de un drama inteligente y lírico que es capaz de combinar una comedia ácida junto a una de las más peculiares representaciones de la Parca que hemos visto en cines, dejando ecos justamente de aquel clásico de Bergman, donde el juego de ajedrez se suple por un viaje de aprendizaje en el que lo más importante es siempre levantarse y seguir viviendo en honor a aquellos que se nos han ido antes.

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