Escenario

‘Valentina o la serenidad’, una película para acompañar a los que han perdido a un ser querido

ENTREVISTA. A propósito del estreno del filme en la cartelera mexicana hablamos con la cineasta Ángeles Cruz y la actriz y productora Myriam Bravo

Madre e hija
Fotograma de 'Valentina o la serenidad'. Fotograma de 'Valentina o la serenidad'. (CORTESIA)

Después de su paso por el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) y el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), la segunda cinta como directora de Ángeles Cruz, Valentina o la serenidad, llega a cartelera mexicana buscando darle un abrazo a los espectadores.

La tierna historia de cómo una niña mixteca afronta el duelo de la pérdida de su padre se transforma en manos de su realizadora en un trabajo que toca fibras universales y que muestra que, a pesar del dolor, siempre hay un camino.

En Crónica Escenario pudimos charlar con su directora y con la productora y actriz de la cinta, Myriam Bravo.

Ángeles, una película hecha con el alma, una película hecha con el corazón, y que por fin tiene que llegar a donde tiene que llegar, que es el público, para que la conozca, y sobre todo el público de la ciudad, que entienda que hay un cine más allá del cine comercial que regularmente le llega. ¿Qué tan importante es para ti que Valentina llegue a las audiencias?

ÁNGELES: Fíjate que para mí el cine empieza a vivir en este momento, cuando llega a su público, cuando conecta con la gente, cuando tenemos la oportunidad de compartir nuestras historias. Se vuelve como este regalo de cosecha, de decir “aquí está nuestra película, ya la hicimos, ya estamos transitando hacia sus almas”.

Yo creo que a mí el cine me despertó muchísimas cosas cuando yo lo vi por primera vez y siempre trato en mis películas de conectar con eso, de conectar con el corazón, de conectar con las emociones, de transmitir que hay otros mundos posibles, que hay otras culturas, que este mundo es tan diverso, tan enorme y que darnos la oportunidad de encontrarnos a través de la pantalla es un regalo y es un privilegio.

Me gustaría saber cómo se da ese trabajo ahora con Myriam, no solamente como protagonista, también como productora en la película. ¿Cómo trabajaron juntas su proyecto?

MYRIAM: Creo que ha sido un camino muy amoroso, una nueva exploración de llegar al set a partir de las necesidades que teníamos por tener una protagonista niña y creo que ha sido muy lúdica esta manera de encontrarnos tanto en el set como actriz, el poder dialogar con Danae, el poder llegar a estas emociones, a estos estados que requería cada una de las secuencias, ser este contrapunto de lo que está pasando con Valentina.

Y en la parte de producción he tenido la fortuna de trabajar en los proyectos anteriores de Ángeles, conocer la comunidad y un poco desde ahí poder involucrar en la parte de dirección de casting, en la convocatoria con la misma comunidad, con la cual pues ya hay una familiaridad ahí muy hermosa.

Y, de manera personal y particular, a mí me encantan las historias de Ángeles, me encanta que se cuenten desde su comunidad y me encanta esta manera de hacer cine horizontal, para mí ha sido algo muy amoroso, y creo que eso permea en el resto del equipo. Somos un equipo que está conformado por personas de distintos estados, de Oaxaca, de Colima, de Guadalajara, lo que ha sido muy enriquecedor para este trabajo colectivo.

Me gustaría preguntarte, Ángeles, detalles de la película, el cómic. Sabemos que hay una convocatoria para pueblos originarios de creación de cómics, pero el cómic de la película, ¿de dónde viene? ¿Cómo surge esta idea?

Ángeles: Fíjate que yo de niña, en mi pueblo no había ni luz, entonces yo vivía muchas cosas a través de la imaginación, de leer está revistas, entonces mi idea era crear una superheroína, una niña que a través de una capa pudiera invocar lo elementos de la naturaleza, y que eso fuera la conexión con el padre, que fuera éste quien dibujara estos comics y que los tuviera por ahí para que la niña los encontrara de vez en cuando, y fuera esta superheroína, fuera este Kandi, que es el trueno, y que esto, al final, hace una conexión con la niña para atravesar este momento tan difícil que es el duelo, que es la pérdida y donde puede acomodarlo de la mejor manera.

Echar a volar la imaginación. De repente cuando crecemos nos olvidamos de eso, nos olvidamos que de niñas y de niños teníamos súper poderes y, con un trapo a manera de capa, podíamos lograr cambiar el mundo, podríamos lograr detenerlo, podríamos lograr que lloviera. Yo recuerdo de niña jugar con una toalla amarrada e invocar a la lluvia fuerte para que no fuera a clases, por ejemplo.

Entonces pensar en eso como el cómic, como ese lazo entre papá e hija, que a partir de ello se comunicaran de otra manera, que volaran como la imaginación, le pusiera una capa y pudiera verse a sí misma como otra cosa. Creo que para mí el cómic tiene esa parte de referencia donde podemos conectar con muchísimos otros mundos, a través de un dibujo, a través de una línea, a través de una mínima palabra, el cómic nos lleva a otro lado.

Se dice que cuando una persona muere en un río, su alma queda en el río encerrada. En la película lo representas de una manera muy onírica por momentos y muy realista por otros. ¿Cómo fue hacerle entender entre las dos a Danae el juego del río, que también le sirve para conectar con la lengua del padre, con el mixteco?

Ángeles: El trabajo con Danae es un trabajo que yo lo traté de la manera más delicada y más cuidadosa, no darle toda la información sino aprovechar esta inocencia que tienen las niñas, los niños. Yo en algún momento decía, “oye, tu padre te puede escuchar a través del agua, entonces ve y platica con él y dile lo que sientas y platícale que extrañas su voz, de que quieres que platique”, y la niña lo hacía como muy ligera, recoge flores, come con él, y todas esas circunstancias sin explicar bien lo que es la muerte para no traumar a nadie.

En ese sentido creo que pudimos caminar como suavecito y después eso, abajo del agua poder buscarle, poder ver, yo le decía sigue los rayitos de luz que entran al agua, persigue eso, trata de seguir la arenita que se desliza cuando tú te mueves en el agua, y lo demás es la narrativa que engloba todo esto, esta parte de dónde se queda nuestro espíritu, ¿se queda ahí donde perdimos la vida? ¿Ahí se queda el alma? Este río que también puede vivir como un estancamiento, pero finalmente el río fluye, el río sigue su camino, es un agua que no es la misma nunca, y sin embargo, a ahí pertenece el alma del padre.

¿Cómo encontrar eso? ¿Cómo ser ese barquito que al final dejas deambular por el agua y decir, “aquí estoy, aquí estamos, te llevo en el corazón y voy a salir a la vida, a vivirla con gozo? A volverme a asombrar de ello, llevándote en mi corazón, porque esa es la única manera que nosotros tenemos de transitar en el duelo, encontrar la serenidad en el duelo.

El agua para mí es un punto muy importante, venimos del pueblo de la lluvia, de un lugar donde el agua nos da nuestro alimento, donde el agua significa vida y ahí es donde el padre queda, en esa gotita de agua que va a permanecer para siempre.

Myriam un personaje muy contenido toda la película, que se permite pocos momentos de liberación, ¿cómo fue para ti trabajarlo y sobre todo me gustaría saber cómo fue para ti trabajar la escena donde abrazas a Danae con este hermoso plano tomado desde arriba por Ángeles donde la abrazas en la tierra y se funden las dos con ella?

MYRYAM: Desde el guión está como muy bien descritos todos estos momentos de silencio y estas atmósferas con la familia, creo que es una base importantísima y una base muy sólida para mí, con la que pude construir mi personaje, guiada por Ángeles acompañada por esta exploración en la misma comunidad, con las mamás mixtecas, y entender por qué están estos silencios, yo soy de la Ciudad de México y soy súper dicharachera.

Fue entender desde dónde vienen estos silencios, desde dónde vienen esta suspensión y este vacío del personaje, de los cuatro personajes cuando estamos juntos en la cocina, como estos momentos de pausa que siento son cómo está el alma en esos momentos, en una suspensión de como no poder tocar la tierra, de no saber dónde estás. Para mí fue un reto muy importante poder llenar esos silencios.

Ángeles siempre me habla de que los mixtecos hablan poco pero accionan mucho y eso me gusta mucho, el entenderlo con el personaje de la mamá y que finalmente, por ejemplo, este momento que mencionabas hace rato cuando finalmente empieza esta conexión entre Valentina y su mamá de entender en dónde están, lo que les está pasando y a partir de ahí que siento que se hace como una complicidad para empezar a acompañarnos en el proceso de sanación del duelo.

Ángeles ¿qué viene para ti después estas dos extraordinarias películas, Nudo Mixteco y Valentina o la serenidad?

Híjole, no sé. Me quedé como con el bosque. Valentina transita mucho en el bosque, pues es una historia de duelo, de resiliencia, de acompañamiento para todas las personas que hemos perdido un ser querido, y sin embargo, volver a meterme al bosque retomó en mí la idea de explorarlo, de explorar mis momentos y lugares sagrados de cuando yo era niña, de recorrer el bosque y las gotas de lluvia, no sé, no sé qué sigue, escribí una ficción hace un tiempo que pensé que era el siguiente proyecto.

Ahora me quedé con esta tentación de seguir explorando el bosque que para mí es mi casa, que para mí es mi hogar, que esos árboles me traen voces de mis ancestras de muchos otros lados y quisiera abrirme a eso, con calma, también pienso que estoy construyendo despacito, que quisiera hablar de lo que está sucediendo en mi comunidad y que un camino para hacerlo es a través de los árboles y del bosque.

Muchas gracias por esta entrevista. Le deseamos todo el éxito a Valentina o la serenidad, porque Valentina, en verdad, necesita todo nuestro amor y necesitamos el amor que Valentina nos da también.

ÁNGELES: Esta película para mí es un abrazo, un abrazo que tiendo, un abrazo que necesito, un abrazo que comparto con todas las personas que hemos sido atravesadas por el rayo de la pérdida y para tratar de alcanzar de alguna u otra manera también, a través del cine, la serenidad.

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