Escenario

Wim Wenders se inspira en Yasujiro Ozu para su viaje espiritual en ‘Perfect Days’

COBERTURA. El cineasta alemán regala una pequeña joya al Festival de Cannes con análisis de la evolución de la sociedad japonesa con Koji Yakusho como protagonista

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Wim Wenders y Koji Yakusho en Cannes. Wim Wenders y Koji Yakusho en Cannes. (EFE/EPA/GUILLAUME HORCAJUELO)

Con ecos del maestro Yasujiro Ozu, el alemán Wim Wenders presentó este viernes en la competición de Cannes, Perfect Days, una pequeña joya sobre un limpiador de aseos públicos en Tokio, interpretado por Koji Yakusho, que apunta al premio a mejor edición del festival.

Rodar una película en Tokio sin pensar en Ozu es imposible”, reconoció en rueda de prensa Wenders, que aseguró que el cineasta japonés es su “maestro espiritual” y ha tratado de continuar con Perfect Days el análisis de la evolución de la sociedad japonesa que tan bien hizo el realizador de Cuentos de Tokio, fallecido hace 60 años.

También reconoció el alemán que su nuevo trabajo, con el que compite por la Palma de Oro de Cannes, está “muy cerca de la idea de los ángeles” que centró uno de sus más famosos trabajos, El cielo sobre Berlín (Wings of desire, 1987), por el que se llevó el premio a mejor director en este festival.

Mis ángeles han desaparecido completamente del cielo de Berlín”, dijo Wenders, pero en Perfect Days hay un ángel, que es el protagonista, “al que muy poca gente puede ver”.

Yakusho interpreta de forma magistral y con muy pocos diálogos a Hirayama, un hombre tranquilo y educado que limpia los perfectos aseos públicos que hay diseminados por todas partes en Tokio. Compra libros usados y vive en una casa en la que no disponen siquiera de aseo, pero es feliz en su sencilla y perfectamente organizada cotidianeidad.

La cámara sigue a Hirayama desde que se despierta con el sonido de los barrenderos, cuando realiza su trabajo concienzudo limpiando esos baños públicos, su pausa para comer en un parque bajo un árbol que fotografía cada día y sus escasas y mudas interacciones con los personajes que le rodean.

Un guión “enigmático” que no da muchas explicaciones sobre la historia del protagonista, como explicó Yakusho. “Simplemente había que estar en el plato de Wim Wenders y sentir el lugar en el que Hirayama vive, sus problemas, con eso he tenido una idea bastante exacta de lo que siente porque todo estaba muy bien ambientado”.

Yakusho también recibió algunas notas escritas de Wenders con información que le ayudó a desarrollar su personaje cuando no sabía qué dirección tomar.

No sé si me he acercado lo suficiente al personaje, pero tenía muchas ganas de ser esta persona, que no tiene ningún interés material, que solo quiere leer los libros que le gustan y acostarse cada día con la idea de que ha tenido un buen día y una vida plena”, agregó un actor que trabajó en Babel (2006) Alejandro González Iñárritu.

Un personaje “que reposa enteramente sobre este actor, que forma parte de mis actores preferidos”, dijo Wenders, que agregó que Yakusho “tiene tal humildad, que me llegó al alma”.

No había otra opción para este papel ya que el guión se escribió pensando en él, como explicó el realizador, que decidió rodar esta película después de recibir un encargo para hacer un corto documental sobre los baños públicos repartidos por todas partes en Tokio, que él decidió convertir en un largometraje de ficción pero con elementos documentales.

El guión se escribió en dos semanas y el rodaje en tan solo tres. “Fue todo ‘rápido y furioso’”, dijo Wenders jugando con el título de la famosa saga Fast & Furious.

Y aunque en la película apenas se dan unas pinceladas del pasado privilegiado que debió tener el personaje, Wenders aseguró que reflexionó mucho sobre la historia de Hirayama, pero no quería desvelarla porque quería mantener la sencillez de la vida que muestra en el filme.

Si hubiera más gente como Hirayama en el mundo, el mundo sería un mejor lugar para vivir”, reflexionó Yakusho.

Una película en la que el director ha tratado de mostrar una visión de Tokio que no fuera la de un extranjero porque recuerda las críticas que recibió París, Texas -Palma de Oro en Cannes en 1984- porque muchos estadounidenses no apreciaron el punto de vista europeo.

Aunque la música es casi cien por cien occidental, especialmente de los años setenta, de artistas como The Kinks, Van Morrison, Otis Redding, Patti Smith o el Perfect Day, de Lou Reed, que da título a la película, que se oyen en los viejos cassettes del protagonista durante sus viajes en coche y que acompañan a la perfección la narración.

“Lo que hace este personaje, lo que es percibido por el público, es lo que justifica esta música”, afirmó Wenders.

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