“¡Que se escuche fuerte y claro, Guadalajara tiene presidenta!”, exclamó Verónica Delgadillo el día que marcó historia al convertirse en la primera mujer en gobernar la Perla Tapatía. Su ascenso al cargo no solo simboliza un hito de género, sino también el poder transformador que las mujeres pueden ejercer en la política.
Desde el inicio de su campaña, Verónica enfrentó ataques y críticas que reflejaron el machismo arraigado en la sociedad mexicana. A menudo se cuestionaba su capacidad de liderazgo, simplemente por ser mujer. A lo que ella respondía con determinación: “Si es necesario, cambiamos tacones por tenis”. Pero la misoginia no se detuvo ahí. Los ataques iban desde dudas sobre su habilidad para gobernar hasta ataques directos, con tintes machistas y de desprecio hacia su liderazgo.

Ser la primera mujer en ocupar este cargo no solo fue un reto político, sino también un desafío emocional y psicológico. En 2017, junto a otras diputadas, Verónica presentó una queja ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), debido a comentarios misóginos de un locutor de MVS que se burlaba de las mujeres en la política. Este episodio expuso la violencia de género que muchas mujeres políticas enfrentan a diario, y fue solo uno de los muchos ataques hacia Verónica.
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Pero no se quedó de brazos cruzados. A lo largo de su mandato, continuó enfrentando el machismo en diversas formas, tanto en las semanas previas a las elecciones como en su gestión como alcaldesa. Fue objeto de comentarios que ponían en duda su capacidad solo por su género, y hubo quienes decidieron no votar por ella exclusivamente por ser mujer. Esto pone en evidencia los prejuicios que aún existen en la política mexicana, donde las mujeres deben sortear barreras adicionales para acceder al poder.
A pesar de estos obstáculos, Verónica ha demostrado que su liderazgo no está determinado por su género, sino por su capacidad y visión. Ha tomado decisiones difíciles y polémicas que han tenido un impacto positivo en la ciudad. Entre las más destacadas, retomar el control del servicio de recolección de basura, luego de 30 años de concesión a una empresa privada, una acción que no solo mejoró el servicio, sino que también demostró su determinación por recuperar la autonomía de Guadalajara.
Durante su mandato, Verónica también se ha enfrentado a desafíos históricos como la violencia de género y la inclusión de las mujeres en espacios de poder. A pesar de los comentarios y actitudes que resistían la idea de una mujer al mando, Verónica no ha dejado de demostrar su valía, abriendo caminos para el liderazgo femenino, no solo en Guadalajara, sino a nivel nacional.

Su gestión ha sido sólida y efectiva. Las decisiones difíciles, aunque impopulares en algunos sectores, han tenido resultados positivos, como la mejora en seguridad, infraestructura y servicios urbanos. Además, su capacidad para tomar riesgos calculados ha sido clave para el avance de la ciudad.
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El respaldo no solo de su ciudad, sino de más de 400 mujeres líderes de diversos sectores —social, civil, empresarial, político, sindical y rural— refuerza la importancia de su labor. En un desplegado, estas mujeres ratificaron su apoyo a Verónica y destacaron la relevancia de reconocer y valorar la participación política femenina, celebrar sus logros y promover su acceso a espacios de poder.
Verónica ha dejado claro que, aunque los obstáculos siguen existiendo, las mujeres están más que preparadas para asumir las riendas de un país que necesita reformas profundas y sostenibles. Con ella al frente, Guadalajara se posiciona como un ejemplo de inclusión, equidad y de lo que se puede lograr cuando las mujeres rompen barreras y acceden a los espacios que les corresponden.